miércoles, 31 de diciembre de 2025

Nuestro Internacionalismo Realmente Existente

Salió la Internacional Cinéfila 2025


Al fin acaba de salir la Internacional Cinéfila impulsada titánica y amorosamente por Roger Koza. Son no sé cuantos, ¿cientos? los entusiastas del cine de todos los continentes que cada vez concretan ese aleph inabarcable, "un montaje caleidoscópico de las películas que se han estrenado en el año en curso construido gracias a la participación de críticos, programadores y cineastas de diversos países", "como si cada uno fuera un ojo de la mosca".

La lista que sale es así de babélica, llena de promesas quizá algún día realizables, ver aquellos títulos que incluso se escriben con signos indescifrables pero cuya descripción amorosa de algunos de los corresponsales convocados de todas partes del orbe avivan un fuerte anhelo de lanzarse a la salvaje lejanía.

Cumpliendo con mi parte de ojo de mosca, a medida que fueron pasando los años en que fui convocado por Roger a participar (creo haber estado desde el principio, hace ya 15 años) me animé a mirar hacia algunos rincones en los que presumiblemente ninguno de los otros cinéfilos mundiales iba a reparar, con la esperanza de que alguien que me lea vaya a buscar "aquella" joya desapercibida. 

La IC está compuesta así de una pluralidad que no se replica en ninguna otra lista de cine que yo conozca, porque se valoran las películas más mencionadas tanto como las que tienen una sola mención. Invito a quienes esto leen que pasen un rato por el link que dejo. No es posible leerlo todo de un tirón, porque lleva varias horas, y son tantos los títulos y los entusiasmos compartidos que si uno no lo va leyendo de a poco, puede marearse. Acá solo dejo lo que son mi lista y mis razones, más acesibles a un cinéfilo argentino, por lo que desde ya invito a que consideren buscar alguna de estas, si es que aún no las vieron (todo lo mucho demás, en el blog de RK):

MI LISTA

Películas del año:

El príncipe de Nanawa (Clarisa Navas)

La majestad de la obra se funda sobre una doble decisión, la de la cineasta y su protagonista, Ángel Stegmayer, a quien se le acredita su co-autoría. La decisión de sostener un vínculo entre ambos que fue propiciado por una contingencia ocurrida en un territorio de frontera, pero que se vuelve necesidad a la luz de la obra: una historia de amor a lo largo de diez años decisivos en el crecimiento de Ángel, de niño a adulto y padre. La riqueza de la experiencia es imposible de resumir en pocas palabras pero quiero decir que la película es también una meditación en acto acerca del tiempo como sustancia del cine.

SINFON14 REMIX (Raúl Perrone)

Otra doble decisión bendita, la de Perrone al invitar al gran Edgardo Cozarinsky a encarnar a un aristócrata decadente que emprende un trip desaforado y la de Cozarinsky que se entrega con confianza incondicional al arte del Perro. SINFON14 es la hermosura que se podía esperar del encuentro de dos maestros aún secretos del cine contemporáneo.

Presente continuo (Ulises Rosell) 

Una vez más, una doble decisión sostiene una película formidable: la actriz Valentina Bassi es la madre y el cineasta Ulises Rosell el padre de Lisandro, un joven autista en la Argentina posthumana. Trato de recordar otra película sostenida en el triángulo más arquetípico. El título nombra lo esencial: se trata del presente continuo en que existe Lisandro, que constituye un reto para el cine más convencional, al abstenerse de las más comunes tentaciones de dramatizar, representar o manipular identificaciones. Así se plasma una obra que de tan íntima se vuelve gran política. El amor de la madre y el hijo es la fortaleza desde la que se enfrenta la ofensa cotidiana que perpetra el régimen de Milei. Por eso Rosell logra filmar como nadie el presente continuo de nuestra penuria social.

The Mastermind (Kelly Reichardt) 

Ella es desde hace años la narradora de la Norteamérica macillada, con sus personajes opacos y desvalidos como el que aquí encarna Josh O’Connor, un ladrón de poquísima monta, padre y esposo fallado, en medio de una historia que lo desconoce y que él tampoco comprende. Reichardt pinta el cuadro con colores cenicientos y se abstiene de adjetivar. Su cine mira hacia un lugar que la industria de la distracción esquiva.

Nuit obscure – «Ain’t I a Child? (Sylvain George) 

París es un territorio venerable para el cine pero nadie lo ha filma tan desolado como Sylvain George. Las noches más oscuras, los días destemplados y un desamparo terminal que es habitado por un grupo de muchachos inmigrantes africanos que llegaron a la ciudad luz con la ilusión de encontrar el cobijo para sus vidas que Europa les negará definitivamente. El lugar y los habitantes que George filma, la severidad y la delicadeza con que lo hace enfrentan a esta época con lo que por todos los medios se procura invisibilizar. Seul le cinéma, diría Godard.

Película argentina del año:

Los ríos (Gustavo Fontán) 

La mesa de edición de Fontán es el taller en el que el cine contemporáneo experimenta sus posibilidades inexploradas. El río en su perpetuo fluir, antes que cualquier metáfora, es el espejo que refleja la luz que imprime la película -en sus diversas variaciones- que Fontán filma (porque él es de los que todavía filman, no “graba”, como ya empiezan a decir algunos críticos). Que será del cine sin estos trabajadores tan tenaces y silenciosos.

Actores del año

Josh O’Connor, por el pequeño ladrón introvertido que encarna en The Mastermind, de una insignificancia social y entumecimiento emocional que habita la galería de la masculinidad herida, poblada de otros varones cuyos deseos se desencuentran en el mundo, desde su deslumbrante irrupción como el campesino alzado de God’s Own Country (2017), pero también las variantes que encarnó en Challengers o incluso como el fallido aspirante a monarca de la serie The Crown. O’Connor irradia como ningún otro el erotismo de los hombres minúsculos que son la contracara del matón farsesco ante el que hoy el mundo se arrodilla: Trump, Milei…

Ex aequo:

Edgardo Cozarinsky

No puedo dejar de destacar como el gran actor del año a Edgardo Cozarinsky, por su aparición póstuma en SINFON14 REMIX. Cozarinsky es alguien demasiado importante para el cine argentino desde su labor crítica en los 60, sus obras vanguardistas de los 70, la creación de un estilo de documental de intriga en su etapa francesa y su hermosa obra narrativa. Es junto con Perrone uno de los maestros secretos y no suficientemente reconocidos del cine argentino actual. Pero faltaba que Perrone lo convocara para encarnar al Marqués de Sade en SINFON14 para que también se revelara como un actor exquisito, de mirada melancólica y un decir sereno y sabio. La complicidad entre ambos artistas permite ese momento mágico en el que la ficción se quiebra y el actor y el cineasta se juntan a pensar sobre el oficio de actuar en el cine. Son demasiadas las capas de sentido que se condensan en esos preciosos minutos como para no hacernos sentir agraciados por contemplarlos.

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