Por Oscar A. Cuervo
Los archivos de la Media Luna, la película que veremos este sábado en el ciclo de cine de La otra (función especial: en Agua en Marte, Pte. Perón 4014, a las 19:30), es un extraordinario film que narra un caso rea de cómo se imbrican en el mundo moderno las relaciones entre el poder político militar y la empresa científica. Por eso invitamos a la doctora Esther Díaz (UBA), una especialista en esta cuestión.
En el número 5 de La otra (año 2004) le hicimos una entrevista a Esther Díaz en la que ella desplegó sus reflexiones sobre la ciencia y el poder. A continuación, algunos tramos de la entrevista:
Pregunta: Desde el comienzo del CBC usted dicta la materia Introducción al pensamiento científico pero en la bibliografía de su programa incluye a autores como Heidegger, Foucault, Nietzsche, Kuhn, que no son habituales en una materia que es una especie de metodología de la ciencias.
ED: Justamente, la epistemología es una disciplina relativamente nueva, de principios del siglo XX. Como suele pasar, los fundadores le dieron su impronta, que es lo que hoy llamamos neopositivismo o cientificismo. Desde esta posición se considera que la única verdad legítima es la que provee la ciencia, y que esta es el modelo excluyente de racionalidad. Los cientificistas han criticado a la filosofía tradicional, se han burlado de manera casi grosera de Heidegger, por ejemplo, por esa frase “como el ser que navega por la nada”, etc, etc. Pero ellos terminaron siendo más metafísicos que la metafísica que critican. Porque ¿qué hay más metafísico que una ciencia que se basa en supuestos matemáticos, expresables únicamente en un lenguaje formal y totalmente alejados de la experiencia cotidiana? Así que a mí me pareció que nosotros teníamos una responsabilidad frente a nuestros alumnos, porque estamos formando a futuros científicos y técnicos que es probable que en toda su carrera no vuelvan a tener una reflexión sobre la ciencia y que, precisamente por esa carencia, se impregnarán de una mentalidad en la que la ciencia quede absolutamente incuestionada. Por eso tuve la necesidad de incluir en mi programa, además de los principios metodológicos que se ven en las otras cátedras, a algunos autores que presentan posturas alternativas a la cientificista.
De acuerdo con la descripción que usted hace, la epistemología sería en la actualidad la esclava de la ciencia, así como en en la edad media se decía que la filosofía era esclava del la teología. Es una especie de teología de la ciencia.
ED: Fue así sin lugar a dudas durante el siglo XX. Pero en la segunda mitad del siglo empezó a aparecer otra mirada, porque la sociedad empezó a tomar conciencia de las aplicaciones nefastas de la ciencia. Después de Hiroshima, de Chernobyl, de los trastornos ecológicos cada vez más evidentes, ya no se puede ser positivista. Pensemos en el tema de la soja, del que se está hablando mucho ahora, cuando en Argentina el 90 % de los terrenos están siendo cultivados con soja. Se trata de soja transgénica, un producto que no sabemos a ciencia cierta qué efectos puede tener dentro de 10, 15 años. Es por la presión del mercado que no se puede esperar el tiempo que sería necesario para que esté probado. Es decir, que hablar hoy de ciencia sin vincularla con la tecnología, y con ese contexto económico que ejerce una presión tan decisiva, es hablar de una abstracción. Fijate lo que pasó en Corea: hace poco se ha logrado clonar órganos humanos con fines terapéuticos. ¿Por qué en Corea, uno de los países más pobres del mundo? Porque Corea, como Argentina y la mayoría de los países marginales, no tienen leyes contra la manipulación genética, o tienen leyes muy laxas, o incluso tiene dirigentes fáciles de coimear. Se experimenta con esas personas y se logran conquistas tecno-científicas que luego van a ser aprovechadas no por los coreanos, sino por los ciudadanos del primer mundo. Lo más triste para nosotros es que uno de los dos investigadores que comandan ese proyecto era argentino, un egresado de la UBA, que reside en EEUU y es investigador de la universidad de Michigan. Es decir, que nosotros hemos financiado la formación de este señor para que ahora vaya a hacer sus investigaciones al servicio del primer mundo.
Pregunta: Un estudiante que se forma en la UBA ¿qué espacio tiene para reflexionar sobre esta cuestión que va a ser imperiosa en el momento en que se reciba? Se va a encontrar con las presiones del mercado, los intereses económicos...
ED: Tiene poco o ningún espacio, si se le puede llamar espacio a los cuatro meses que nosotros tenemos para reflexionar sobre el tema... Después de esos cuatro meses es probable que se le haga un lavado de cerebro, por todos los profesores cientificistas que va a tener. Entonces, cuando se recibe, dice algo tan de sentido común, que la sociedad le va a dar la razón: “¿Y de qué voy a trabajar acá? ¿de profesor universitario, ganando $ 100 por mes? Me voy a Michigan y donde me pagan 10.000 dólares”. Por eso se hacen insostenibles la ideas que trasmite la epistemología cientificista: que las verdades de la ciencia son universales, que la investigación científica es neutral, y que hay que apoyarla independientemente de lo que se investigue. Los que dicen esto están siendo funcionales al imperio. Cuando en Washington o en cualquier otro lugar donde se cocina la ciencia o la tecnología de punta se establecen los parámetros que rigen la investigación científica, tienen en cuenta sus propias urgencias y necesidades. ¿Quién se va a preocupar, desde Frankfurt, si en Santiago del Estero la gente se muere del mal de Chagas? Nadie. Entonces no hay tal verdad universal. Son parámetros totalmente perspectivistas, pero como son los que tienen el poder dicen que es universal. Estoy repitiendo lo que hace treinta años dijo Varsavsky sobre la necesidad de regionalizar la ciencia; y nosotros ahora ya tenemos la condición de posibilidad, que es el Mercosur, para construir una tecno-ciencia regional, sin perder de vista lo universal. Está el ejemplo del sida. ¿A quién le importó que se murieran los africanos de sida? A nadie, y hacía 30 años que se morían, pero los que manejan la ciencia a nivel “universal”, no se preocuparon, hasta que empezaron a morir los nenes de mamá en Manhattan. Estos ejemplos dejan muy claro el daño que puede llegar a hacer que el científico o el técnico esté convencido de que está trabajando con parámetros universales.
6 comentarios:
Si, Esther Diaz nombra a Oscar Varsavsky, que fue un pionero en estos temas, realmente. Recuerdo haber leído ese famoso librito de él: "Ciencia, política y cientificismo" que circulaba mucho. Hubo polémica en torno a la palabra "cientificismo", pero tuvo el mérito de abrir un camino para pensar. Investigó sobre Epistemología en el Conicet y murió - oportunamente- en 1976.
Una amiga me introdujo en estos temas. Lo conocía. Martha
Martha:
Ciencia, política y cinetificismo, un clásico imbatible, un libro chiquito pero de una vigencia asombrosa. Lo que describía Varsavsky de la comunidad científica en los 60 está hoy más vigente que nunca.
¿Sabés por qué habrá habido polémica por la palabra cientificismo? Porque a mí me parece perfectamente empleada...
Oscar: El librito del CEDAL se publicó en 1969, pero desde fines de los 50 el grupo de Sadosky, Rolando García , Gregorio Klimovsky y el propio Varsavsky, habían puesto en circulación estos conceptos. Mucho después, creo que por los noventa nos vincularíamos con Klimovsky desde el Instituto de Psicosomática, para que nos enseñara Metodología de la Investigación y poder procesar un trabajo sobre depresión. Un genio el tipo como te neseñaba a pensar.
Pero en torno a este tema del cientificismo paraece que la polémica la gneró Foucault por algo que dijo en "Verdad y pODER"
pARA MÍ ES MUY JUSTO ESE TÉRMINO, pero yo toco de oido.
Pero...a la vez todo el que qiera trabajar en serio en algo relativo a la ciencia, debe ría plantearse estos temas.
Ese libro de Esther Díaz , el que habla de la construcción de una epistemología ampliada, resulta útil (2007) Martha
Más allá de lo que haya hecho en los 50, Klimovsky ha tenido luego una lamentable actuación como decano de Exactas, defendiendo una línea cientificista. A cátedras como las de Abraham y Esther Díaz en el CBC las boicoteó desde su facultado, porque Tomás y Esther incluían en sus programas a Filósofos como Nietzsche, Heidegger y Foucault.
Y como jurado de concursos fue impugnado por Esther Díaz por arbitrariedad manifiesta. La impugnación que presentó Esther prosperó y el concurso fue anulado.
El y su camarilla han manejado durante años los concursos de cátedras de su área, acomodando a los que eran afines a su línea ideológica.
Quizá haya sido un buen docente, no sé, pero en otros aspectos deja bastante que desear.
saludos
Hu! No me digas.
QUÉ ANTECEDENTES EMBROMADOS HABIA TENIDO Y QUE CONTRADICTORIO.
eN EL CASO NUESTRO NO HIZO MAS QUE ASESORAR PARA LA PARTE INVESTIGATIVA DE UN TRABAJO CIENTIFICO EN UNA INSTITUCION PRIVADA, LABURO PARA EL QUE COBRO BASTANTE SALADO. cLARO, EXPLICABA BIEN . EN GENERAL LAS MATERIAS METODOLOGICAS EN LA FACULTAD SE NOS HACEN MUY COMPLICADAS A LOS PSICOLOGOS.
mARTHA
Siempre hay asuntos opinables, pero la impugnación del concurso es un dato objetivo, avalado por el rectorado de la UBA. Y la presión que ejerció contra la bibliografía de Nietzsche, Heidegger y Foucault a mí me consta.
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