Durante los años 90 coordiné conjuntamente con el psicoanalista Héctor Fenoglio un Taller de Pensamiento Científico, una actividad de extensión cultural vinculada a la materia IPC del CBC de la UBA. En el marco de la cátedra dirigida por Esther Díaz, el taller se propuso producir algunas obras que evitaran los modos anquilosados del discurso académico. Entre ellas, una serie de videos -en pleno auge de las cámaras de S-VHS-, cinco en total, agrupados bajo el título genérico de CBC Nius.
El quinto capítulo de esta serie fue Sábato y los amantes regresivos de la oscuridad. En él capturamos una polémica que en ese momento flotaba en el aire. La discusión se desató en el año 94, a partir de unas declaraciones televisivas de Ernesto Sábato en el programa de Mariano Grondona, Hora Clave. Sábato se refirió en ese programa a su paso por la ciencia y las reservas que le producía la creencia en el progreso científico. Esta polémica es un clásico que ya se había discutido mucho antes y se seguiría discutiendo después. Es lamentable que hoy se piense tan poco en esto, cuando el poder de la tecnociencia en nuestras vida cotidiana es casi omnímodo.
Esther Díaz
En la década del 30 Sábato había llegado a participar en proyectos de primera línea mundial, en el Laboratorio Madame Curie en París y en el Massachusetts Institute of Technology, cuando se investigaba la fisión del átomo de uranio. Algún quiebre se dio en su existencia por el cual el científico joven y promisorio abandonó repetinamente esa carrera, se dedicó a la literatura y la pintura, e incluso llegó a enemistarse con sus excolegas científicos por esa decisión. Sábato explicó los motivos filosóficos que lo llevaron a distanciarse y renegar de su vocación científica en algunos libros que quizá sean, finalmente, los más interesantes que escribió: Hombres y engranajes y Heterodoxia, entre ellos. No fueron estos los que lo hicieron muy famoso, sino sus novelas de ficción.
Gregorio Klimovsky
En los 90, Sábato había llegado a gozar de un prestigio social que eclipsaba su controvertida intervención durante la dictadura. El 19 de mayo de 1976 participó de una reunión con el genocida Jorge Videla, junto a Jorge Luis Borges, el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores Alberto Ratti y el cura Leonardo Castellani. La reunión de los escritores con Videla se hizo dos semanas después del secuestro del escritor Haroldo Conti. La pareja de Conti, Marta Scavac, se había acercado a los escritores con la intención de que ellos le reclamaran al dictador por el paradero de su compañero. Hay versiones discrepantes acerca de quién le reclamó a Videla por Conti. Algunos le reprocharon a Sábato durante años que se hubiera negado a hacerlo; en cambio, se dijo, quien sí reclamó por Conti fue Leonardo Castellani, el cura nacionalista y divulgador de Kierkegaard en Argentina. Pero otros testimonios defendieron a Sábato, afirmando que efectivamente él le entregó a Videla una lista de escritores desaparecidos. A la salida de ese almuerzo, las declaraciones de los escritores solo suman sombras a su memoria. Dijo Sábato: "El general me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente". Borges agregó: “Es todo un caballero”.
En los 80, con la post dictadura, Sábato recibió la oportunidad de diluir ese episodio infame presidiendo la CONADEP, convocada por Alfonsín con la intención de reparar simbólicamente los crímenes del terrorismo de estado. El informe final de la CONADEP, en el que figura la lista parcial e incompleta de los desaparecidos que la comisión llegó a recopilar, fue prologado por un texto que se atribuye también a Sábato, en el que se expone la muy criticada teoría "de los dos demonios": el demonio "de la subversión" y el otro, "infinitamente peor", en palabras del autor, de los terroristas de estado. Esta teoría, que equiparaba el estado terrorista con las bandas insurgentes y exculpaba a las clases dominantes que habían impulsado la matanza, encontró una cierta aceptación en el establishment durante los años alfonsinistas. La mayoría de los organismos de derechos humanos recusó esta lectura estatal del genocidio, a la que consideró un subterfugio para perpetuar la impunidad que el juicio a las Juntas había interrumpido, aunque finalmente el propio Alfonsín reanudó con sus repudiables leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Leonardo Moledo
Todo esto es para explicar un poco el contexto alrededor de la figura de Sábato en los 90: había atravesado todas estas controversias y logrado mantenerse como un referente cultural. Después de su muerte, el discutido prestigio literario de Sábato terminó por evaporarse, ayudado seguramente por las mencionadas sinuosidades políticas antes mencionadas.
Pero sus críticas al cientificismo nunca, ni aún hoy, dejaron de tener interés. En el Taller de Pensamiento decidimos hacerle una entrevista a él, a sus contendientes y a otras figuras vinculadas a las ciencias y la epistemología. Era la oportunidad de encarnar en figuras concretas de nuestra sociedad de ese momento las ideas cuya discusión nos interesaba promover.
Enrique Marí
Una mañana fuimos a la casa de Sábato en Santos Lugares. Nos recibió durante media hora y registramos esa conversación con nuestra cámara. Luego incorporamos el testimonio de su adversario, Gregorio Klimovsky, que tildaba a Sábato de oscurantista: él fue quien nos dijo la frase que finalmente fue el título del video: Sábato y los amantes regresivos de la oscuridad. (Klimovsky también había formado parte de la CONADEP). Entrevistamos al divulgador científico Leonardo Moledo, durante años director del suplemento Futuro de Página 12. Moledo asumió durante nuestra entrevista una defensa tan cerrada del cientificismo que lo llevó a relativizar el horror de arrojar la bomba atómica en Hiroshima. Pueden ver en el video cómo lo dice. Además entrevistamos a los filósofos Esther Díaz, Juan Samaja y Enrique Marí, quienes añadieron otros matices políticos y epistemológicos a la discusión en torno a la ciencia, la tecnología y sus aplicaciones.
El video yace arrumbado en algún rincón entre mis cosas, sin que yo pueda verlo. Ya no tengo un reproductor de vhs; si lo tuviera, no sé con qué imagen me encontraría cuando intentara reproducirlo. Hace pocos días un amigo me avisó que está subido a youtube en dos partes. Ni idea tengo de quién lo subió. Así que en seguida lo busqué, no sin cierto temor por reencontrarme con algo que habíamos hecho 24 años atrás, junto a Héctor Fenoglio, Gustavo Balbuena y Laura Hayes. También colaboró en la edición Mariano Calabrese de la FADU y un grupo de estudiantes de la materia: María Jaunarena e Iván Silvero, entre los que recuerdo.
Juan Samaja
Me resulta difícil tomar distancia crítica con una obra hecha hace tanto, porque lo que más veo al verlo es la época en la que lo hicimos y la alegría de hacerlo. Me había olvidado de que en medio de los testimonios habíamos insertado fragmentos de Tiempos Modernos, 2001: Odisea del Espacio e Hiroshima mon amour. Mi lazo sentimental con el video no me deja asegurar que conserve algún valor.
Pero pienso que sí: no solo por los testimonios directos de Sábato y todas estas figuras relevantes de la epistemología local de fines del siglo. No sé si habrá otros registros de Juan Samaja, Enrique Marí y Leonardo Moledo, todos ellos ya fallecidos. Aparece mi aún amiga Esther Díaz, con su look muy noventista. Tampoco sé si Klimovsky aparece en otro registro formulando su clásica falacia del martillo, un lugar común cientificista para eludir el compromiso político de la producción científica y adjudicarle una neutralidad meramente instrumental. Klimovsky declama ante cámaras un elogio de la libertad de investigación, a pesar de que por esos mismos años cumplió desde el poder académico el rol de inquisidor de las cátedras del CBC que incorporamos en los programas a autores como Nietzsche, Heidegger, Foucault y Feyerabend. Moledo y Klimovsky extreman aquí su defensa acrítica de la ciencia, frente a las ácidas ironías de Sábato. Llegan a confundir cualquier cuestionamiento al cientificismo con una propuesta de retorno a las cavernas, o un intento de "detener el progreso científico", como dice Moledo, que ni siquiera parece comprender bien la posición de Sábato. Samaja, Marí y Díaz exponen la a esta altura ineludible vinculación de la producción científica con el contexto económico que la posibilita, sin que esto implique ningún retroceso romántico.
Me convenzo de que hay algunas virtudes en el video: muestra miradas muy contrapuestas sin cerrar la discusión, involucra la pasión polémica respecto de un tema que se suele tratar con abulia académica. Los interrogantes que plantea sobre el progresismo cientificista me parece que están muy lejos de haber perdido vigencia. Creo que lo voy a volver a proyectar en mis clases.
Como sea, esto que acabo de rescatar de mi propio olvido es un paso que merece figurar en el blog La otra. Si tienen un rato véanlo.
Primera parte:
Primera parte:
Segunda parte:
5 comentarios:
Gracias por compartir este material. interensantísimo!!!
Gracias a vos, Darío!
QUE BUENO, OSCAR ! gran material !
El trabajo es sumamente valioso Oscar, por todos los motivos que señalás en tu artículo. Gracias y felicitaciones.
Me acuerdo siempre del ejemplo absurdo de Moledo del lavarropas y lavar en el río, tanto Klimovsky y MOLEDO los dos siempre esquivaron la pregunta con ejemplo simples del consumo medio. Recuerdo cuando en unas de las puestas del video en el Rojas se calentó Moledo, cuando quedó en evidencia que según él, estaba bien haber tirado la bomba atómica para detener el fascismo.
La misma reacción tuvieron cuando cuestionamos el saber en la Universidad, pensaban que íbamos a prender fuego todo, nunca se entendió la contradicción.
Gracias por refrescar la memoria.
Ana
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