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lunes, 24 de octubre de 2022

Argentina, 1985

 La película de Santiago Mitre con guión de Mitre y Mariano Llinás

 
 Escuchá el análisis acá:
 

¿Argentina, 1985 fue pensada para convocar multitudes? Sí.

¿Con recursos espurios? No.

¿La cinefilia de derecha la aborrece? Sí.

¿Es un fenómeno político que desborda lo cinematográfico? Sí

¿Hay que analizarla formalmente sin meterse en sus efectos políticos? No.

Más allá de sus cualidades/límites estéticos, Argentina 1985 es una intervención en la política actual? Sí.

¿Qué decir de los críticos que la abordan desde un punto de vista estrechamente cinematográfico? Boluditos.

¿Y quienes le exigen que no omita nada del hecho histórico?

Zonzos.

¿Es Argentina 1985 la película definitiva sobre: la dictadura, la democracia, el alfonsinismo, el poder judicial, los juicios a los genocidas, Strassera, el radicalismo, la complicidad civil, el año 1985?

No: es solo (nada menos que) una buena película y un fenómeno social.

Argentina 1985 ¿es la película del año?

Estéticamente no.

Políticamente sí.

¿Esta diferencia es un problema? No, imbécil.

¿Qué más decir?

Quizá las cuestiones más incisivas que Argentina,1985 invita a pensar sean:

- ¿Cuánto hace que el cine explícitamente político no lograba ser discutido masivamente? Hubo un tiempo en que el cine político apuntaba a salir de la sala y movilizar la discusión pública. Hoy existe una subespecie de cine que intenta construir su radicalidad política reingresando a sí mismo para pensar en el propio estatuto de su imagen. No sería en absoluto incompatible pensar simultáneamente el estatuto de su imagen y su incidencia sobre el debate político extracinematográfico. Un cine político que se confina a trabajar sobre el estatuto de su imagen sin interpelar a espectadores de baja intensidad política resulta un cine endogámico.

– La película hace emerger un público que no estaba en la agenda pública: el que se reúne en una sala -en cientos de salas- a manifestar su opción por la democracia y a repensar el tortuoso proceso a través del cual se constituye. Algo que la política no vio. Hay un espacio político vacante que Argentina, 1985 le señala a la política. Hoy proliferan -también en películas que se piensan como políticas- los lamentos acerca del avance del neofascismo, pero Argentina, 1985 visibiliza la necesidad de sectores antifascistas para manifestarse, notablemente, en la sala de cine, y a seguir pensando después. Presencié varias conversaciones de personas no intensamente politizadas pensando en lo que la película trata.

– Algunos sectores de la crítica parecen declararse en estado de alerta porque la visión de la película lleva a discutir tesis como la teoría de los dos demonios. En La historia oficial esa teoría no era discutida sino instalada por uno de los personajes. En Argentina 1985 aparece enunciada por algunos personajes y simultáneamente señalada como problemática. En Argentina 2022 hay sectores que gozan de amplia difusión que reivindican el terrorismo de estado. Los espectadores de Argentina, 1985 se ven movidos a pensar esa teoría y la diferencia entre el hecho de que un personaje la sostenga y que la propia película la sostenga. ¿Se lo propusieron Mitre y Llinás? No importa: la película lo propicia.

Argentina, 1985 logra algo que muchos cineastas políticos desearían: narra un debate político, con su trama intrincada de conflictos velados e inconsistencias, y a la vez suscita un debate político entre quienes la ven. Los espectadores no van simplemente a ver una historia pretérita sino a producir otra presente: que en Argentina 2022 se discuta sobre dictadura y democracia. Esta reduplicación pone en cuestión la disociación que establece cierta parte de la crítica entre temática, procedimiento y efectos pragmáticos. ¿No es hora de que el cine político -y su crítica adjunta- se comprometan a pensar no en el puro procedimiento ni en la pura temática ni en el puro efecto sino en su articulación? ¿No es la política de un film lo que sucede mientras y después de ser proyectado? Esa eficacia para incidir en el debate público está en el origen del encono que produce la película en otros cineastas pretendidamente políticos que no logran incidir sobre el debate público.

– Me leo escribiendo estos apuntes (más preguntas que respuestas) a propósito de una película sobre la que antes de verla había acumulado una cantidad de prejuicios. Curiosamente, el cine de Mitre y Llinás nunca me despertó entusiasmo. Incluso no creo que Argentina, 1985 sea una gran película, pero veo que se presenta como una ocasión para pensar las relaciones entre cine y política. Me quedo pensando qué cosa es una gran película.

2 comentarios:

Henrique dijo...

Excelente, Oscar. La mejor síntesis de lo que és y de lo que no és esa película, entre los ríos de tinta (o de bytes) que se han gastado para tratar de ella.

Oscar Cuervo dijo...

Gracias, Henrique!