miércoles, 20 de enero de 2010

Las palabras de La otra 22



"¿Cuál es la verdadera historia de La ley de la ferocidad? Es el hombre que se va a convertir en escritor. En esas líneas dice: «el hombre que lo vive no es el hombre que lo escribe, pero va a comenzar a transformarse en él cuando decida escribir», y mientras tanto lo estoy escribiendo y mientras tanto lo están leyendo. Ese es el hallazgo del libro, si es que tiene alguno. El lector va a acompañar a este hombre en la descomunal aventura moral que es el libro, una lucha por ser una persona mejor. Pero a la vez el subtexto es esa persona que encuentra en la escritura esa salvación que le impide seguir dándose botellazos en la cabeza como metáfora del alcoholismo. (...) Al final del libro dice "Estas son las palabras de mi reconciliación". No hablo de la reconciliación con mi padre, sino con las palabras ¿no? El libro es la demostración de que hablar es lo contrario de escribir. Uno habla y va saliendo del paso y va tratando de quedar bien parado. Pero uno escribe con todo su ser, repasa esas palabras y por eso uno es lo que escribe. Uno a veces no es lo que dice, porque lo que dice depende mucho de las circunstancias, del estímulo exterior, alguien me trata mal y se me escapa una puteada, pero ese no soy yo. Después digo: "uy qué bestia, no es tan así". Pero si yo eso lo hago sobre un texto, ¡guarda! Ahí está todo mi ser, porque tuve tiempo. Me refiero a que hablar es palabra que se escapa, escribir es palabra que queda. Yo prefiero escribir que hablar". (Pablo Ramos, sobre su novela La ley de la ferocidad; entrevista Maximiliano Diomedi)



Foto: Nicolás Villalobos. Modelos: Mariana Ponzo, Sabrina Juárez y Gabriela Abreliano

"Aparentemente, el individuo en cuestión era un policía encubierto. Y como consecuencia del descontrol, no habría tomado el recaudo de esconder su documentación. Fue así como la trava revisó su billetera mientras estaba en el baño. Y dio con que el hombre era del servicio de inteligencia. Furiosa ante la sorpresa, intentó sacarlo a la fuerza de su habitación. Pero el tipo se resistió arrojándole piñas e intentando maniatarla en una silla. No obstante, Cinthia fue más audaz: manoteó una de las botellas que tenía en la mesa de luz y se la partió en la cabeza. Al instante, abrió la puerta de la habitación y dejó al hombre tendido en el pasillo. El soplón encubierto se encontraba ensangrentado pero no estaba muerto, sólo se había desmayado. La travesti fue detenida por efectivos de la Policía Federal, quienes la esposaron y la subieron al patrullero antes de que intentara escaparse". (Sebastián Duarte, La Constitución Travesti)




"El silencio es notorio, desde hace años. No todos los periodistas del diario piensan lo que Clarín expone. Los jefes mandan a hablar mal de alguien, como me pasó durante el final de la presidencia de Alfonsín cuando había que alabar a Menem. Muchos periodistas cumplían y esto hoy sigue. Hoy la orden dentro de todas las secciones es destrozar al gobierno". (Lo dice el periodista Pablo Llonto, sobre el miedo imperante en la redacción de Clarín)




"Nosotros siempre trabajamos con los chicos más tímidos, los más tímidos de todos. Para nosotros fue fácil, fue entrar a una clase de teatro del pueblo y ver a los nenes: los que no nos miraban por timidez, esos eran. El profesor les dijo: “ellos van a filmar una película”. Muchos levantaban la mano, excepto tres que estaban medio tímidos, pero con los ojos emocionados. Esos tres fueron los que sacamos, dos se pasaban de extrovertidos y el otro guardaba su inocencia y su timidez, pero se mostraba vivo ante cámara. Y fue él". (Federico Godfrid, co-director junto con Juan Sasiaín de la película argentina La Tigra, Chaco, actualmente en cartel).




"El período que va de 1995 al fin de siglo veinte fue un lustro prodigioso para Alexander Sokurov: Voces espirituales, Madre e hijo, Elegía oriental, Hubert Robert, una vida afortunada, Una vida humilde, Confesión, ...dolce, Moloch, más las dos partes del Diario de San Petersburgo, más los Diálogos con Solzhenitsyn, constituyen una performance abrumadora y difícil de equiparar con casi cualquier otro realizador de la historia del cine. Si no fuera porque vacilo en agrupar estas creaciones bajo el genérico “cine”. Hace un tiempo, en un debate alguien me decía: “Sokurov, qué hermoso, sí, pero ¿será cine?”. Y lo que se me ocurrió responder fue: “pero eso que conocemos como cine, ¿será cine?”. De esa dificultad para determinar la naturaleza de un experiencia que ya dábamos por conocida se nutre el mejor ¿cine? contemporáneo. (Oscar A. Cuervo en la nota "Sokurov: diecinueve, veinte, veintiuno").




"La posición política de Borges le ha servido para ganarse una gran antipatía por parte de muchos argentinos, a punto tal que hay quienes critican o niegan su literatura a partir de conocer su pensamiento poco afecto a la democracia. Borges siempre fue escéptico y crítico de la democracia en tanto “abuso de la estadística”, referenció como “caballeros” a los miembros de la junta militar de 1976 en Argentina y apoyó el golpe de estado contra Perón. Si bien hacia el final de su vida recibió a las Madres de Plaza de Mayo, apoyó el reclamo por la aparición de sus hijos y presenció con estupor crítico el juicio a la Juntas realizado durante el gobierno de Alfonsín, es claro que la imagen que el legado político de Borges, si es que existe algo así, no va a ser el de una figura con ideales progresistas. Ahora bien, ¿existía un pensamiento político robusto y coherente en Borges?". (Dante Augusto Palma en su nota "Excusas borgeanas para problemas filosóficos V: La libertad en el individuo
y en el Estado").




"En 1985-1986, los tiempos de bonanza continúan [para Charly García]. Graba grandes canciones y las vende sin inconvenientes. Si la crisis económica reduce el mercado interno, la edición y la actuación en países latinoamericanos compensa con creces esa merma. Por esos días, firma un ventajoso contrato con CBS. García nunca había renegado del éxito; ahora lo conoce como nunca antes. Es una estrella. Y vive un tiempo en que su música, aparentemente, carga con menos responsabilidades. Él mismo, en 1983, había notado esto; y se mostraba conforme: «El rock, en cierta medida, ocupó el espacio dejado vacío por la política. El rock ganó ese espacio en buena ley. Fue el único que aguantó. Pero sería bueno que el rock perdiera ahora ese lugar de preeminencia que ocupó en los últimos seis años, debido a la veda política». Sin embargo ahora se queja. Es parte de la nueva situación que venda tres discos por cien mil dólares a una multinacional; pocos cuestionan esto. Pero García siente que ha cambiado algo. Piensa, como varios más, que el rock pierde dimensión existencial mientras gana exposición y dinero. Se ha contado esta historia muchas veces. Se la ha identificado como la historia de un fracaso o una decadencia. Se trata, seguramente, de la historia de un triunfo incómodo, porque el rock pierde cuando gana y tiene la costumbre de maldecir los días hermosos. García declara entonces: «Desde hace tiempo se han ido perdiendo algunas claves: ir a comprar discos explorando, tener conciencia de tipo movimiento… En esta etapa la música pasa a ser más consumida que a ser comprendida… o entendida. Se pasa de un público exigente, interesante, o que de alguna manera comparte una idea con el artista, a un público sin posición... como de consumir sin cuestionamientos». Es un pequeño rulo de la historia, que se despliega y enmaraña muchas veces de acá en adelante: el público lo acusaba de haberse vendido; ahora García acusa al público de haberse ablandado". (José Miccio en sus "Notas sobre rock argentino en democracia - Cuarta parte).

Hay esto y bastante más en el nuevo número de revista La otra, ahora en los kioscos.

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