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domingo, 2 de enero de 2022

Las películas del año 2021


por Oscar Cuervo

Roger Koza me invitó amablemente a participar una vez más en su gran encuesta anual, la Internacional Cinéfila, en la que participan centenares de personas de todo el mundo. Lo que sigue es una versión extendida de mi selección: 

Segundo año en pandemia de la IC, lo que restringe drásticamente mi percepción del estado del cine mundial. Nunca fui menos al cine que en este bienio. La abrumadora mayoría de lo que vi salió por la pantalla de mi computadora, lo que me aleja de la experiencia cinematográfica, no solo por las condiciones de mi recepción sino por la naturaleza de lo visto, la dificultad para discernir si estoy viendo una película: todo sale del mismo cuadradito. ¿Podrá el cine propiamente dicho reponerse de la pandemia o la peste vino a liquidarlo? Los festivales internacionales a los que tuve acceso online no ayudaron a mejorar mi perspectiva. Tampoco las plataformas, pagas o piratas. Vi varios de los títulos que “sonaron”, los que encabezaron otras listas internacionales, incluso de cineastas muy estimados, ninguno supera a las películas que acá elijo. El sabor que deja el circuito de festivales con poder de imposición de agenda es penoso, tanto como la mayoría de los estrenos comerciales. ¿Habrá películas inaccesibles para mí que modificarían mi perspectiva? No hablo de lo que no vi.

Como sea, las películas que acá elijo son extraordinarias, a la altura de cualquiera que haya mencionado en años “normales”:

3SCOMBRO5 (Raúl Perrone)

Perrone se sumerge en el oscuro espeso de un tiempo suspendido en el que se topa continuamente con milagros: el milagro de la luz que hace estallar el marco de una ventana, el de los infinitos matices del plateado, el sobresalto del color moreno de unos talones deseados, el polvo rosa del ladrillo que tiñe la luz celeste. Las pieles obradas por el tiempo surgen apenitas del fondo negro y la devoción a la Virgen se dice en ritmo de rap. El delicado tejido sonoro –rumores, ladridos, pasos, gritos lejanos, cumbias, la voz que de vez en cuando narra, el jadeo del amor- le da volumen a la superficie plana de la pantalla. En un espacio desolado, todo es milagro. En su inspiración inagotable el Perro de Ituzaingó ofrenda la más tenue elegía popular, la película por la que quedaría en la historia si no hubiera hecho ninguna otra.


Árboles y Pájaros - Del natural (Gustavo Fontán)

La pandemia impuso el parate desde el que estas pequeñas películas se detienen a mirar el mundo y la tierra. La catástrofe humana es el fondo mudo sobre el cual el proyecto tiene lugar. Esa catástrofe parece dar lugar ahora al imponente resurgir de la physis. En ningún caso se trata de películas a-históricas. La pregunta por el habitar humano en la tierra es el acorde permanente que suena de fondo en el cine de Fontán, cineasta secreto entre los secretos. Sin apuro ni distracción va por un sendero solitario. Sigue una tradición de pensadores y poetas con la que quizá ningún otro realizador se haya conectado. Pero lo hace extremando los recursos del cine. El mundo merece conocerlo antes de que todo se vaya a la mierda.

El fulgor (Martín Farina)

Farina filma el campo argentino, es decir: filma una organización de la vida regulada por la fertilidad de la tierra, las armas erguidas, los falos enhiestos y una serie de rituales viriles. Si en la película aparecen solo varones, la función femenina no está omitida sino solapada. No se trata de filmar la "belleza del mundo", ese lugar común de los cineastas y la crítica reaccionarios, sino de exponer mediante el montaje una dialéctica -una tensión- entre la voluntad de extraer los recursos que la tierra prodiga -es un decir: la vaca no nos da la leche: se la sacamos- y una fuerza que se fuga de la conciencia y empuja la experiencia humana hacia los sueños individuales y las leyendas colectivas. La belleza surge como resultado de este desvelamiento y no como un atributo presupuesto del "mundo". En el fondo del túnel que atraviesa, nos espera la leyenda del fauno. La película nos deja suspendidos en la reversibilidad entre el régimen de la economía diurna y el deseo que fulgura en el sueño. El fulgor es una obra maestra que está aguardando a sus espectadores. Cuando más pronto lleguen, mejor para el cine.

El perro que no calla (Ana Katz)

Además de filmar los problemas de la vida común de una clase media atribulada, sin querer o queriendo, Ana Katz filma su posición de cineasta y también filma el cine. Muestra que la vida de sus personajes es algo triste pero eso no los habilita para ser miserables y tampoco la habilita a ella para ser miserable con Sebastián, el protagonista, con sus vecinos, con el perro que no calla o con los espectadores. Existe efectivamente una crueldad sistemática que nos acorrala pero Katz nos muestra que no hace falta que el cine añada más crueldad para mostrarlo. Quienes vieron la obra anterior de Katz no se sorprenderán: nadie como ella filma la vida de un sector social de manta corta, obligado a resbalarse continuamente hacia el absurdo. Su narrativa delicada y amorosa nos insinúa la posibilidad de que en esta era de titanio el cine vuelva a ser popular.

Luto (Pablo Weber)

Un año atrás no conocía a Weber y de pronto en los meses de confinamiento hizo tres películas breves que lo volvieron ineludible. Parte de una generación novísima, ya no guarda lazo alguno con ese espectro denominado Nuevo Cine Argentino. Su cine está enteramente concebido desde las posibilidades de la actual tecnología de la imagen. Más aún: no solo utiliza esa tecnología sino que la piensa: en sus películas la imagen digital se presenta como tal y no como una simulación de la imagen fílmica. Maneja con destreza esa tecnología, le extrae su gélida belleza, por lo que alguien lo podría llamar "cineasta experimental". Por las ideas que involucra en su tratamiento del digital podríamos considerarlo un cineasta inteligente. Pero hay un plus: en Luto, Weber detecta algo que está en el aire y lo transforma en una pieza emocionante. No hay que formar parte de ninguna secta cinéfila ni estar suscripto a revistas científicas para advertirlo. Luto es compleja y rigurosamente contemporánea pero también se siente con sencillez, está abierta a espectadores de cualquier palo, deletrea una lengua popular. Luego: la tercera obra de Weber lo consolida simplemente como artista.

PR1NC3S4 (Raúl Perrone)

El cine es cosa de huellas, de huellas de luz sobre lo negro. En las evoluciones de esas huellas, en sus ritmos cambiantes y sus momentos de detención, en el contrapunto que se genera entre lo que vemos y lo que oímos -ruidos de la naturaleza, relinchos, truenos, palabras en lenguas como música, música propiamente dicha y sobre todo ecos que le dan al sonido una proveniencia lejana-, lo que siempre está obrando en PR1NC3S4  es la materia misma del cine, que lucha todo el tiempo con su forma. Perrone se vincula con su oficio extrañado: él sabe hacer muy bien, quizá mejor que nadie hoy, aunque no sepa lo que hace. Nosotros vemos lo que hace y tratamos malamente de decir algo.

Cineastas emergentes:

Por lo antedicho, Pablo Weber y Martín Farina darán que hablar en los años que vienen.

Mención especial:

The Beatles: Get Back (Peter Jackson)

Peter Jackson logra la hazaña de hacernos entender qué pasó ahí, en las semanas previas a la última actuación en vivo de los Beatles en la terraza de Apple, qué terminó en esos días, qué es lo que no se repetirá, qué nos cabe hacer con eso que fue. John, Paul, George y Ringo estaban haciendo algo sobre cuya naturaleza no dejaron de dudar durante esas dos semanas, pero hoy nos resulta una referencia insoslayable, parte de la estructura de nuestra sensibilidad. Jackson acierta en documentar la cualidad vacilante de ese momento a cuya sombra vivimos. Es difícil esperar que aparezca un documento mejor, más directo y detallado de la vida cotidiana en el laboratorio de la belleza más fértil del último medio siglo.

[Nota: la lista completa de la Internacional Cinéfila, puede leerse acá].

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