por Juan Manuel Iribarren
Prat Gay viajó para presentar su plan económico a los Estados Unidos, y después... después a nadie, que yo sepa.
Pero dijo (después de una campaña mediática de desestabilización que se estudiará en las escuelas de periodismo en las próximas décadas como ejemplo de mala praxis, déjenme al menos ilusionarme con esto) lo que todos los hombres de buena voluntad ya sabíamos: la Argentina está en buenas condiciones.
Y ahí nomás metió el tema del sinceramiento. ¿Qué significa? Sinceramiento significa reducción del poder adquisitivo, ponele un 30, un 40%. Esta reducción del poder adquisitivo implica, por supuesto, reducción del consumo. Y la reducción del consumo afecta a la mayor parte de la industria y al comercio. En la industria que se mantiene con el consumo interno en poco tiempo significa desempleo, y en el comercio en poco tiempo significa más inflación, porque el comerciante (si nadie lo controla) remarca para que no le disminuya el poder adquisitivo. ¿Y quien se beneficia con todo esto? Los que ganan en dólares, principalmente, y por otro lado las libertades civiles, dicen los economistas neoclásicos, pero digo yo: en especial las que permiten a los ciudadanos especular con estas situaciones, ofrecer empleos de menos calidad con salarios más bajos, especulando con que hay desempleo, o levantar los precios por encima de la inflación especulando con que hay inflación, y todo esto porque hay menos control estatal. "Somos más libres" significa en el fondo que nos pueden joder mucho más.
También inclina la balanza hacia Buenos Aires, ya que la disminución del consumo trae irremediablemente disminución del turismo, y para muchas provincias el turismo es un factor importante de sus ingresos. Si a eso se le agregara una apertura del cepo, habría una transferencia de recursos del turismo interno al turismo externo, la gente no viajaría tanto por el país. Todo esto juega en contra de las provincias y va a contrapelo del discurso federal. Yo no diría que es un discurso cínico, porque los fundamentos del discurso no son cínicos, sino simplemente dogmáticos. Y como todo dogma implican transiciones de significado, donde las palabras comienzan a significar cosas distintas a las que estábamos acostumbrados a asociarlas.
Lo llaman sinceramiento porque los presupuestos de las teorías económicas que defienden dicen que la libertad de mercado es la verdad y, por ende, si hay libre mercado, la información va a ser la correcta; lo que también implica que la intervención estatal es la mentira, y que con intervención estatal toda información es falsa: del discurso económico neoclásico y neoliberal se desprende un poco esta idea.
Cuando se dice que la intervención estatal es la mentira, no solo se refiere a que los controles estatales son mentirosos porque no dejan expresiones puras del libre mercado, sino que el presupuesto estatal destinado al gasto público debe disminuirse al máximo, lo que significa a la larga sinceramiento en las instituciones, lo que hay que leer como despidos y quita de subsidios.
Es increíble la cantidad de gente que cree que no cobra subsidios y que ellos no fueron beneficiados por el gobierno anterior de ningún modo: si se los quitan, se darán cuenta del error en el que estaban.
Es decir, que sólo desde ese punto de vista se dice que el gobierno anterior fue falso, porque no permitió la libertad de mercado total y para eso generó paritarias por encima de la inflación y dio subsidios de todo tipo (defendiendo el poder adquisitivo) o generó expectativas falsas (defendiendo al pueblo de los especuladores). Y todo esto necesita un sinceramiento.
Los economistas saben que la libertad de competencia lleva a las grandes concentraciones de capital y a las prácticas monopólicas, y que los mercados de competencia perfecta del liberalismo económico no existen, por eso no estoy del todo seguro de que no sea un discurso cínico. Mucho más pensando que muchos de estos economistas tienen relaciones directas con los que van a dar la plata para poder hacer el sinceramiento, relaciones directas que en este mundo pueden implicar fácilmente comisiones. Este sinceramiento, por otra parte, también nos subordina a aceptar condiciones de quien nos permita tener los recursos necesarios para hacerlo.
Ahora creo que se puede entender mejor por qué Macri al jurar dijo "honestidad" en vez de "patriotismo" . No se refería a lo que entendemos por honestidad los hombres, sino a un concepto de honestidad propio de la tecnocracia neoliberal que es incompatible con el patriotismo.
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