lunes, 11 de octubre de 2021

Algunas ideas sobre "El fetichismo de la marginalidad" de César González

Una conversación en Patologías Culturales, FM La Tribu


Karl Marx escribió en Elogio del crimen ("Concepción apologética de la productividad de todas las profesiones", apéndice a Teorías de las plusvalías):

"EI filósofo produce ideas, el poeta poemas, el cura sermones, el profesor compendios, etc. EI delincuente produce delitos. Fijémonos un poco más de cerca en la conexión que existe entre esta última rama de producción y el conjunto de la sociedad y esto nos ayudará a sobreponernos de muchos prejuicios. El delincuente no produce solamente delitos. Produce además el derecho penal y, al mismo tiempo, al profesor encargado de dar cursos sobre esta materia y también el inevitable compendio en que el mismo profesor lanza al mercado sus lecciones como una mercancía. Esto ayuda a aumentar la riqueza nacional, aparte de la satisfacción privada que el manuscrito del compendio causa a su propio autor. 

"EI delincuente produce también toda la policía y la administración de justicia penal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a la vez, las diferentes ramas de industria que representan otras tantas categorías de la división social del trabajo. Desarrollan diferentes capacidades humanas, crean nuevas necesidades y nuevos modos de satisfacerlas. La tortura dio pie a los más ingeniosos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus instrumentos, a gran número de honrados artesanos. 

"El delincuente produce una impresión, a veces moral, otras veces trágica, según los casos, y así presta un servicio al movimiento de los sentimientos morales y estéticos del público. No sólo produce manuales de derecho penal, códigos penales y legisladores que se ocupan de los delitos y las penas. También produce arte, literatura, novelas y tragedias, como lo muestran, no sólo La culpa de Müllner o Los bandidos de Schiller, sino incluso el Edipo y Ricardo III. EI delincuente rompe la monotonía y el aplomo cotidiano de la vida burguesa. La preserva así del estancamiento y, provoca la tensión y el desasosiego sin los cuales hasta el estímulo de la competencia se embotaría. Así impulsa las fuerzas productivas. EI crimen descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación sobrante, reduce la competencia entre los trabajadores y pone coto hasta cierto punto a la baja del salario. Al mismo tiempo, la lucha contra la delincuencia absorbe otra parte de la misma población. Por estas razones, el delincuente funciona como una de esas compensaciones naturales que contribuyen a restablecer el equilibrio adecuado y abren una perspectiva de otras ramas útiles de trabajo. 

[…] Los cerrajeros nunca habrían podido alcanzar su actual desarrollo si no hubiese ladrones. La fabricación de billetes de banco no habría llegado nunca a su actual refinamiento de no ser por los falsificadores de moneda. EI microscopio no habría encontrado acceso a los negocios comerciales corrientes si no le hubiera abierto el camino el fraude comercial. Y la química práctica debiera estarle tan agradecida a las adulteraciones de mercancías y al intento de descubrirlas como al honrado celo por aumentar la productividad. EI delito, con los nuevos recursos que cada día se descubren para atentar contra la propiedad, obliga a descubrir a cada paso nuevos medios de defensa y se revela, así, tan productivo como las huelgas, en lo tocante a la invención de máquinas".


Este texto mordaz escrito hace alrededor de 160 años parece haber afirmado su vigencia con el progreso social. Las tecnologías de vigilancia, los aparatos represivos, el periodismo policial y los programas de entretenimiento que muestran la marginalidad y la delincuencia parecen estar viviendo un momento magnífico. En su libro El fetichismo de la marginalidad (Sudestada, 2021), el cineasta y escritor César González toma esta idea de Marx como disparador para pensar en el florecimiento de la temática de la marginalidad, las villas, la delincuencia y las cárceles en la industria audiovisual: películas, series y telenovelas que iluminan la oscuridad del home theater pequeño-burgués. El capitalismo empuja a amplios sectores populares hacia los márgenes de la indigencia y el delito y entonces recicla los frutos de su propia opresión como mercancías para consumo masivo. 

La reflexión de González se basa en su propia experiencia de artista proveniente de una villa que pasó parte de su vida  en el sistema carcelario. El cine, arte burgués desde su inicio en la era de la revolución industrial, encuentra en González al primer autor argentino proveniente de la villa. La singularidad de su mirada no constituye por sí misma una garantía de calidad: cada película tiene que ganarse su lugar como pueda. Pero a esta excepción González agrega otra: es de los pocos cineastas que piensa en el fundamento económico de su producción. Cineastas y críticos se inclinan a reducir sus conversaciones al plano de la técnica y de la estética, y esquivan tenazmente las marcas que esta base económica deja impresas en la superficie de sus obras. La mayor parte de las veces sienten cualquier indagación sobre su función económica como una intromisión incómoda y un planteo de mal gusto: "no se nombra la soga en la casa del ahorcado" parece la regla tácita de los textos sobre cine. No se trata simplemente de "temáticas sociales" ni de "posiciones ideológicas", sino de la base material que hace posible el cine y la literatura que lo comenta.

En su libro González destaca la paradoja de que los estereotipos más burdos sobre la vida popular a veces terminan siendo adoptados como modelos de conducta en los propios barrios populares. Por eso escribe en un estilo que se dirige tanto a sus colegas cineastas y críticos como a sus compañeros de barrio, continuamente expuestos a la colonización de su sensibilidad. Esta discusión a dos bandas sería la tercera singularidad que distingue la producción de César González. Su libro no resuelve ninguna contradicción: las deja expuestas.


En Patologías Culturales (FM La Tribu, sábados a las 18:00, con la conducción de Maxi Diomedi) nos detuvimos a conversar un rato sobre las preguntas que El fetichismo de la marginalidad y el cine de González nos incita. Pueden escucharlo acá:

 

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