Pa' que escuchen todo' acá
Que llegó el verdadero perri
L-Gante, qué lo qué [Okey]
Vengo del barrio a todo ritmo
Como un sicario mato lo' ritmo'
Acá se ríen vario' y suenan lo' mismo'
En el vecindario yo soy siempre el mismo
La mierda que tiran en odio les vuelve
Y hasta lo' que me odian les encanta verme
Que voy pa' la cima directo a quedarme
No importa qué digan si sé mantenerme
Mirale la cara, ese pibe 'tá loco
Señora, confirmo, porque fumé un poco
La mente perfecta, el limado del coco
Faltaban lo' reale' y yo se los coloco
Cumbia 420 pa' los pibito'
En la joda vacilan enrolando churrito'
Que fume' Marimba no te hace chorrito
Si no entendés eso, caminaste poquito.
Acá estamo' puesto' pa' lo que sea
Cadena', fierrazo', piña' aunque sea
Acá lo hacemo', no hace falta mea
No somo' loro' que solo boquean
Ya acostumbrado a ignorar lo' mocho'
Lo' que usan tre' línea' y se creen rocho'
Conozco gente que robaron mucho
Y no le' hizo falta tirar ni un corcho.
Yo sigo en el rrioba con pibe' piola'
No soy como esos que se hacen los bello'
La' gatas a mí se me entregan sola'
Y hasta las de mi bronca puse sello
Yo sigo en el rrioba con pibe' piola'
No soy como esos que se hacen los bello'
La' gatas a mí se me entregan sola'
Y hasta las de mi bronca puse sello [Yeah]
Pa' los que le gusta agitarla y no parar
Pa' lo' que les cabe salir, no regresar
Perro, no confunda' robar con trabajar
Que la plata viene pero no la dignidad
Le metemo al cien por chequear como explota
Leélo en la sien, acá no sirve copia
Flowcito que e' lo que la' guacha' rebotan
Fijate cómo tenemo' la nota
Yeah, tenemo' la nota
Contale' Axis cómo lo hacemo' acá, perrito
Ey
Y vo' sabes cómo lo hacemo' acá, perrito, eh
Tranqui, relax, voy con to' los mío'
No te meta' en problem' que explotamo' lío'
La malda' acá sobra, dentro 'el caserío
Y se esconden la' sombra' de lo' vaso' mío'
Bien vola'o andamo' con los ojo' rojo'
Bien prendido fuego, a tu cachila mojo
Bien vola'o los ojo', los parpadeo flojo'
Bien flow caro, perri, a los precio' los cojo
Yo tengo la nota con un par de loca'
Que si tiro un teto me lo trae en la boca
Y le duerme la boca porque pido coca
Pa' que active y dura le explote la cho—
Yo ando por la noche con aroma Dolce
Mi compa y el coche brillan como un Porsche
Tiran lo' fantoche' para que yo moche
Y le cierro el hocico siempre con un broche
Compa, no compito, voy a ser primerito
Mientra' pinta el tinto con mi compa el Tito
No fumo finito, sale en el pastito
Y cuando pinta pleito los puño' lo' agito
Yo acá a nadie imito porque soy origin
Y eso e' lo que vale, me llueven la' mishi'
Voy volando lejos, rumbo pa' la cima
En la tarima explotan como Hiroshima
Yeah, eh
Axis, eh
Axis produciendo, perro
L-Gante, qué lo qué
Ey
Y vo' sabé' cómo lo hacemo' acá, perrito, eh
Ey
Si quiere copiar que copie
Si quiere tirar que tire
Jejeje
La cosa es si pasamos cabida o si lo hacés de nivel
El qué lo qué [Qué lo qué]La aparición de L-Gante en el horizonte musical argentino dispara paradojas inquietantes. El pibe que en pocos meses logró más de cien millones de reproducciones en YouTube no es producto de una estrategia comercial cuidadosamente diseñada por una productora multinacional de Miami aunque nadie puede asegurar que no acabe siendo absorbido por alguna de ellas. Viene de un barrio pobre de General Rodríguez y gracias a haber recibido de púber una netbook del plan Conectar Igualdad logró apropiarse en base a intuiciones certeras, pulsión de supervivencia y un oído fino para las neo-lenguas callejeras globales -por esa fineza se llama justamente L-Gante- de un cruce de tradiciones musicales de reputación dudosa, de la cumbia villera al rap, pasando por el reggaeton y el trap. Para el no iniciado, todos estos géneros se parecen. Pero eso pasa con todos los géneros: al que no curte jazz o heavy metal todos los discos les parecen iguales.
Para mí es difícil o incluso impertinente asegurar algo acerca del estatus artístico de L-Gante, como que se trate de "la voz de una nueva generación" o algo así. Tampoco quiero proyectar sobre su tersa piel tatuada mis viejos íconos emancipatorios. No quiero hacer una operación de legitimación "progresista" de esta corriente social subterránea. Hasta su carácter subterráneo es equívoco: si sus temas acumulan más de 100 millones de reproducciones, la subterraneidad de la que estamos hablando no es la que tenían los Redondos a comienzos de los 80 cuando tocaban para 200 personas en un sótano de San Telmo. Pero sí hay una tapia invisible e infranqueable que separa a las clases medias que en Argentina suelen administrar los reconocimientos culturales una vez que les artistes pierden sus bordes más filosos.
Abel Gilbert es un agudo crítico musical que prueba sus categorías estéticas con géneros diversos, supo caracterizar muy bien lo que expresaba la voz de Gabo Ferro, así como hace poco publicó un libro, Satisfaction en la ESMA: Música y sonido durante la última dictadura (1976-1983), en el que casi medio siglo después señala el escalofrío que causa pensar que Serú Girán cantaba a una cuadra de la ESMA "un río de cabezas aplastadas por el mismo pie" mientras todavía se torturaba en el campo de concentración cercano a Obras. Más escalofriante que pensarlo ahora era sentirlo en 1980. Es decir: el búho de Minerva despliega sus alas al atardecer y hoy Charly ya forma parte del canon musical argentino. En los 70, cada vez que presentaba un nuevo disco le costaba lograr la aceptación de los críticos. Los contornos de las cosas se ven más fácil a cierta distancia. Por eso Abel Gilbert, cuando tiene que ubicar a L-Gante en algún casillero, le asigna el de la ruina y la frustración de los sueños emancipatorios. Ya iría siendo la hora de que la crítica musical empiece a escucharse a sí misma para saber cómo suena. Al gusto de clase media no hay nada que le cueste más trabajo que reconocer el gusto de clase media y suele confundirlo con la exigencia estética.
Lo que yo encuentro en L-Gante es la huella de un presente, ruinas, sí, pero también la vida entre las ruinas. La tentación continua de devenir mercancía junto con el registro de una violencia que no se conduele sino que baila entre la basura. Hay mestizaje y apropiación, como sucede siempre en cualquier género. ¿o acaso el tango es una música aborigen? Hay tanta conexión con la circulación de bienes culturales globales como la que puede experimentar un cinéfilo que baja películas de un autor filipino. Pero la imposibilidad de la clase media para oír la música que hay en L-Gante se basa en una forma sublimada de la discriminación, más cauta que las proclamas fascistas de la mano dura. Hoy los de 50 y 60 pueden disfrutar de Marvin Gaye o Armando Manzanero, pero no se les ocurre asociar sus obras a un proceso de disolución social. L-Gante es un creador que sabe extraer la sustancia musical de la lengua y el habla, que desarregla y combina de otra manera, que cuela entre jergas ajenas deformidades propias, pulsa el latido de una calle que el rock hace rato no percibe porque se retiró al neointimismo de sus aposentos. La calle es hoy más dura y violenta que en los años insurrectos pero ya se trata de una violencia clasista naturalizada que los ciudadanos dejamos en manos de la policía. Yo no sería tan ligero para olvidar que su universo, su estilo para estar en el mundo coincide justo con el que el neofascismo aspira a masacrar y los ilustrados excluyen de su rango simbólico. L-Gante canta con alegría y con orgullo acerca de prácticas a las que las clases medias temen u odian.
Y el arte aborrece el vacío: cuando las otras formas de la música popular establecida se recluyen en una prolijidad apaciguada, hay una aspereza plebeya que no pide permiso para gozar del mundo ni se resigna a jugar el rol del cordero achurado. Si abren la oreja van a encontrar diseminados entre los versos de L-Gante su propio programa político-estético, con una autoconciencia de la que otras expresiones musicales carecen.