miércoles, 5 de junio de 2019

Desconcierto y malhumor en los focus groups de campaña

La otra.-radio del domingo pasado para escuchar clickeando acá 


Cuando cada medianoche de domingo / madrugada del lunes llega la parte en la que hablamos de la coyuntura política siempre tenemos que decir que fue una semana intensa. Siempre es cierto. Y parece que va a seguir así no se sabe hasta cuándo. La intensidad argentina. 

El tablero se alteró hace unas semanas cuando Cristina anunció su candidatura a vicepresidenta y forzó al resto a reconfigurarse. El gobierno intenta algún truco para recuperar el centro, con grandes dificultades para hacerlo por el desastre que su gestión provoca en gran parte del pueblo. Como no tienen ni tendrán buenas noticias para dar, su único plan es sacudir a la población con operaciones del aparato de propaganda oficial, en coordinación con los jueces adictos y los servicios de inteligencia.

El sector que Pichetto intentó construir con el nombre de "Alternativa Federal" se fue desgajando día a día después del anuncio de la fórmula FF.

Uno de los integrantes iniciales del espacio diseñado por Pichetto se vio particularmente sacudido por la fórmula FF: Sergio Massa. Desesperado por el exceso de posibilidad y la falta de realidad, Massa vio cómo su ancha avenida del medio se angostaba hasta hacerse intransitable. Si en los próximos 4 años siguiera gobernando el macrismo, su mentirosa equidistancia lo dejará como cómplice de la disolución nacional. El límite de Massa se lo marcan sus propios aliados. Los mejores que tenía ya lo abandonaron. La gran mayoría de los que le quedan lo presionan para que se integre al frente que puede derrotar a macri en octubre. La ambivalencia ya es insostenible. Massa sigue estirando su definición y acrecienta la desconfianza de todos. Cada día que pasa cavilando su credibilidad vale menos. Lo que hace valer es su poder de daño contra el campo popular para maximizar sus ventajas. No quiero imaginar lo que sería una Argentina gobernada algún diá por Massa.

La coyuntura de cada semana parece intensa: ni siquiera nos alcanzan las dos horas de programa para hablar de todo lo que planeamos. Como decía aquella vieja canción de Lennon: "Always something happening and nothing going on...". No es exactamente que no pase nada, pero no todas las noticias que suenan explosivas terminan por mover la aguja.

En estos días se están alineando las relaciones de fuerza que van a regir en los próximos cuatro años, que pueden llevarnos a una profundización de la devastación macrista o al comienzo de una recuperación popular y democrática.

Si ampliamos la mirada, podemos percibir el extendido empate histórico entre las fuerzas populares y antipopulares que desde hace décadas no pueden definir la partida. Una pulseada persistente que convierte a la Argentina en una rareza en la escena política global. Cuando el neoliberalismo se impone en gran parte del planeta como una naturalidad ineludible acá la seguimos peleando. El Financial Times se erige en vocero del orden mundial y mira azorado a un pueblo resistente: "Argentina debe rechazar el regreso del peronismo""El movimiento populista ha dejado un sendero infeliz de fracasos durante siete décadas, desde los controles de precios hasta la nacionalización y la manipulación de los tipos de cambio, respaldados por un endeudamiento insosteniblemente alto". Son incorregibles.

El totalitarismo neoliberal no necesita de la verdad, perdón Foucault, necesita de la mentira, y por eso omite que los gobiernos de Néstor y Cristina tuvieron un sesgo fuertemente desendeudador y que la obediencia macrista al orden mundial es la que bate récords de endeudamiento. El mundo no renuncia a borrar de la faz de la tierra la anomalía argentina. Desde 1945 no lo viene logrando.

El apoyo de Trump, Bolsonaro, Clarín, La Nación y el totalitarismo de mercado no son sostenes suficientes para transformar el estropicio macrista en un simulacro de gestión moderna y democrática, perdón Natanson. Clarín viene apuntando a destruir el liderazgo de Cristina desde el día en que ella asumió su primera presidencia. Ahora redobla las operaciones para evitar que el kirchnerismo siga siendo el núcleo de la identidad política de la resistencia argentina.

El desconcierto reina en el pool de medios que entre 2007 y 2019 tiraron artillería pesada contra el liderazgo de Cristina y apenas lograron mantenerla en la centralidad política regional. Cualquier análisis racional de su objetivo no cumplido llevaría a estos combatientes del periodismo de guerra a revisar sus tácticas. En lugar de asumir que un grupo de medios, por poderoso que sea, no puede doblegar a un pueblo, Clarín insiste en proyectar su propio fracaso adjudicándoselo al estado de ánimo popular. Santiago Fioriti, escriba a sueldo de Magnetto, atribuye su propio desconcierto al ánimo de la población. Cuando crecen nuestras esperanzas de sacarnos de encima a la peste macrista, el desconcierto y el malhumor reinan en la redacción de Clarín. Y en lugar de revisar sus métodos fallidos, insisten con más operetas.

"Desconcierto y malhumor en los focus groups de campaña", dice Fioriti, y habla más de la redacción en la que trabaja que de la vitalidad popular.

Para escuchar el programa del domingo pasado, clickeen acá.

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