Close (Lukas Dhont, Bélgica, 2022)
ATENCIÓN: esto está lleno de spoilers.
Dhont construye su película calcando el arco dramático de El Hijo de los Dardenne solo en su exterioridad, sin la densidad existencial en la que los hermanos lograron construir su maestría. A falta de ese rigor, Dhont aporta fotografía bonita, caras bonitas y belleza vicaria.
La imitación de Dhont, especialmente a El Hijo, no es temática sino formal. Lo que en los Dardenne es una forma ajustada a un nudo existencial en Dhont es un esqueleto que puede llenarse con cualquier anécdota. Acá la amistad erotizada de dos púberes varones, algo habitual en esa etapa de exploración de las posibilidades del deseo, aún no cristalizado, cuando la cercanía afectiva linda con el enamoramiento.
Dhont decide que en la mitad de la película algún comentario maledicente en la escuela quiebre la naturalidad de su vínculo. La mirada de los otros los avergüenza porque su cercanía no responde al modelo masculino en proceso de construcción. Nada nuevo, excepto que el autor resuelve el conflicto con un golpe bajísimo: el suicidio de uno de los chicos. Ahí la película cambia bruscamente de tono, de la sensualidad y la incomodidad por la mirada de los otros se transforma en una película sobre duelo y culpa. El suicidio aparece abruptamente, no precedido en el film por ningún indicio ni seguido por ninguna revelación, como un mero golpe de mano de guionista. Pero las consecuencias son productivas para alargar la hora de película que queda: el chico sobreviviente sufre en silencio su culpa por haberse alejado de su amigo ahora muerto. ¿Es Close una película sobre el despertar del deseo? ¿Sobre la opresión del modelo de masculinidad? ¿Sobre el suicidio adolescente? ¿Sobre el duelo por la amistad perdida? ¿Sobre la culpa? Sí y no a todo. Dhont resbala por los temas sin dejarse atravesar por ellos. Pero muestra conocer bien el procedimiento dardenniano despojándolo de su sentido: las conversaciones y los silencios en los viajes en automóvil, la cámara en mano, las elipsis bruscas, la confesión inesperada. Las elipsis en los Dardenne condensan sentido y en Dhont lo esquivan.
Dhont hasta recurre a Émilie Dequenne, la actriz protagónica de Rosetta en el rol de la madre del chico muerto, para subrayar su filiación estilística. La línea narrativa conduce hacia el bosque donde se resolverá el duelo, lo que no puede sino hacer extrañar la maestría de El Hijo.
Close es melodrama truculento para almas de cristal.
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