lunes, 15 de diciembre de 2008

Oesterheld II

Por Juan Manuel Castro

(viene de la semana anterior) El eternauta, piedra fundamental de la historieta argentina, relata las aventuras de Juan Salvo, “viajero del tiempo”. Una invasión extraterrestre, la muerte, la resistencia, todos estos condimentos enriquecieron su historia y la hicieron triunfar. Sin embargo, detrás de la de la ciencia ficción, detrás del quiebre en el modo de hacer historietas en el país, existe una historia similar, una que sucedió en la vida real; de este lado de las viñetas. Una “feroz invasión”, la de la última dictadura, asoló a los argentinos y asesinó a varias decenas de miles. Uno de ellos, fue el guionista Héctor Germán Oesterheld; creador de El eternauta.

Ha estallado una bomba atómica (y nada volverá a ser igual)

“Estaba esa moda de los invasores y a él le gustaba mucho la ciencia ficción. Ya habíamos hecho con él Rolo, el marciano adoptado, una especie de ensayo inconsciente. En ese momento, no había ciencia ficción en las historietas argentinas. Cuando Oesterheld puso su editorial tenía ganas de hacer héroes argentinos y eso hizo. Y me agarró a mí para eso. Cuando llegó el momento de hacer una de ciencia ficción en serio escribió El Eternauta”, aseguró Solano López, el dibujante de la mítica historieta, en una entrevista hecha en 2006. En esas líneas se resume el por qué de la gran aceptación de la tira: la cercanía con sus lectores. Ellos, por primera vez tenían frente a sus ojos batallas maratónicas, esta vez, en su tierra natal. Lugares comunes y ampliamente conocidos, como estaciones de subte, el Congreso de la nación, el estadio Monumental, las calles de Vicente López… La dupla López/Oesterheld había quebrado esa tendencia de desarrollar historias en contextos lejanos: otras naciones, conflictos ajenos. La ciencia ficción pudo instalarse con gran fuerza en el imaginarioo popular gracias a esta proximidad: el sentimiento de que lo que se relataba en las páginas de esta historieta “sucedía a la vuelta de la esquina”, motivaba al lector a involucrarse más.

Además, existe un clima local en la historia, más allá de su localización geográfica, no se reproduce el estereotipo de héroe todopoderoso. El concepto del héroe acompañado de su grupo, la actitud humana frente a la adversidad, provocaron que los lectores se apropiaran de la historia.

¡Ya se nos vienen los cascarudos!

Su obra contiene huellas de una biografía implícita. Entre el primer Eternauta (1957) y la segunda versión (1969) se hace notorio un cambio personal, una revolución. En el 69 relanza la historia original. Esta vez, con el lápiz de Alberto Breccia. Las páginas de la revista Gente fueron las elegidas. Las referencias geopolíticas se hacen muy concretas. Se habla de un pacto entre el Norte y los Ellos. América Latina es abandonada a su suerte y entregada para que los de arriba no fuesen exterminados. Esta vez, los Ellos, los oscuros poderes cósmicos, son las grandes potencias.

Oesterheld torció sus ideas y su modo de pensar; el mundo ya no era el mismo que en esa primera nevada fatal. El golpe de Aramburu, en 1956, con la operación Masacre. El golpe de Onganía, en 1966, con la noche de los bastones largos, cuando fueron cruelmente apaleados los profesores y alumnos de la Universidad de Buenos Aires, mientras eran detenidos. El mandato de Lanusse, en 1972, con la masacre de Trelew.

Como contrapunto, en el país hubo un momento de esperanza: la gran movilización cívica que arrancó con el Cordobazo. Gran parte de la izquierda argentina se injertó en el tronco peronista. Para muchos la vuelta de Perón a la Argentina, desde su exilio en España, era la esperanza de un cambio posible.

Pero en 1976 Argentina se sumergió nuevamente en una dictadura, la más criminal y genocida hasta hoy. Oesterheld militaba en ese momento en la agrupación Montoneros, como jefe de prensa. A su vez, plasmó en la historieta su militancia y sus ideas políticas. En este marcoa salió El Eternauta, segunda parte, en la revista Skorpio de ediciones Récord. Retomó los trazos Solano López.

Un rumbo no tan inesperado

Juan Salvo sufrió este cambio en carne propia: se convirtió en el líder del sometido pueblo sobreviviente, organizándolo militarmente para combatir a los opresores.

”Yo protesté porque él (el guionista) se excedía en el contenido militante. No es que yo les tuviera simpatía a los militares ni a su sistema, sino que lo que él proponía, el mensaje de Montoneros, tampoco era de mi agrado. Y el personaje se desvirtuó. Yo ya no sentía al personaje. Me molestaba porque el personaje se me movía y hacía y decía cosas que no encajaban” declaró Solano López años después.

Cuando se pactó la reedición y la continuación de El eternauta, en diciembre de ese año, Oesterheld ya vivía en la clandestinidad. Solía refugiarse en la isla de Tigre, para no ser chupado. Aparecía cautelosamente en la editorial para entregar los guiones o los mandaba por terceros.

(continuará)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena observación! yo sólo leí la versión del ´57. No sabía que había una nueva versión mas una continuación. Cha gracias... iré por ellas.