King Lear (1987, EEUU, Jean Luc Godard) es considerada una película excepcionalmente críptica y extraña incluso en la ya de por sí difícil filmografía de Godard. El hecho de que haya sido producida por la empresa The Cannon Group y distribuída bajo el sello MGM generó una enorme confusión y controversia, finalmente muy sugestiva.
En lugar de una adaptación shakespereana tradicional que algún distraído pudiera esperar, lo que Godard entregó, -y así figura en los carteles que él solía intercalar en el transcurso de sus películas, como un rasgo de estilo- fue una "meditación sobre la fragmentación y la pérdida" al borde de lo incomprensible. Con sus típicas elipsis, su planos en contraluz, las citas de Bresson, Pasolini y Welles, una banda de sonido intrincado, casi una obra de música concreta en sí misma, la silueta del propio Godard mascullando ocurrencias en un paisaje invernal a orillas del lago Lemán en Ginebra, los diálogos oblicuos, el montaje escarpado y una estructura derivativa... todo lo que provocó la alarma y una ruptura total con los productores. Lo poco que puede inferirse de su narración fragmentaria es que transcurre en un mundo postapocalíptico, después de la catástrofe de Chernóbil, donde la mayor parte de la civilización y la cultura se perdieron. La trama sigue a William Shakespeare Jr V (encarnado por el dramaturgo Peter Sellars), que tiene la misión de restaurar las obras de su trastarabuelo.
La presencia de actores reconocidos como Woody Allen, Molly Ringwald y Burgess Meredith, junto a figuras de la cultura como Norman Mailer y Leos Carax, fue utilizada como un bait comercial. Woody Allen -como "Mr. Alien", el editor- aparece solo unos minutos al final de la película, cosiendo literalmente metros de celuloide con aguja e hilo. El cameo fue tomado como un argumento de venta a pesar de su mínima participación.
King Lear fue promocionada con el título de la tragedia shakespeariana y un reparto estelar, lo que propició una confusión masiva entre el público y la crítica norteamericanos que esperaban una adaptación convencional, lo que podríamos denominar "cine de qualité". Llegó a estrenarse en Estados Unidos pero de forma muy limitada. Tuvo un paso fugaz por cines de Nueva York y Los Ángeles a principios de 1988 y después desapareció por más de una década.
La crítica y el público estadounidenses la recibieron con extrañeza, desconcierto y a veces repudio. Fue descrita como un "desastre espectacular" y un "caos glorioso de ideas". Las expectativas de una adaptación prestigiosa de Shakespeare se vieron frustradas por la deliberada opacidad de Godard, lo que provocó en su recepción controversias y burlas generales.
MGM fue la distribuidora a través de su acuerdo con Cannon pero su involucramiento real en la producción fue mínimo. La financiación y los problemas recayeron principalmente en The Cannon Group. Menahem Golan y Yoram Globus (Cannon Films) no estuvieron conformes para nada con el resultado, se sintieron engañados y traicionados. Golan afirmó: "No hay nada en la pantalla para ver. Godard no nos mostró sus tomas. Escupió en la mano que le dio de comer". Hubo disputas financieras. Godard alegó que los cheques rebotaron y que el presupuesto se redujo a la mitad debido a la fluctuación del dólar. También hubo amenazas de demanda, pero Cannon quebró poco después y la película quedó en un limbo legal y de distribución durante años.
El repudio comercial y crítico fue exactamente lo que Godard buscó. Más que una simple decepción, el fracaso de King Lear en el mercado estadounidense fue la culminación de una burla deliberada y mordaz del cineasta al sistema de Hollywood y a los productores de Cannon. Godard habrá sido perfectamente consciente de que una película anómala, fragmentaria y que desafiara las convenciones narrativas no funcionaría para el público masivo de Cannon Group. Su objetivo no era hacer una película "mala", sino utilizar la plataforma y el dinero de Hollywood para hacer una declaración radical sobre el estado del cine y la cultura.
Algunos indicios refuerzan esta interpretación:
- El contrato fue firmado en una servilleta de bar, un año antes, en Cannes. Esto ya parecía una broma por parte de Godard, casi como si estuviera probando hasta dónde llegaría la estupidez del sistema.
- La "película sobre nada": Peter Sellars, el actor protagónico, adujo que Godard solo había leído las primeras y las últimas tres páginas de la obra de Shakespeare King Lear cuando empezó a trabajar para el proyecto, y que le dijo Godard que la película trataba sobre el "intento fallido de llegar a la página cuatro". La película sería una muestra de la imposibilidad de adaptar a Shakespeare en un sistema donde la cultura se perdió. Esto es: la antítesis de lo que Cannon esperaba.
La presencia de Molly Ringwald (entonces una estrella adolescente) o Woody Allen (en su momento de mayor fama) fue un bait intencionado. Godard los infrautilizó o los puso en roles que se burlaban de los criterios de Hollywood, frustrando cualquier expectativa de una actuación convencional.
Norman Mailer -quien iba a interpretar originalmente a Don Learo, el personaje principal- y su hija en la vida real Kate -quien iba a hacer de Cordelia- volaron a Suiza para la filmación. Mailer había escrito su propio guión para la adaptación de King Lear —que Godard ignoró por completo— y esperaba un enfoque más tradicional o, al menos, un diálogo que no le resultara ofensivo. La tensión escaló enseguida. La pelea se armó porque Godard insistió en que Mailer interpretara a un personaje llamado "Norman Mailer" e indicó que "Norman Mailer" tuviera una relación incestuosa con su hija en la pantalla, ¡interpretada por su hija real! Mailer abandonó la producción después de un solo día de rodaje, llevándose a su hija con él. Godard, en un acto maestro de apropiación y burla, hizo dos cosas: incluyó en el montaje final las dos tomas fallidas que había filmado con Mailer y su hija al principio de la película, como prueba de la "producción" abortada; y agregó una voz en off que se refería a Mailer como "El Gran Escritor" y describía su abandono del rodaje como un "comportamiento de star". La partida real de Mailer, causada por un genuino disgusto con Godard, se convirtió en una parte clave de la intención satírica de la película, una broma interna sobre las locuras y las demandas de la industria hollywoodense.
Mailer, antes de abandonar el proyecto, había sugerido que un ambiente de mafia era la única forma de adaptar King Lear al mundo actual. La idea fue adoptada por Godard como metáfora central de la película, comparando explícitamente el negocio del cine comercial (Las Vegas/Hollywood/Cannon) con una empresa mafiosa que deja a la gente vacía y arruinada.
Pero la verdadera sorpresa no fue la película radical que Godard entregó, sino la ingenuidad o la ignorancia absoluta de los productores de The Cannon Group sobre la obra y la ética del director. Un productor con un mínimo conocimiento de su trabajo sabría que Godard nunca había hecho ni pretendería hacer una película de Hollywood normal. La sorpresa y la indignación de Golan y Globus demuestra su incompetencia increíble. Se dice que Cannon vio la oportunidad de sumar prestigio artístico a su catálogo, que consistía principalmente en películas de acción de bajo presupuesto, y creyeron que el nombre de Godard combinado con el de Shakespeare y Woody Allen les daría un éxito de crítica. Actuaron con una ignorancia extrema. Es muy probable que los productores no hubieran visto ninguna de las películas de Godard en las décadas anteriores, o que simplemente no entendieran lo que significaba su estilo.
La sorpresa no es la película que Godard hizo sino la expectativa de Cannon. El crítico de cine Roger Ebert sostuvo que la película era exactamente lo que Godard quería hacer. La ironía central de King Lear es que la película es sobre la pérdida de la cultura, y sus propios productores demostraron esa pérdida de cultura al ser incapaces de entenderla. La estafa no fue que Godard entregara una película incomprensible, sino que Cannon Group pensara que un artista radical de 60 años cambiaría su identidad por un cheque.
No hay indicios de que Woody se sintiera ofendido por el resultado. A diferencia de Mailer, que esperaba un papel protagónico y un guión tradicional, Allen probablemente sabía que su aparición sería un pequeño gag. Su personaje encaja perfectamente en el estilo metacinematográfico de Godard y Allen seguramente lo habría advertido. En el momento de las disputas, él no tomó partido ni por los productores ni por Godard. Su reacción fue la de un profesional que hizo un trabajo rápido y se desentendió del caos. No hubo disputas contractuales ni abandonos dramáticos por su parte. En una ocasión, cuando le preguntaron sobre la película, Allen bromeó diciendo que su actuación había sido malísima y que Godard era un genio que "está más allá de mi comprensión". Su actitud sugiere que vio toda la situación como una anécdota extraña y humorística de su carrera, una especie de favor o un experimento puntual.
El affaire de King Lear tiene el tono de un gag extraído de una comedia de Woody Allen: los productores de Hollywood ignorantes contratando a un genio incomprensible, el "gran escritor" ofendiéndose por una propuesta sexual absurda, el propio Allen apareciendo como un neurótico editor que intenta infructuosamente darle sentido a un caos fílmico. Con un tono un poco más cercano a las comedias normales podría haber sido una película muy graciosa de Woody. La comicidad mucho más velada y más cáustica de Godard terminan por dejar una obra performática de parte de uno de los artistas más indigeribles de la historia del cine.
En este link puede verse una de las películas más anómalas de la historia del cine.


































