Breathless
por Oscar A. Cuervo
Promediando la 11a. edición del Bafici me voy convenciendo de que se trata de una de las mejores ediciones que el festival haya tenido. No hablo acá del error que significó mudar el Espacio Bafici a un galpón de la calle Humahuaca (con lo cual se desactivó prácticamente la función del meeting point), ni tampoco de desajustes organizativos como el atraso de las funciones o el problema con el subtitulado de algunas películas. Prefiero referirme exclusivamente a la programación, que es eso por lo cual un festival ha de ser recordado.
Y este Bafici tiene grandes películas, tanto en sus retrospectivas como en las competencias: vi al menos tres buenísmas películas en competencia (Aquele querido mes de agosto, Hunger, Breathless); y el nivel de las películas argentinas me viene sorprendiendo muy gratamente. Veamos:
Ya dije que Plan B es una gran película, el debut en largometraje de Marco Berger, un cineasta al que le pongo varias fichas para los próximos años. Le hice el otro día una entrevista para la revista La otra y me convencí de que los buenos resultados de Plan B no son producto de la casualidad sino que están respaldados por un pensamiento cinematográfico sólido y decidido. Berger está menos pendiente de sintonizar con las tendencias en boga que de filmar imágenes que le resultan necesarias. Quizá por eso su película haya pasado un tanto desapercibida para la corporación crítica (tan preocupada habitualmente por decretar las nuevas tendencias); quizá por eso, también, Plan B haya picado en punta en el voto del público. Los espectadores que tuvo el film estuvieron menos preocupados por las tendencias y más dispuestos a dejarse conquistar por la pasión con que Berger filma.
Excursiones, la película de Acuña, es otro caso alentador: ya se hizo lugar común decir que el nuevo cine argentino sólo se reduce a mostrar la vacuidad de un grupo de adolescentes porteños abúlicos. Quizá las anteriores películas de Acuña hayan contribuido en parte a instalar esta imagen, pero lo cierto es que no es justo adjudicarle este caracter a su nuevo film . La película tiene su gracia y su angustia y ese mix de emociones permite ver que, si estos ya no tan adolescentes no terminan de hacerse adultos, es porque hay algo que no cierra en el modelo de adultez imperante.
Promediando la 11a. edición del Bafici me voy convenciendo de que se trata de una de las mejores ediciones que el festival haya tenido. No hablo acá del error que significó mudar el Espacio Bafici a un galpón de la calle Humahuaca (con lo cual se desactivó prácticamente la función del meeting point), ni tampoco de desajustes organizativos como el atraso de las funciones o el problema con el subtitulado de algunas películas. Prefiero referirme exclusivamente a la programación, que es eso por lo cual un festival ha de ser recordado.
Y este Bafici tiene grandes películas, tanto en sus retrospectivas como en las competencias: vi al menos tres buenísmas películas en competencia (Aquele querido mes de agosto, Hunger, Breathless); y el nivel de las películas argentinas me viene sorprendiendo muy gratamente. Veamos:
Ya dije que Plan B es una gran película, el debut en largometraje de Marco Berger, un cineasta al que le pongo varias fichas para los próximos años. Le hice el otro día una entrevista para la revista La otra y me convencí de que los buenos resultados de Plan B no son producto de la casualidad sino que están respaldados por un pensamiento cinematográfico sólido y decidido. Berger está menos pendiente de sintonizar con las tendencias en boga que de filmar imágenes que le resultan necesarias. Quizá por eso su película haya pasado un tanto desapercibida para la corporación crítica (tan preocupada habitualmente por decretar las nuevas tendencias); quizá por eso, también, Plan B haya picado en punta en el voto del público. Los espectadores que tuvo el film estuvieron menos preocupados por las tendencias y más dispuestos a dejarse conquistar por la pasión con que Berger filma.
Excursiones, la película de Acuña, es otro caso alentador: ya se hizo lugar común decir que el nuevo cine argentino sólo se reduce a mostrar la vacuidad de un grupo de adolescentes porteños abúlicos. Quizá las anteriores películas de Acuña hayan contribuido en parte a instalar esta imagen, pero lo cierto es que no es justo adjudicarle este caracter a su nuevo film . La película tiene su gracia y su angustia y ese mix de emociones permite ver que, si estos ya no tan adolescentes no terminan de hacerse adultos, es porque hay algo que no cierra en el modelo de adultez imperante.
La risa
Otro grato descubrimiento: La risa. La película de Ivan Fund también se centra en un grupo de jóvenes, pero esta vez son jóvenes de suburbio al cabo de una noche de escabio. Fund los capta en el momento en el que la excitación del sábado a la noche empieza a declinar y la luz cruda del sol los muestra más bien insatisfechos, sin que ellos puedan dar cuenta de su desilusión. Hay una violencia contenida y también una ternura pudorosa. Fund parece admirar a John Casavetes y sabe aplicar una mirada casavetiana a estos rostros de la Argentina suburbana. Las actuaciones y el trabajo de una cámara muy cerrada y cercana a estas faces son estupendos. Quizá todo habría sido mejor si Fund se hubiera decidido a hacer una película más concisa: sus 90 minutos bien podrían haber sido 60 y su fuerza habría aparecido más concentrada.
En cambio, no me convenció del todo La madre, la nueva obra de Gustavo Fontán. Es cierto que el director de La orilla que se abisma ha llegado a un dominio admirable de la cualidad plástica de sus imágenes, también que tiene una gran lucidez para pensar al mismo tiempo su posición estética y sus condiciones de producción, o que en apenas un par de minutos es posible reconocer su autoría muy consolidada. Sin embargo, hay algo sofocante en el control al que Fontán somete a sus materiales, un riesgo de manierismo que no se notaba ni en El árbol ni en La orilla que se abisma. En La madre da la impresión de que tanta autoconciencia no termina de cuajar con la tonalidad poética buscada.
Hunger
En cuanto a la competencia internacional, yo pensaba que después de Aquele querido mes de agosto había visto todo lo que hacía falta. Y sin embargo en la jornada que termina tuve un par de revelaciones: Hunger es una durísima y hermosa película política del londinés Steve McQuenn, centrada en los años del IRA y especialmente en la figura del luchador irlandés Bobby Sands. Desde el punto de vista formal, la fuerza arrolladora de Hunger crece en la medida en que su director es capaz de modular registros dramáticos diversos entre la sequedad y el lirismo, entre la contundente corporalidad de sus personajes y su fuerza espiritual. Habrá que aprender a asociar el nombre de Steve McQueen a un promisorio cineasta inglés.
También es muy fuerte la aparición del coreano Ik-June Yang con su Breathless, en su doble rol de director y actor protagónico. La película es el retrato potente de un matón despiadado, pero también una exposición de las relaciones de crueldad y sumisión de toda una sociedad. Su violencia al borde de lo insoportable no impide que afloren ni el humor ni la melancolía. Yang hace un film de matones que no sería justo considerar como cine de género. Anoten el nombre y grábense la cara de este coreano.
8 comentarios:
Hunger: excelente.
"nunca se sabe lo que puede un cuerpo"
"Hunger" corta la respiración... No sólo por la historia de su protagonista, también por la perfección con la que está planificada y realizada. No entiendo por qué los críticos de los medios masivos porteños la analizaron con tanta aprensión. Y por qé el jurado reparó en otras en mi opinión mucho menores, como "Tony Manero".
Aun cuando "Aquele querido..." me gustó mucho, creo que "Hunger" debió haber ganado la competencia oficial. No solo porque es formalmente muy arriesgada, sino porque tiene un contendio político potente, que aun en la distancia tiene una actualidad contundente y porque la construcción de la imagen tiene una solidez dramática impresionante. Pero yo no soy jurado y no lo seré.
Saludos
Daniel y Fernando:
Ugh, a mí dentro de poco me va a tocar ser jurado del marfici y eso me pone un poco nervioso, en general casi nunca he estado de acuerdo con los jurados. Pero es casi inevitable, ¿no? Diría más, cuando se forma un consenso sobre películas, muchas veces tiene que ver con el horizonte de expectativas del subgrupo de los críticos que con el valor de las películas. Hay películas que directamente resultan invisibles para la corporación crítica, que muchas veces sólo habla de las películas que HAY que hablar (puede hablarse bien o mal, pero HAY que hablar) y eso es lo que está pasando con las de Llinás, Piñeiro y Moguilansky. Y yo ya dije varias veces que hay mucho más cine en otras películas argentinas del Bafici que pasaron medianamente desapercibidas.
En cuanto al dilema Hunger/ Aquele querido mes de agosto, yo la semana pasada decía que cualquiera de las dos que ganara me parecía justo; incluso agregué Breathless. Cada uno en lo suyo es un film pleno y muy disfrutable. El plus que tiene Aquele querido... es su caracter anómalo, su desafío a las convenciones, la puesta en tensión de la naturaleza de la experiencia cinematográfica y no obstante todo eso su disfrutabilidad. La película de Gomes reclama de parte del espectador una entrega, un relax respecto del tiempo, una demora en dejarse llevar por esos paisajes geográficos y musicales, la dulzura de la música de "reputación dudosa", el melodrama pasional, con incesto incluido, escondido como quien no quiere la cosa en medio del documental sobre la fiesta popular. Y también el ponerse en cuestión como película ante los ojos del espectador, esa saludable desorientación de "qué demonios es esto que estamos viendo".
Hunger es una muy buena película, de muchísima fuerza visual, en pocas secuencias se reconoce el aliento de un cineasta. Y su "tema" político creo que está enhebrado con una cuestión religiosa. Termina siendo un film místico. Lo disfruté mucho y también lo padecí. Creo que las objeciones de la crítica (algo mezquinas, cuandos e consagra a películas directamente nulas como Castro o Todos mienten y se deja de lado la potencia de Hunger) se refieren a cierto exceso de estilización de la imagen. Quizá habría ganado en solidez si se resistía un tanto más a la belleza más inmediata. De todos modos, yo la habría destacado más, un premio especial del jurado al menos (¡se lo dieron a Todos mienten!).
Ah! Oscar, entonces iré a cubrir el Marfici solo para hablar en contra del jurado.
Daniel:
me parece bien, yo también estaría en contra del jurado. Es más, estoy pensando en elegir mal, en dejar afuera la película que me parezca mejor, para cumplir el destino de todo jurado...
jajajaja!!!
¿Habrá alguna película de la FUC?
Daniel:
hay algunas películas de la FUC a las que les daría todos los premios.
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