El 24 de marzo de cada año significa: "No nos han vencido". La otra.-radio de anoche, para escuchar clickeando acá
Cuando en 2006 el gobierno kirchnerista impulsó la sanción de la ley para declarar feriado el día 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en conmemoración de las entonces tres décadas del golpe cívico militar, las bancadas radical, socialista y algunos autodenominados "de centroizquierda" se opusieron a la iniciativa. El argumento era que la instauración del feriado banalizaría el recuerdo de una fecha nefasta para la historia argentina. Otros, como los diputados macristas, se oponían por su mera afinidad con la dictadura.
Los que se opusieron con argumentos socialdemócratas parecían no percibir todas las connotaciones del término "conmemorar", que contiene el sentido de hacer memoria juntos. Hacer memoria no es solo evocar lo pasado: la memoria se construye en presente, permite resignificar el pasado y abrir las posibilidades desde las cuales proyectar el futuro.
Si los argumentos semánticos no hubieran sido suficientes, un acto como el de ayer termina por presentar la evidencia práctica de esa riqueza de sentidos. El de ayer fue uno de los más grandes y felices encuentros populares de la historia reciente. Acá el pueblo no falta. Por el contrario, estas movilizaciones colaboran con la persistencia y la proyección del pueblo. Lo que en su momento fue una fecha nefasta se convierte en una celebración de la vitalidad popular: "No nos han vencido". Las Madres y Abuelas, heroínas iniciales de la resistencia a la opresión, presentes entre nosotros, se encuentran con pibes que nacieron en el siglo xxi y asumen este impulso histórico como propio. El recuerdo de los que faltan se reaviva con la incorporación de los que han llegado.
Los que se opusieron con argumentos socialdemócratas parecían no percibir todas las connotaciones del término "conmemorar", que contiene el sentido de hacer memoria juntos. Hacer memoria no es solo evocar lo pasado: la memoria se construye en presente, permite resignificar el pasado y abrir las posibilidades desde las cuales proyectar el futuro.
Si los argumentos semánticos no hubieran sido suficientes, un acto como el de ayer termina por presentar la evidencia práctica de esa riqueza de sentidos. El de ayer fue uno de los más grandes y felices encuentros populares de la historia reciente. Acá el pueblo no falta. Por el contrario, estas movilizaciones colaboran con la persistencia y la proyección del pueblo. Lo que en su momento fue una fecha nefasta se convierte en una celebración de la vitalidad popular: "No nos han vencido". Las Madres y Abuelas, heroínas iniciales de la resistencia a la opresión, presentes entre nosotros, se encuentran con pibes que nacieron en el siglo xxi y asumen este impulso histórico como propio. El recuerdo de los que faltan se reaviva con la incorporación de los que han llegado.
El macrismo sabía bien cuando asumió el gobierno en 2015 que había que borrar esta marca. No lo lograron. Por lo menos fueron más coherentes que los que en 2006 se oponían a la fijación de esta fecha por simple miedo a la historia con argumentos izquierdistas y socialdemócratas. En su intento de rediseño social, hoy evidentemente fracasado, el régimen actual reconoce la incompatibilidad del encuentro popular en la lucha y la celebración callejera con la imposición de la cultura neoliberal, egoísta, aislante, disgregadora, olvidadiza, mentirosa.
Este año coincide con la multiplicación de los signos de putrefacción del proyecto macrista. No es casual. Los 24 de marzo ya no miran solo al golpe de Videla y Martínez de Hoz: desencubren las continuidades con el presente y la justicia y la verdad pendientes. El macrismo se irrita ante esta movilización por motivos comprensibles desde su perspectiva. Es esperable también que la prensa del régimen se esfuerce en borrar no ya aquel pasado sino este presente. Borrar, desaparecer: signos del neoliberalismo. Por eso una marcha inmensa, quizá incomparable con cualquier acto político en el mundo, no aparece en el aparato propagandístico oficial. Su ausencia es una forma paradójica del énfasis de su importancia. Esta virtualización de la realidad ha sido uno de las técnicas con las que se intentó apuntalar al macrismo. A pesar del manifiesto fracaso político de estos borramientos, el régimen aún insiste con un recurso fallido. ¿Y si probaran con asomarse a la realidad? ¿O les resulta insoportable?
El sábado marcharon "Multitudes por la vida".— Sebastián Lacunza (@sebalacunza) 25 de marzo de 2019
El domingo no marchó nadie. pic.twitter.com/Vw1vZuEmxz
Anoche en La otra.-radio conversamos sobre la manera en que el presente impregna esta movilización. Es una marcha política, claro, no un simple rito vaciado. No es solo contra el gobierno represor de la oligarquía aliada al poder financiero internacional del año 76, sino contra el gobierno represor de la oligarquía aliada al poder financiero internacional de 2019.
Esta de abajo es la tapa de Clarín es del año pasado. Este año el diario de Magnetto optó por omitir la noticia en la tapa. La foto de Paul, intervenida hace doce meses por el ingenio popular, hacía coincidir dos acontecimientos que al final convergerían un año después. El sábado tocó Paul McCartney en Buenos Aires en una noche memorable que muestra la persistencia de los mejores frutos del siglo xx en el xxi. El programa de anoche desbordó de la hermosa música de Paul. También escuchamos la nueva canción de WOS, "Terraza" y hablamos del ocaso del BAFICI durante la gestión macrista. Todo el programa se puede escuchar clickeando acá.
La derecha siempre dice que estos actos están "politizados", como si el repudio que ellos ejercen y reciben pudiera no ser político. Como si su ninguneo de las continuidades entre dictadura y macrismo no fuera tan ladinamente político.
5 comentarios:
Coincido en líneas generales con el artículo (las diferencias se pueden discutir y superar 'dialécticamente').
Sólo que me hacen ruido las primeras palabras "Cuando en 2006 el gobierno kirchnerista..." por una cuestión gramatical: si en 2006 el gobierno era el primero y único de N. Kirchner, ¿no contendrían una redundancia? (onda 'el gobierno kirchnerista de Kirchner').
Dicha redundancia, de existir, da derecho a preguntarse si no implica la pretensión de negarle a N. Kirchner su condición de peronista.
No sé, digo.
Saludos:
guillermo p
Cuando hace falta precisión semántica no es posible la redundancia. Un gobierno peronista podría ser el de Néstor, pero también el de Duhalde, el de Menem o el de Lúder, si hubiera ganado. Por ejemplo, es perfectamente plausible decir que la conducción de la CGT es peronista. Si hubiera dicho "gobierno peronista de 2006" se trataría por lo tanto de una expresión ambigua. Era preciso aclarar que lo hizo un gobierno kirchnerista. Hasta Kirchner, el peronismo no había asumido el juicio a los genocidas como política de estado.
Pero ¿y si hubieras dicho: El gobierno peronista de N. C. Kirchner...?.
Buenísimo el título. En ese momento las plazas fueron la manera de sostenernos, de sentir que seguíamos estando. Y llegamos a este 24, y seguimos estando. Alicia
Gorila Gorila: es más largo lo que proponés. Opto por la economía sintáctica. Nadie puede negar que el gobierno de 2016 era kirchnerista y los lectores jóvenes pueden no saberlo. Y si digo "peronista" faltaría otorgarle al kirchnerismo su especificidad: la bandera de los derechos humanos. De todos modos, no había redundancia. Pero está claro que al escribir en el blog no respondo a ningún control como no sea decir lo que pienso.
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