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Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.
— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45
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jueves, 9 de abril de 2009
El tiempo y los Conway
por Martha Silva
Esta obra fue estrenada en 1937 en Londres y formó parte de la famosa trilogía sobre el tiempo del dramaturgo y escritor inglés J.B. Priestley, junto con Esquina Peligrosa y Yo estuve aquí una vez, ésta última con un tema en torno al fenómeno psicológico del deja vú, por ese entonces no tan conocido. Priestley se basaba en los trabajos sobre el tiempo de J. W. Donne, muy leído por esos años. No se sabe qué fin tuvieron esas teorías pero lo interesante y perdurable, en este caso, es la teatralidad con que las desarrolla Priestley.
En El tiempo y los Conway el dramaturgo altera el orden de los sucesos entre el segundo y tercer acto. En esos actos describe la vida de una familia inglesa de clase media alta, de tal modo que el espectador sabrá acerca de la vida y el futuro de los personajes, más de lo que ellos mismos están enterados. No develaremos el artilugio que para conseguir este efecto pone en práctica.
Algunos investigadores comparan la alteración temporal que esto produce, con la trama que se despliega en el cuento “El Otro” de Jorge Luis Borges. Ambos autores –Priestley y Borges- fueron contemporáneos, pero se ignora si existió alguna influencia literaria entre ellos.
Recordemos que en su relato Borges refiere que, a los sesenta y un años, ya ciego, tuvo un encuentro en una plaza de Boston que “casi le hace perder la razón”. En el otro extremo de su banco se sentó un joven y comenzó a silbar un “estilo” antiquísimo que nadie a esa altura podía conocer, salvo Borges mismo. Comienza a interrogar al joven y advierte finalmente que no es otro que él mismo muchos años atrás y así se lo da a entender, además de contarle el futuro que le espera. El joven, no sin razón, reacciona con incredulidad y después de cierto tiempo de intercambiar opiniones le pregunta: “Si Ud. ha sido yo, ¿cómo explicar que haya olvidado su encuentro con un señor de edad que en 1918 le dijo que él también era Borges?”.
Lo que hay en común entre el cuento y esta obra de Priestley que hoy comentamos es que hay una sola persona que sabe lo que les ocurrirá a todos en el futuro. En este caso es la joven Kay, que cumple años ese día en el transcurso del primer acto. Lo que sucede no nos sorprende tanto en la época actual, cuando ya se ha jugado mucho con el elemento fantástico, especialmente en el cine.
Además del aire borgiano de la trama, hay situaciones dramáticas decididamente chejovianas, que se encuentran presentes en este texto. La economía de los Conway decae estrepitosamente a lo largo de los años (1919 a 1937) y es necesario darle un corte drástico similar al que se implementa en El Jardín de los Cerezos de Chejov, lo que implica una humillación muy grande: vender una propiedad extensa, subdividirla y restarle categoría. Por otra parte, hay personajes que reniegan de la chatura de la vida provinciana y anhelan trasladarse a la capital. Para ellos, Londres tiene el significado de Moscú en la obra de Chejov. Una suerte de meta inalcanzable que, de conseguirla, haría todo mucho más soportable, como ocurre en Las tres hermanas del autor ruso.
Algo de la poética de los textos de Chejov es posible rescatar en esta puesta, sobre todo en el primer acto, donde se caracterizan para una representación en honor de la joven del cumpleaños. Allí se detaca la labor del elenco femenino.
Que estén presentes ciertos pasajes del teatro universal, recurso muy actual, no invalida los méritos de esta pieza. Por el contrario, además de trabajar lo temporal en forma lúdica, el director Mariano Docena desarrolla el sentimiento de nostalgia por lo perdido y de angustia por el tiempo que transcurre, elementos nodales que atraviesan las obras de esta trilogía de Priestley.
CC de la Cooperación. Domingos, $30
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3 comentarios:
La ví por recomendación tuya y ahora leo la crítica. Lo que sí, como tengo el programa a mano te digo que el director es Dossena, no Docena. Pero interesante tu análisis desde Chejov y Borges.Rose
Hola Rose: Gracias y felices pASCUAS!! mARTHA
Muy buena. El concepto "tiempo" su relatividad. Hoy y ayer ¿es lo mismo? el tiempo que transcurre y el detenido. Queremos más conwy, dennos más tiempo en el 2010 pra seguir viéndola. fabio cordova
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