La película de Johnnie To, este sábado en Lambaré 873
a las 19:30, en la presentación de revista La otra 26
a las 19:30, en la presentación de revista La otra 26
por Oscar Cuervo
Hay algo de fascinación morbosa en ver cómo unos pobres pelagatos adoptan la jerga de su propia opresión. Eso es lo que muestra Johnnie To en Vida sin principios (Life without principle). Muestra a una pobre chica empleada rasa de un fondo de inversiones que trata de ascender vendiéndole humo a una pobre anciana que trata de salvar sus ahorros. Las dos tratan, sin lograrlo, de comprender las fluctuaciones del mercado y hacerse su lugar en medio de esa desolación, justo el día en que todo está por irse al carajo (todo se va al carajo por medio de pantallas que escupen números que bajan o suben de golpe, sin gritos de horror, y ni siquiera gemidos). EI capitalismo tardío nos enseñó a aferrarnos a su extraña jerga como a un libro sagrado y a comportarnos como si entendiéramos el juego.
Esto sucede en los primeros minutos de la película, pero nos suspende en una inquietud suficiente para seguir un hilo narrativo que viene y va . La ventaja de To, Johnnie, es que puede arreglárselas para hace cine noir en tiempo presente, sin enredarse en referencias cinéfilas ni homenajes. Los homenajes hay que hacerlos en vida, piensa To y homenajea a un cine industrial, complejo, picante, elegante, destinado a un espectador de alto riesgo.
No sé por qué razón existe una camada de cineastas orientales que todavía pueden, desde la industria, arriesgar algo, apostar a que hay vida inteligente en las butacas y que no hace falta subrayar los cortes de montaje con ondas de bajas frecuencias para mantener en vilo al espectador. Creo que no es tan distinto, en su concepto, al cine de gángsters de la época clásica, que no tenía un clasicismo pretérito anterior en el que cobijarse y por ende no le quedaba más remedio que crearlo. Bueno: hay un cine venido de lugares como Hong Kong o Corea que no usa el género como coartada de la idiotez o la pereza. ¿Es cine de género el de Johnnie To? Difícil decirlo. Es un cine de frontera, en varios sentidos. Es thriller porque genera un thrill, por medio de planos sucesivos, de travellings, de acercamientos cautos, de tiempos elididos, de repetición y variación, es decir, de los recursos del más puro cine. Pero no es "género" en la medida en que cite a otros films anteriores en los que recostarse. Ni él como hacedor ni su destinatario como espectador pueden recostarse sobre un déjà vu. Un cine de fuertes marcas contemporáneas, volcado al mundo, pensado de acá para adelante.
¿Es posible una diversidad industrial osada, desafiante, con alguna chance de supervivencia, en el cine actual? ¿Es sustentable el proyecto artístico de To? Los personajes de esta película se mueven por el borde de ese volcán en erupción de la economía financiera, de las subas y bajas de las cotizaciones, y -algunos- sobreviven. Un poco así es la suerte de estos cineastas. Habría que ver qué pasa en Hong Kong con el cine de Johnnie, si es que conecta con audiencias populares, si se lo valora como autor. Habría que ver cómo funcionaría en occidente fuera del contexto de los festivales, compitiendo de igual a igual con la chatarra hight tech hollywooodense (mentiras que todas las películas nacen iguales, en el cine también hay posiciones dominantes y sensibilidades estragadas). Pero lo cierto es que acá se estrena poco y nada y mal, a desgano, casi como excusa para demostrar que no funciona, mientras las pantallas se taponan de Misiones Imposibles 2, 3, 4, 5, 6... que arruinan el gusto de nuestra juventud.
La revista La otra, que vuelve -y en qué forma-, eligió a Vida sin principios como una de las películas del año, como una prueba de vida del cine presente. Por eso, el número 26 que presentamos este sábado a las 19:30 en el Bar La Tribu (Lambaré 873) incluye un texto de José Miccio sobre ella en particular y otro de Gabriela Zubiría sobre la filmografía de To en general. Y al presentar la revista se nos ocurrió que venía muy bien proyectar la película que quizá nunca se estrene en esta ciudad.
1 comentario:
Una festiva fábula moral con final feliz de esas que son tan caras a la filmografía de To.
Es interesante plantear un paralelismo con Margin Call (acá se estrenó con el poco feliz título de Ambición sin Límites), Margin relata una larga noche cínica en la que las “víctimas” brillan por su ausencia y de lo único que se trata es de minimizar pérdidas, en buen romance, de perder la menor cantidad de guita posible y al menor costo. En la super estructura las cosas se resuelven, se sacrifican algunas cabezas que, a su vez, aceptan gustosos millonarias indemnizaciones por ellas.
To, en cambio no victimiza a nadie, cada quien debe hacerse cargo de su papel en el cuento y claramente lo pone en palabras cuando uno de los personajes dice “todos quieren ganar dinero sin hacer nada”, refiriendose a su floreciente negocio de inversiones. Lo mismo pasa con la anciana que sólo “quiere más dinero” y toma una inversión de alto riesgo (una de las secuencias más incómodas, largas y espantosamente familiares de la película es la que retrata el trámite de la compra de los bonos de alto riesgo, precisamente). Las circunstancias y su resolución premiarán a los “principistas”, a los últimos de la fila, a esos que no califican. Todo esto en un precioso envase de coreografías precisas y, de paso, desliza sin sutilezas un ácida crítica sobre su sociedad, el sistema bancario y los propios usuarios/clientes de los bancos. Otro de los “principios” del cine de To.
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