Bluesky

Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

martes, 7 de abril de 2009

Breve comentario sobre Historias extraordinarias



(Nota del editor: la cuestión es que yo aún no pude ver Historias extraordinarias, la película de Mariano Llinás que tanta polvareda levantó en 2008. Vivo en la otra punta de la ciudad e ir al Malba un domingo a la tarde no me resulta cómodo. Lo intenté una vez, una tarde que hacía 35 grados, pensando que con semejante clima a nadie se le ocurriría meterse a ver una película de cuatro horas. Craso error, al llegar me topé con el simpático cartelito de entradas agotadas, así que emprendí la vuelta a Pompeya, el taxi estaba tan caliente que llegué a mi casa desmayado. Ese día dije: no voy más. Ahora no sé si la película esta todavía en cartel, pero mi amiga Julieta Eme fue a verla hace unas semanas, le pregunté qué tal y me escribió este comentario que me autorizó a compartir con ustedes).


por Julieta Eme

La película trata sobre tres historias de tres personajes distintos que no se cruzan (y que se abren en otras historias): H (Agustín Mendilaharzu), X (Mariano Llinás) y Z (Walter Jakob). Dura 4 horas y 5 minutos. Tiene dos intervalos y 18 capítulos. Transcurre en la Provincia de Buenos Aires. Y hay un relato en off interpretado por tres voces: la de Daniel Hendler, la de Verónica Llinás (hermana de Mariano) y la de Juan Minujín.

Mi objeción principal a la película de Llinás es que no se trata de una película sino de literatura ilustrada (a pesar de que algunas críticas lo nieguen. Ver especialmente esta nota de Mariano Kairuz). El relato en off es un cuento. Si alguien se tomara el trabajo de desgrabarlo, podría publicarse en papel sin que fuera necesario transcribir más de dos o tres diálogos breves que mantienen los personajes (y que, como excepción rarísima, no son narrados). Las voces de los tres actores, entonces, nos leen un cuento mientras miramos algunas imágenes que lo ilustran. Es verdad que el relato en off a veces concuerda con lo que vemos y otras veces se adelanta algunos segundos, minutos o un capítulo entero. Pero de ninguna manera hay un “juego permanente con la imagen” (otra vez Kairuz en la nota citada). De hecho, me atrevo a decir que si hubiera “visto” la película con los ojos cerrados, habría “visto” exactamente la misma película. Porque todo lo que pasa en la película pasa en el relato en off. El relato narra la acción, la psicología de los personajes, los detalles biográficos y hasta los diálogos (de modo que, salvo contadísimas excepciones, no es necesario que los personajes hablen ni que los actores actúen). Las imágenes ilustran el relato. Son como viñetas, como las ilustraciones de un libro. Cinco párrafos son ilustrados por un dibujo de cinco personas en una mesa cenando y riendo. Tres párrafos son ilustrados por el dibujo de un tipo fumando. Cuatro párrafos son ilustrados por el dibujo de un león acurrucado en el piso de un cuarto. La importancia del relato en off es tan aplastante y la función ilustrativa de la imagen es tan predominante que esta última (la imagen) se vuelve casi superflua.

Las voces de los tres actores son realmente abrumadoras. Cuando terminó la primera parte, pensé que alguien debía ir y amordazar al narrador para que no apareciera en la segunda (ni en la tercera). Aún así, y si una se resigna al deseo de que algo suceda en la imagen que se proyecta sobre la pantalla (y no en el relato en off), la película se sobrelleva, debido sobre todo a que las historias de los personajes principales y secundarios están cortadas y retomadas en los momentos precisos. La parte más interesante es aquella en la que se cuenta la vida del arquitecto italiano Francisco Salamone (1897-1959) y se muestran las obras arquitectónicas impresionantes que construyó en la Provincia de Buenos Aires.

Mientras veía la película de Llinás, me decía a mí misma que eso no era una película, que eso no era cine. Historias extraordinarias es un cuento ilustrado. Pero el cine es otra cosa. El cine abre la mirada. No la cierra ni la ahoga. Y me parece que la película de Llinás hace esto último. Para ver la película, ver no es realmente importante. Alcanza con escuchar el relato en off. Tal vez, esta peculiaridad pueda resultar novedosa o llamativa, pero creo que no resulta interesante.

14 comentarios:

julieta eme dijo...

Agradezco a mi amiga Dark Lady sus lúcidos comentarios sobre cine, de los cuales esta breve nota se ha beneficiado sin duda.

Anónimo dijo...

Yo traté de verla.Una vez llegué hasta la boletería y no había localidades. Te creo,Julieta.

Solo puedo hablar de balnearios,que también tiene un extenso relato en off.A mí no me pareció lo que a Oscar.Creo que Oscar le tomó ojeriza a balnearios o entendió mal la primera parte sobre la costa atlántica.Y sobre la segunda que se refiere a Mar chuiquita que es un balneario a la vera de la laguna homónima cordobesa me parece que no la registra.No le dedicó atención.Las imágenes toman vuelo propio en esta segunda imponiendo su propio discurso sobre el off.
El episodio del artista plástico que crea instalaciones en la geografía de su pueblo diseminándolas en un itinerario particular es sencillamente un hallazgo,extraordinario.
Salamone,dice Julieta.Hay una línea entre aquél y este.

Yo no ví estas Castro y compañía pero ahora me gustaría saber si puedo verlas. Esa incomodidad que crean tanto en los admiradores como en los detractores,como si se disputara una propiedad histórica sobre algo que hasta ahora no se le dió bola me atrae.
O será como dice Oscar un asunto de peleas por el rating. No sé.
H.

martha dijo...

No la ví porque tenía que hacer el mismo periplo extenuante que cuenta Oscar, y la primera ya me pareció que tenia cosas interesantes pero desproporcionadas y por ende , me cansó. Y si ésta es como la describe Julieta, no tiene mucho sentido.
Lo bueno sería que la voz en off narrara todo lo contrario de lo que nos ofrece la imagen. ¿ O ya lo hicieron?
Sospecho que estos realizadores son gente inventada.
martha

hanna dijo...

4 horas y 5 minutos de relato en off??

Mmmm...si fueran cuatro horas vaya y pase...pero ese plus...

Creo que no la veré.

(Gracias, Julieta Eme. Y a Dark Lady también, por sus comentarios)

julieta eme dijo...

H: gracias por la confianza.

Martha: gracias por tu comentario. un beso.

Hanna: de nada. otro beso.

darío dijo...

Los caminos se cruzan.
Concuerdo con la cronista en algún punto (Salamone y sus obras monumentales), pero en otros, me subo a otro caballo.
No despotrico por las cuatro horas y pico de película, si no más bien, lo tomo como una práctica -casi diría estética, aun más hedónica-. Recuerdo ahora, una presentación de 8 horas de duración de una compañía francesa en el último Festival de teatro de Buenos Aires (FIBA07).

Es cine?
Y tal vez. Alejado de los lugares comunes. Más aun de un principio, medio, final. Siquiera de un amague de final feliz.
Pregunto: ¿no existen escritores que se los cataloga de ser eminentemente visuales?
Pregunto: ¿Y porque no puede haber directores de cine eminentemente orales o meramente textuales?
¿Acaso no existe la poesía visual?
Escribís de "literatura ilustrada". Y que son todas las remakes de Batman, Asterix, Ico el caballito valiente, The Matrix, hasta me arriesgo con Citizen Kane o ese estropicio que soporté estoicamente en el cine: El amor en los tiempos de cólera.
Todas son historias. Algunos utilizan voz, otros canciones, otros la hipérbole, otros el humor, más acá la ironía, y pocos, la elipsis (chequeá la Biblia y sus parábolas).
Son estrategias que cada uno se permite. Incluso para inteligir la vida.
Decir que no se trata de una película es el punto de UNA sola persona en este mundo. Citar a otro ser humano para apoyar o simplemente iluminar nuestro punto de vista, también es (nuestra) decisión, estrategia, discurso.
Decís: "me atrevo a decir que si hubiera visto la película con los ojos cerrados, habría visto exactamente la misma película".
Sospecho que no.
Fui con mi mejor amiga, y a la vuelta a casa, fue relatándome los pasajes que más le habían impresionado. Arriesgó dos conclusiones. Y hasta un final posible. Incluso entrecruzó las historias. Y hasta arriesgó un final para nada traído de los pelos. Un dato no menor: A.K. -mi amiga- desde hace casi dos décadas es ciega.


pd: me llama la atención que nadie haga referencia a la banda de sonido. Me resultó un gratísimo descubrimiento.

Mariana T. dijo...

A mí la película me gustó. Yo también me quedé afuera una vez y compré ese día entrada para el domingo siguiente.
Más allá de si es "un cuento ilustrado", más allá de que lo narrativo de la voz en off lo maneje todo, para mí sigue siendo cine,y un cine de lo más original, sobre todo en estos lares.
Cuando vi la película no me molestó para nada la voz guía del relato, es más me resultó un ejercicio narrativo interesante. Tendrá que ver, como dice Julieta, con que cada historia se corta en el momento oportuno y se retoma en el momento oportuno.
Me ha gustado inclusive mucho más que Balenarios, con sus visos de falso documental.
Inclusive el potpurrí de imágenes, situaciones, estéticas, músicas, no hacen sentir que la película sea indigerible y pesada; más bien es ágil y llevadera más allá de los necesarios intervalos por lo menos para tomar algo!

julieta eme dijo...

Darío: no despotrico contra las 4 horas y 5 minutos en ningún momento. Fui a ver HE un día domingo. El miércoles anterior había visto "Los siete samuráis" de Kurosawa, en el monitor de mi computadora, y me gustó mucho. Dura 3 horas y 25 minutos.

Coincido con vos en que HE no es la única película que es literatura ilustrada.

Mariana: gracias por dejar tu comentario.

Cece dijo...

que interesante crítica julieta. me dan ganas de verla para seguir pensando esta cuestión entre la irreductibilidad (o no) de las imágenes en relación al lenguaje verbal. un saludo

julieta eme dijo...

hola cece! sí, estaría bueno que la vieras y siguiéramos pensando y debatiendo.

gracias por tu comentario.

un beso.

Matías Pailos dijo...

La filosofía provee un expediente sencillo (aunque cuestionable) para resolver estas cuestiones: el experimento mental. Metamos en el MALBA a un alguien que no haya vista la película. A continuación, vendémosle los ojos. Sometámoslo a las cuatro horas y cinco minutos de duración de la película y registremos sus opiniones. Démosle algo de comer y dejémosle echar un sueñito reparador. Volvámoslo a meter en la sala y que ahora no solo escuche, sino que vea la película. Registremos sus opiniones. Sospecho que preferirá por escándalo ver y escuchar a meramente escuchar.
No me digas que la escena inicial (la escena completa, y no solo el relato) no te dejó culo parriba. Creo recordar, de paso, que en ella es la parte narrada la que constituye un comentario a lo que previamente vimos, y no al revés. No me digas que no te impactó ver al león. (Verlo, y no solo escuchar que alguien te decía que ahí había un león.)
Parte de lo peculiar de la película es que mete a la literatura (las voces en off) en el cine. Las emociones, sensaciones y pareceres que acompañan la vista de la película son las que son por ese juego: cuán bien las imágenes rescatan lo narrado, o cuán bien lo narrado describe lo visto, si lo hace, en qué medida, qué palabras se eligen, qué imágenes se eligen.
De todas formas me impresiona un poco que importe tanto la delimitación del género. Supongamos que tengas razón y que 'eso' no sea cine... ¿importa? Si 'eso' es gran arte, no importa en qué casillero lo metamos.

julieta eme dijo...

Hola Matías: gracias por comentar.

No, ninguna escena me dejó culo parriba, excepto, como ya dije, las escenas que muestran las obras de Salamone.

Y no, no me parece que HE sea gran arte.

Un beso.

Anónimo dijo...

leo y me sorprendo de las palabras... Descubrí esta película en un festival de cine uruguayo; aquí no fue tan controversial como resulta en su charla.
Desde mi pequeñisimo espacio de comprensión; y desde lo que el cine me ha permitido descubrir de mi y de la idea de mundo que representa; encuentro (contrario a lo que afirmas, Julieta) que lejos de cuestionar la pertinencia de la imagen, esa voz off la libera de la responsabilidad de saciar la necesidad del contínuo vinculo con una historia a través de su narración sistemática. La ubica en una naturaleza que sólo le atañe a ella; y que tú, y yo, tendremos la suerte de comprender los espacios que recorre ( y que trascienden la pantalla) si nos entregamos al juego que nos presenta.
Un viaje, tres viajes; quizás todos, hablan tanto en sus avances como en sus pausas; aunque lejos de pausarse esta historia explora otros tipos de sensibilidades (otra posición de cámara, otra exploración del personaje). A veces no es tan bueno "citar" a otro; sino reflexionar, incluso sobre nuestra propia resistencia frente a una obra. Una película de esta naturaleza no se acaba en su forma de narración. Comunicar es más que elegir palabras, es también trazar estrategias; y es en este aspecto que HE me maravilló como espectadora. En ese juego, que por momentos pareciera un descuido por parte del director, resulta ser una invitación a incluirte; a saberte, siempre, parte de su objeto. Pero claro, qué decir de una película que difiere tanto de nuestro tan arraigado "american sistem".
Y si, Matías, la escena inicial es, sin dudas, excelente... y la prueba más tangible que en esta parte del mundo aún es posible el cine.
Esto es cine (sin duda alguna), pero también es una obra y eso se aprecia de diferentes maneras según la mirada.
Viviana

julieta eme dijo...

hola viviana: gracias por tu comentario. y sí, evidentemente tenemos visiones muy distintas de la película.

saludos.