El mejor programa de la televisión argentina: 6,7,8

por oac

Los recursos argumentales de la reacción conservadora argentina son limitados. Manejan un amplio porcentaje de los medios masivos (afectados por la reciente sanción de la nueva ley de servicios audiovisuales) y machacan sobre cuatro o cinco slogans (decir ideas es una exageración) que parece que no necesitan apoyo empírico ni fundamentos racionales: el país está bajo un régimen cuasi-dictatorial, la inseguridad no nos permite caminar por la calle, nos están matando a todos, la gente tiene miedo, la conflictividad social aumenta, hay caos de tránsito, estamos aislados del mundo, vamos a tener que importar carne y leche, el dólar se va a disparar hasta el cielo, Milagro Sala es una mina violenta que le pega a las mujeres y maneja a grupos armados, sólo un grupo de corruptos que recibe prebendas económicas sale a poner la cara por este gobierno.

Las frases son más o menos las mismas, uno hace zapping y ve a Mirtha Legrand, Alfredo Leuco, Pepe Eliaschev, Marcos Aguinis, Luis Majul, Joaquín Morales Solá o a muchos locutores anónimos que, si se muestran funcionales a sus empleadores, pueden gozar de un ascenso (caso Lapegüe). En ese caldo de monotonía se cuece la mente ya recocida de tantos televidentes dispuestos a sintonizar el pathos obediente de la época: han sido videlistas, alfonsinistas, menemistas, aliancistas y, por qué no, también kirchneristas, a medida que el discurso dominante se los dictaba.

Hay un espacio en los medios que trasmite otra mirada. Es el programa 6,7,8, de canal 7. Es muy útil y sumamente interesante, por ejemplo, recordar lo que decía la Carrió hace unos meses acerca del asalto armado que Kirchner preparaba para el fin de año que acabamos de dejar atrás; o refrescar los vaticinios de tantos gurúes económicos acerca de los niveles a los que iba a llegar el dólar o tantos otros pronósticos fallidos, y confrontarlos con lo que finalmente sucedió. Es patético ver a Eliaschev horrorizado porque "Milagro Sala le pega a las mujeres" (según la versión de Gerardo Morales que el periodista compra inmediatamente). O al propio Morales diciendo que está por la defensa del salario real de los trabajadores argentinos, y acto seguido verlo asumiendo como secretario de Desarrollo Social del inolvidable gobierno de De la Rúa. O al mismo Eliachev, acompañado de Felipe Solá, Mauricio Macri y Gabriela Michetti aprobando con sonrisas cómplices a la sórdida Mirtha Legrand, cuando ella se burla de la preocupación por el golpe de estado en Honduras. Es muy ilustrativo ver esos momentos en los que se manifiesta la permanencia de la Argentina videlista. Aunque más no sea verles las caras, mientras exponen su rostro más despreciable. 6,7,8 nos muestra estos detalles, los quita del flujo excrementicio en el que diariamente flotan desapercibidos y también nos permite guardarlos en la memoria (porque nada queda definitivamente cerrado, todo va a volver).

Estos medios y sus dóciles empleados defienden sus intereses con saña. Están acostumbrados a devolverse favores mutuos con todos los gobiernos que implementaron planes de ajuste y apelaron a la represión para sostener esos planes, desde la dictadura hasta el presente. No se ha leído en las tapas de La Nación, Clarín ni en las publicaciones de Perfil ninguna denuncia acerca de los campos de concentración ni sobre los periodistas asesinados cuando estos crímenes estaban sucediendo. Fueron dóciles cada vez que un gobierno desde 1983 propició la impunidad de los genocidas y estuvieron dispuestos a justificar cada plan de ajuste con argumentos acerca de la seriedad y la apertura de la economía argentina al mundo. Verlos actuar y ver a sus obedientes consumidores responder a sus consignas permite entender cómo fue que sucedió en otras épocas, cómo fue que la sociedad argentina relajó sus inhibiciones y se entregó con entusiasmo a los gobiernos represivos.

Este discurso tiene la voluntad de ser omnímodo. No le basta con propagarse por el 90 % de las pantallas: quiere tenerlas todas. En eso consiste la batalla cultural a la que le dan tanto valor: quieren que "la gente" sólo los oiga a ellos, que la disidencia no aparezca. Esto explica las reacciones que un programa como 6,7,8 despierta en los sectores que propician un final apresurado del gobierno de los Kirchner y un pronto restablecimiento de un régimen títere. Desde hace unas semanas, este programa está empezando a ser objeto de una campaña tendiente a desacreditarlo, mediante calumnias a sus panelistas, atribuyéndole sueldos millonarios, patrañas que los imbéciles están dispuestos a repetir. El diario Perfil constituyó un jurado que elige a Joaquín Morales Solá como el mejor periodista argentino y a Orlando Barone como el peor. La sorprendente Beatriz Sarlo, a falta de algún proyecto académico más acorde con su prosapia, sale a avalar la condena a Barone.

Y bueno: yo quiero decir que me encanta ver cada noche 6,7,8, que respeto a Barone por su integridad, así como desprecio a esa caterva que forman Sarlo, Eliaschev, Fontevecchia, Legrand y tantos otros miserables, que militan diariamente por la restauración conservadora en curso en nuestro país. Muchos comentadores de este blog, varios de ellos trolls, pero no solamente trolls, muestran la misma irritación ante un programa tan necesario para hacerse una idea más acabada de estas operaciones mediáticas. Este post está dedicado a todos estos soretes, anónimos o nominados.

Borrador de preguntas de verano *

¿No le interesaría saber qué efecto o resultado está produciendo la asignación universal por hijo entre los millones de beneficiados? ¿No siente curiosidad por saber cómo favorece a la libertad de prensa y a las pequeñas editoriales, que Papel Prensa haya sido obligada a vender el papel a igual precio a diarios grandes como chicos? ¿No le importaría conocer cuál será el desenlace del caso de los hijos adoptados de la señora de Noble? ¿No le sorprende que este verano argentino, antecedido por noticias de fracaso y de crisis, sea uno de los más exitosos de décadas? ¿No le causa perplejidad que haya carne para multiplicar en millones de asados veraniegos, si se estuvo anunciando que iba a haber tal escasez, que se iba a importar hasta el sandwich de chorizo? ¿Se siente informado acerca de por qué en los gobiernos hasta el 2001 siempre hubo déficit fiscal y vaciamiento de las reservas y por qué ahora sucede todo lo contrario? ¿No le sorprende que quienes durante años de gobierno vaciaron el Banco Central y todas las cajas, ahora, desde la oposición se hayan convertido en sus perros guardianes? ¿Se interroga acerca de por qué hoy los bancos funcionan sin zozobra y ninguno se cierra por quiebra, y por qué los jubilados, los estatales, los maestros etc cobran normalmente y no en bonos o en vales? ¿No le resulta sorprendente que los taxis sean de modelos nuevos o cero kilómetro? ¿Por qué no hay colapso energético ni de combustible? ¿Por qué el ex piloto Piñeiro no sigue prediciendo desastres áreos? ¿Y no le llama la atención que no estén lloviendo los miles de juicios que le iban a hacer al Estado por la democratización del fútbol? Si usted tiene en claro que es más importante ser presidente que vicepresidente ¿por qué los medios hegemónicos creen que es al revés? Y una última duda: ¿No le interesaría que así como le cuentan el horror del terremoto de Haití, también le explicaran por qué Haití, aún sin terremoto, padeció siempre el infortunio? En fin: son preguntas que cualquiera puede hacerse.

* Carta abierta leída por Orlando Barone el 15 de Enero de 2010 en Radio del Plata.