"La lucha por la verdad no debe tener banderías" termina su imprescindible nota de hoy Horacio Verbitsky.
"Por la verdad" (perdón foucaultianos, perdón nietzscheanos, que hace años renunciaron a ella).
Verbitsky refelxiona acerca de su compromiso periodístico con la verdad, simultáneo con su posición política (incomparable en persistencia, firmeza y eficacia con la de cualquier otro periodista argentino contemporáneo).
El Perro atravesó como periodista más de medio siglo de una Argentina que suele hacer trizas muchas trayectorias profesionales. El Cohete a la Luna lo encuentra en un momento brillante de su carrera y le permite reflexionar acerca de su práctica integral. Para eso, se refiere a sus posiciones publicadas tempranamente contra el carácter altamente nocivo que tuvo Guillermo Moreno durante los años kirchneristas, gobiernos que Verbitsky apoyó en sus puntos esenciales.
Hay muchos peronoicos que consideran a Moreno algo así como el paradigma del "peronismo puro", si tal cosa existiera. Lo cierto es que la desastrosa gestión de Moreno facilitó grandemente la tarea sucia que desde 2015 hizo el macrismo. Néstor y Cristina tardaron en comprenderlo, pero finalmente Kicillof fue el encargado de poner fin a la ejecución del daño morenista. Los efectos de ese daño los seguimos viviendo.
Ahora Moreno pasó a integrar la lista de mediáticos bizarros en un grupo en el que lo acompañan Santiago Cúneo, Alfredo Olmedo, Julio Bárbaro, Luis Juez o Javier Milei. Divertimento para las cloacas televisivas.
Aún hoy hay peronoicos y kirchneroicos confundidos que consideran a Moreno un soldado de la causa patriótica, a pesar de sus bravatas machistas, macartistas y reaccionarias. Alguien me comentaba hace poco: "Moreno todavía se quedó en el palco de Ezeiza".
Más allá de este personaje, la nota de Verbitsky sirve para pensar los vínculos inescindibles entre política y verdad. Perdón foucaultianos, perdón nietzscheanos.
Si todavía no leyeron la nota, la encuentran acá.
1 comentario:
Una tendencia última acerca de Moreno lo minimiza y lo deja en territorio de lo folklórico, restando actuar a su respecto con una supuesta superioridad benevolente. Gran error. Moreno explota ese rol que unos y otros le atribuyen y lo lleva hasta la puesta teatral porque todo en él es escénico (sus digresiones son deliberadas y dispuestas a dar espectáculo para evadir otras profundidades en las que se ahogaría, de ingresar efectivamente en esos temas - que conoce muy bien, insisto, pero que sortea con acrobacia circense -).
Tiendo a pensar que algunos periodistas se hacen eco de objeciones que otras figuras políticas están impedidas de dar, por circunstancias y personal relevancia. Y Verbitski no es un periodista que no medite sus decisiones, Si se largó a nado es porque había agua.
Alguna contestación a la retórica de Moreno era urgente, es obvio. Pero creo que debería haber revestido formalidad partidaria y un tono menos beligerante. Rebatir cualquiera de sus aseveraciones geopolíticas endebles (su mención a China como potencia declinante, su evasión a discutir la evidente guerra de monedas en curso, repreguntarle qué elementos reales avalan el curioso rol que asigna al Papado, su tiro al pichón sobre las socialdemocracias que evita describir, etc.), es algo que cualquiera de los cuadros nuestros que lo cruzaron en estudios de televisión podría haber realizado. Es decir, no era necesario recurrir a la virulencia de Verbitski. Una oportuna réplica en cada encuentro que se tuvo con Moreno, bastaba.
Se comprende que haya cierta aprensión a enfrentarlo por su conocimiento de las intimidades del poder de entonces. Pero tenía flancos flojos como para debilitar su inoportuno ataque a este esfuerzo de unidad.
Este falta de réplica se observa incluso en otras ocasiones y frente a periodistas de diversos medios. Parece que el único que ha rebatido argumentos en el acto, hasta la fecha, es Kiciloff. Por sí solo y con excelentes modales.
Cierto es que los programas de actualidad política son consumidos por una minoría de televidentes. No influyen en el drama cotidiano de los territorios. Pero si se ha recurrido a un tercero, en este caso Verbitski, es porque alguien consideró que el poder de fogueo de Moreno no era irrelevante.
Entonces definamos otra imagen de Moreno, pues. Porque como reliquia pintoresca, que es adonde lo arrojaron pésimas evaluaciones partidarias recientes, este tipo claramente no cuadra. Saludos. Claudia.
Publicar un comentario