por Lidia Ferrari
En Argentina se reunieron quienes, de vez en cuando, dejan de ser sólo “loquitos sueltos” para amucharse un rato. La fortuna es que siempre son pocos. Esas pocas ‘almas’ se reúnen con consignas que parecen ratificar la extinción de la lógica en las mentes humanas. Parece una empresa imposible comprenderlos, aunque algunas categorías freudianas ayudarían. El problema se presenta cuando salimos de la singularidad de esas ‘almitas’ capturadas en las redes discursivas de ‘vanguardia’ e intentamos pensar dónde se originan tan delirantes aseveraciones que usufructúan del Covid-19 para crecer. No son sólo unos locos sueltos argentinos. Para analizar cierta coherencia que tiene ese discurso en su incoherencia me remito a una nota de un periodista canadiense que, parece, está teniendo algunos problemas por vincularse con antisemitas y despotricar contra antifascistas y marxistas. Pero no importa el autor, porque su texto es uno más de los que circulan imponiéndose entre las almas simples en el intento de instaurar un determinado sentido común.
La traducción del título francés sería La gran mascarada universal y establece una relación entre el dispositivo de vigilancia de "el ojo que ve todo" de Jeremy Bentham con el "ojo de Sauron" del Señor de los Anillos. Después de hacer evidente el control y vigilancia extraordinarios en que vivimos nos dice: “El Señor Oscuro se puede comparar ventajosamente con Georges Soros, ya que de Sauron a Soros hay mucho más que una simple anamorfosis en juego. De hecho, estos dos potentados comparten un solo apetito por el control de las almas. La destrucción de las fronteras y las identidades que representan para Soros una verdadera búsqueda iniciática...”.
Dirá que “los grandes directores del circo universal han creado una especie de teatro de sombras a partir de esta "pandemia" de coronavirus que, según ellos, representa una oportunidad de oro para organizar la gran Guerra de todos contra todos. Por lo tanto, confiando en el efecto del miedo y el seguimiento de las multitudes para asignar un lugar a miles de millones de personas desorientadas, los grandes directores acaban de confiscar el espacio público de manera definitiva”.
Nos advierte que nos han convertido en números. Cita a The Matrix, la sociedad distópica, la inteligencia artificial que pronto escribirá por nosotros, habla de los protohumanos, el neohumano, denuncia los delirios distópicos que están remodelando el material humano “al servicio de los grandes directores de la comedia globalista Divina de hoy”, menciona a Silicon Valley, no deja ningún punto sin denunciar. Nos dice que “privados de la escritura y el discurso liberador, perderemos incluso la capacidad primaria de pensar si persistimos en consentir lo impensable”. Denuncia las posibilidades de manipulación que ofrece la tecnología actual y consolida un discurso contestatario del orden mundial, difícil de rebatir. Hasta menciona al pobre Guy Debord, al decir que se cumplieron sus profecías de la sociedad del espectáculo.
Su descripción crítica de la dominación neoliberal y de una realidad global no son demasiado diversas de las que han sido puestas en discusión hace bastante tiempo, pero...
Pero sigue diciendo: “La búsqueda desenfrenada de la imposición de una vacuna universal nos recuerda la obsesión del Señor Oscuro con este Anillo Único de poder ilimitado. La vacuna, a través de la inyección de nanopartículas apropiadas, permitirá el uso de la tecnología de antena 5G para rastrear los números humanos y, por lo tanto, Lord Soros podrá neutralizar a los individuos "no conformes". Describirá cómo seremos neutralizados y sujetos a una remodelación de la personalidad y los afectos, y cómo, quienes se atrevan “a criticar al Orden Universal organizado por los nuevos directores de la Divina Comedia posmoderna”, serán neutralizados con software para esclavizarnos, de la mano de Bill Gates.
Al leer este fragmento pueden pasar dos cosas, que una explote en carcajadas o que una se lo tome en serio. Lo que sigue nos dirige hacia la seriedad de la cuestión.
Nos dice que “La prisión panóptica universal está a punto de completarse”, para luego agregar que “las estrategias de confinamiento practicadas por los directores de escena han permitido recuperar los últimos bastiones de resistencia a esta dictadura virtual”. Es esta frase la que resignifica toda la parafernalia previa. Nos dirá que la única resistencia al Orden neoliberal que todavía existía fue sometida merced a las estrategias de confinamiento. En conclusión, todos sus argumentos tenían como objetivo minar esas estrategias. Tenemos a la derecha argentina, italiana, española acusando de dictaduras a gobiernos que pretenden cuidar a su población y, no casualmente, gobiernos que intentan introducir algún pero, alguna coma, al guión neoliberal. Entonces, el discurso que denuncia un orden mundial que nos quiere esclavos, se asocia, se pega, se agarra al confinamiento de la pandemia y a la vacuna para espantarnos sobre estas operaciones de cuidado y, como telón de fondo, ese objeto fantasmático del 5G. Aquí todo el edificio narrativo se viene abajo, si lo sabemos leer. Toda su artillería narrativa se dedica a advertirnos que el confinamiento y la vacuna contra el Covid-19 son para instalarnos un microchip operado por tecnología 5G. Aunque parezca delirante, he escuchado versiones libres de este argumento mucho más estrafalarias, y dichas por personas que juzgaba sensatas.
Las variedades locales y singulares en que son acogidos estos discursos pretendidamente hegemónicos, lo hacen con equívocos, con derrapes de ‘teléfono descompuesto’, como es inevitable que ocurra.
Surge la pregunta sobre cuáles son las usinas donde se elaboran estas ideas y cuáles son sus razones. No sabemos responderla. Lo que sí podemos hacer es analizar su texto. Dentro del fárrago de contenido mezclado casi azarosamente, se pueden leer algunas premisas que funcionan como texto inmóvil. Algo así como un plato que luego será modificado a piacere de acuerdo con los gustos del cocinero, pero en el que no pueden faltar dos ingredientes esenciales: el Covid-19 (con su vacuna) y la tecnología 5G. Por ejemplo, en el Obelisco, al texto del periodista canadiense se le infiltró la defensa de la propiedad privada de Vicentin, y así el sabor argentino del plato está garantizado. ¿Por qué Covid-19 y 5G serían los ingredientes esenciales, los que no pueden faltar del plato? Eso permanece como el tema central para indagar.
Pero es claro que esta coctelería fatal (incluyendo furcios y delirios locales) interpela siempre, o casi siempre, ideologías de derecha. El tinte paranoico de la construcción es perfectamente congruente con nuestra época. Pero, sobre todo, con ciertas estrategias narrativas de dominación que quieren hacer pasar un discurso con apariencias de revolucionario y contestatario del statu quo para imponer propuestas y relatos conservadores, reaccionarios y de derecha. El título del texto y su contenido pretende descifrar la gran mascarada universal que nos conduce a la esclavización con un virus, un barbijo, una vacuna y un 5G. Es, como hemos visto en tantas oportunidades, una mascarada que pretende presentar un espíritu rebelde para consolidar posiciones reaccionarias.
https://lesakerfrancophone.fr/la-grande-mascarade-universelle
1 comentario:
Muy buen artículo, este tema es súper importante, en especial si este tipo de opiniones crece y gana espacio, también he visto gente cercana, pensante, que me saltó con opiniones antivacunas. Pareciera ser un gesto de rebeldía, en los terraplanistas y antivacunas venía de antes, contra la ciencia, vista como una institución / discurso dominante (que lo es) pero que en el fondo oculta un interés particular. Ahora con el covid explotó. Creo que los discursos progresistas y de izquierda siempre fueron racionalistas y cientificistas, y la derecha tiene sus variantes cientificistas; pero esto es parte de una tradición larga de la derecha anticientificista y antirracionalista. Se suben a un discurso paranoico que viene de lejos, que en este caso se la agarra con los infectólogos. Da para largo y hay que estar atentos a ver si se pincha o crece
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