por oac
La situación en la planta nuclear de Fukushima se agravó en las últimas horas. La Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos advirtió hoy que los niveles de radiación en la central son "extremadamente altos". Gregory Jaczko, presidente de ese organismo, remarcó que "la contención secundaria quedó destruida y creemos que los niveles de radiación son extremadamente altos, lo que podría afectar la capacidad de tomar medidas correctivas".
Los países de la Unión Europea decidieron imponer controles de resistencia a sus centrales nucleares ante eventuales sismos, tsunamis y ataques terroristas, tras el accidente en Japón. “En Japón se habla de apocalipsis y creo que es una palabra particularmente bien elegida”, dijo ayer el comisario europeo para la Energía, Günther Öettinger, sobre la crisis nuclear en ese país, ante una comisión del Parlamento Europeo en Bruselas. “Prácticamente todo está fuera de control”, agregó el comisario. Y dijo “no excluir lo peor en las próximas horas y días”.
No voy a hablar aquí de tsunamis, de geología, catástrofes naturales o energía nuclear.
Lo que quiero señalar es algo más básico: el modelo de progreso tecnocientífico sobre el que se asienta la actual civilización mundial está mostrando su cara más fulera, pero todo esto es solo la consecuencia inevitable de ese modelo y no se trata de ningún accidente. No hace falta ser experto sobre nada para advertirlo.
Supongamos que el tsunami obedeció a causas naturales. No importa. Lo que esta catástrofe pone en evidencia es que millones de personas habitan sin saberlo encima de una olla mortífera. Las fuerzas que pueden desatarse a partir del incendio de las plantas nucleares amenazan la vida de esas personas que seguramente no fueron consultadas acerca de si querían vivir expuestos a esta amenaza.
Japón es un país serio. No como Argentina, no como Venezuela. La Unión Europea está formada por países serios. Los controles de resistencia que ahora se acuerdan de implementar estos países en sus propias centrales indican que el pánico no es sólo japonés. Cuando para descomprimir la situación se empieza a liberar energía radiactiva a la atmósfera da la sensación de que se ha hecho un poco tarde. Las consecuencias que puede producir esa energía radiactiva sobre la atmósfera planetaria puede afectar a generaciones futuras.
No hay accidente alguno. El modelo científico que viene desarrollándose desde el comienzo de la modernidad buscó siempre apoderarse de la energía de la tierra. El poder es insaciable y sólo calma su sed con poder más, lo que da más sed de poder. Si la tecnología puede hacer algo, entonces lo hará. Y cuando lo haya hecho, entonces querrá poder más. No se trata de una metáfora: es la lógica de apoderamiento que mueve al mundo. En esa lógica, el capitalismo venció, durante el siglo pasado, al socialismo. Y no lo venció porque fuera mejor, sino porque pudo más. Y porque la lógica del apoderamiento se mueve en el sistema consumista como pez en el agua. El socialismo perdió no en el terreno militar, sino en el existencial: no supo ofrecerle a la humanidad algo más tentador que el poder. El Viagra, el Extasis, el Blackberry, Internet, Fukushima, Hiroshima, son todas letras de un mismo alfabeto. Así es como nos habla el mundo actual, incluso cualquier historia íntima que yo pueda contar aquí se deletrea de esta manera. No somos una humanidad que pueda deshacerse de estas ortopedias: somos parte de la ortopedia. La tecnología corre por nuestras venas y configura nuestros sueños.
El cientificismo dominante nos hizo creer que los problemas de la ciencia se resuelven con más ciencia, y esta es solo otra variante de la borrrachera de poder que puede todo menos detenerse. El modelo científico necesita de especialistas que tienden una red sobre la totalidad del mundo, una malla de cálculos cada vez más fina, que ni duerme hasta arrancarle a la tierra sus últimos secretos. Es necesidad de este sistema que millones de personas mantengan la rueda del consumo en movimiento, convencidos de que desean eso que el sistema les ofrece. Viviendo, no alegremente sino dopados, sobre una olla mortífera. Esto en un país serio sí pasa.
Algunos pensadores y visionarios ya lo intuyeron desde hace mucho: lo vio Descartes en sus pesadillas, lo presintió Goya en sus caprichos, asoma en los cielos ondulantes de Van Gogh e hizo sucumbir a Nietzsche, el pensador de la voluntad de poder. No es ninguna novedad. Sólo que ahora llegó a la primera plana de los diarios.
5 comentarios:
Las imágenes se acoplan perfecto con el post.
Los diarios atrasan, es evidente.
Y algo también había escrito Sábato en su anteúltimo libro: "La Resistencia"
No sé si se referiría a ésto.
No dejo de recordar a Heidegger, en algunos de sus escritos. La soberbia de la ciencia humana tiene un costo muy alto.Que tristeza!
Es cierto lo que decís Lukas...
Pero los que están hablando de "Apocalipsis" son los diarios, especialmente fuera de Japón. El desastre nuclear tan temido ni siquiera se compara con la catástrofe de Chernobyl, que fue espantosa, pero hasta ahora, el "apocalipsis" sigue siendo una cuestión de fe, más que una cuestión de ciencia. Por qué confiar en sus datos cuando advierten sobre el fin del mundo, y no confiar en ellos cuando sostienen al capitalismo indefinido: su negocio es el espectáculo de la noticia. La paranoia es una mercancía más. Si se trata de predicciones más o menos fundamentadas, yo me atrevo a decir que el fin del mundo tendrá su titular amarillo, horas más, horas menos.
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