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Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

sábado, 14 de diciembre de 2013

Verbitsky, Trapero, Molina y los curas villeros

A propósito de la designación del cura Juan Carlos Molina en SEDRONAR

Hace pocos días, Horacio Verbitsky se refería a la designación del cura Juan Carlos Molina en la Sedronar. Decía:

Molina es un cura católico, pero en poco se parece a Gustavo Carrara, el inminente obispo villero cuya práctica paternalista inspiró la película Elefante Blanco. Esa ficción presenta el trabajo de los curas en la villa como una misión heroica en un mundo de pigmeos. Los habitantes del barrio son vistos como una masa amorfa, sin rasgos que los distingan salvo el consumo de drogas y lo único que hacen los curas además de impartir los sacramentos es llevar a los chicos de la villa a un centro de rehabilitación.

Notable coincidencia con lo que sobre Elefante blanco publicaba La otra en mayo de 2012:

"La película está dedicada al cura tercermundista Carlos Mujica, incluye referencias explícitas y homenajes a su figura en un par de escenas y al final propone, en la suerte que corre Darín, una analogía entre el personaje real y el ficticio. De esta manera, Trapero promueve un delicado equívoco: Mujica no era un cura villero y sus héroes de ficción no son curas tercermundistas. La figura de Mujica puede ser admirada o discutida (lo segundo es más provechoso que lo primero); pero es jodido tergiversarla en función del espectáculo. La tarea que desempeñan los curas diseñados por Trapero, Mitre y Fadel [guionistas del film] es la de una reducción de los daños: siempre están exhortando a los diversos actores del conflicto (los villeros, los narcos, la policía, los sindicalistas, el obispo, el poder político) a que concilien, a que bajen la intensidad del enfrentamiento; en muchas escenas, del principio al fin, se los ve luchar denodadamente para evitar el estallido de violencia. (...)

"En Elefante Blanco los villeros aparecen invariablemente como una masa indiferenciada, objetos sin voz dramática propia, una fuerza natural destinada a hundirse en su fango de miseria, droga y violencia autodestructiva, incapaces de conquistar una conciencia propia, reducidos a su función de marco para que los protagonistas, burgueses o pequeñoburgueses, como los autores, desplieguen sus conflictos existenciales y elaboren sus deseos". (Completo acá)

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