(Martín Farina y Willy Villalobos, 2022). La contraofensiva montonera en la era del TikTok
por Oscar Cuervo
La contraofensiva montonera solo puede ser mal contada. No se trata de una imprecisión historiográfica sino de uno de esos nudos de la historia que exceden su narratividad. Siempre hay algún detalle al margen, una nota al pie que falta, un desvío imprevisto, un pensamiento fugaz que pasa por la cabeza de uno de los involucrados y sacude al conjunto, la pieza de un rompecabezas que no puede completarse porque sus bordes no encajan con el resto, unidad imposible, magma saturado de chirridos y silencios, rumores raspados, almas en pena, plegarias desoídas, presagios de una señal que se ahoga en el ruido, huecos del sentido. La contraofensiva no se deja integrar a la tragedia de los años 70 según los conceptos bien establecidos. Otros acontecimientos -la noche de los lápices, la masacre de los palotinos, el asesinato de Rucci, los vuelos de la muerte, el juicio a las juntas- son materias narrables. Es claro que puede hacérselo desde puntos de vista distintos, resaltando y valorando ciertos gestos y actitudes y repudiando otros, según la posición política del narrador. Creo que con la contraofensiva es diferente. Algunos amigos que estuvieron involucrados en ella trataron de contármela una y otra vez en estos años, pero siempre tengo la sensación de que hay algo importante para ellos que no comprendo, como una excrecencia a la que la Historia no se presta a integrar.
Náufrago es una unidad fracturada: dos autores, dos partes asimétricas, una arquitectura defectuosa que perdió la línea del horizonte y el balance de blancos, una voz que balbucea los restos de un terror, malos presagios y memorias de una felicidad fuera de lugar, una gramática sin concordancia, una banda sonora que no redunda en la imagen ni organiza la incongruencia de un espacio anegado, una casa enterrada, un refugio precario, siempre amenazado por la arena, el agua, los espectros.
La pertinencia del cine está hoy asediada por la narrativa instantánea de TikTok, en la que el dispositivo matemático mide su rendimiento en los primeros segundos. "Las guerras culturales en internet, -dice Juan Elman- que aparecieron con fuerza en EE.UU. hace unos años y luego se expandieron, fueron dando lugar a esta subcultura tan difusa como la propia red, que favorece hoy a movimientos de ultraderecha. Tanto por la construcción de narrativas, en forma de memes o tweets, como por el ascenso de activistas que luego migran a la esfera partidaria". En el siglo pasado el cinematógrafo encontró su basamento en su eficacia bélica. Hoy el cine está tolerado en tanto se preste a alimentar con "contenidos" las ráfagas de reels.
Náufrago es también una película que se resiste a la trituración audiovisual de TikTok. En su extemporaneidad reside su belleza y su verdad.
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