Un gran compañero pregunta: así como están las cosas, ¿podemos esperar que el año que viene estos nos den elecciones limpias?
Pienso.
El partido no se juega en las urnas sino cada día en la calle, en las miles de luchas que están dando los compañeros en todas partes del país, los trabajadores del astillero tomando el ministerio de economía bonaerense, las orgas sociales cortando todas las semanas el metrobús, los senegaleses y Grabois, la comunidad entera de Moreno, los familiares del ARA, la nueva agrupación sindical del 21f, los estudiantes y científicos...
Veo muchos peronistas con una visión clásica de la política preocupados por las alquimias electorales, pero esas son las roscas de palacio, si nos falta todo ese torrente diario que llena las calles y trastorna la psiquis del cualunquismo, todo lo nuestro se viene abajo. Aunque ganara una versión del peronismo perdonable para hacer una disminución de los daños que están haciendo estos o un kirchnerismo apocado por el estado desastroso que nos van a dejar, incluso aunque ganaran la Vidal o la Stanley o un holograma del gato, la pelea se va a seguir dando en la calle. No creamos en la versión electoralista de la lucha porque eso es flor de un día y después hay que bancar. La lucha es infinita, se necesitan jugadores de toda la cancha y luchadores de toda la vida. Ni creamos que gana una fórmula peronista y al otro día nos ponemos a recrear el 45 remasterizado, como alucina Moreno. Hay que dar la lucha electoral, pero eso es solo un instante de una pelea de más largo alcance. Y ninguna especulación electoral debe hacernos abortar la unidad de la lucha popular con mil vertientes a las que les chupa un huevo el escudo justicialista.
El macrismo no va a tener un gesto de alternancia cívica, no nos va a dar el bastón y las llaves de la Rosada con los muebles en orden ni elecciones limpias porque no esta en su ADN, ganen o pierdan van a proseguir con la demolición y esto termina de una sola manera: no tienen cómo ni con qué ni quién pueda hacerse cargo del desastre.
Nosotros tampoco lo tendríamos si no llegamos con el pueblo movilizado como está empezando a suceder. No será con una alquimia imposible entre Nielsen, Moreno, Pichetto, Cristina y Massa como encontremos la salida. La noche de ayer dejó muchas enseñanzas. Hay una nueva dirigencia social que se junta con el sujeto menos pensado, los senegaleses, y arrastra el inmediato apoyo de Solá, los troskos, la CORREPI, Schmid, Pietragalla, los metrodelegados, la Donda, Lozano, Leandro Santoro, Nuevo Encuentro, Espinosa, los camioneros, el CELS, Gioja , De Petri, Delía... Es por ahí, si no logramos juntarnos los agredidos, que somos muchos más, no esperemos nada de Bossio ni de Bali Bucca! Y si esperamos algo de los carcamanes que le firman el presupuesto y quieren limitarle el derecho a huelga a los maestros, vamos muertos. Dejaríamos las huellas para ser el ala socialcristiana del ajuste neoliberal.
Pero lo que está cocinándose por abajo es mucho mas potente y sin eso, nos voltean en un año. Entonces hay que darle prioridad a esa construcción sin nombre pero con una materialidad visible. La única garantía de sentar las bases de nuestra fortaleza. Olvidémonos de que el macrismo nos va a dar elecciones limpias porque el macrismo nunca nos va a dar nada. Se lo vamos a arrebatar.
Ojalá el enorme marco de unidad que se congrego bajo la lluvia para defender a un puñado de laburantes y luchadores sociales de un gobierno autoritario se conserve para defender al Pueblo argentino del saqueo y la miseria planificada. ¡Gracias!
— Juan Grabois (@JuanGrabois) 19 de septiembre de 2018
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