todos estamos igual

sábado, 11 de septiembre de 2010

Y los fantasmas insisten entre las cosas

(sobre Los jóvenes muertos, de Leandro Listorti)



por Alejandro Ricagno

Desde fines de la década del '90, cerca de 30 adolescentes se quitaron la vida en el pueblo de Las Heras en la provincia de Santa Cruz. Con pocas pistas que den cuenta de las razones de estos suicidios, nadie puede explicar qué sucedió. A partir de esas muertes, y algunas otras posteriores, este film evoca la existencia de esos jóvenes, tratando de examinar el vacío y el misterio que rodea tanto sus vidas como sus muertes.” (Del pressbook de la película)

Nunca tan cerca arremetió lo lejos.
Cesar Vallejo

El mundo insistió en sus mecanismos de hierro
hasta cortar la lengua del que llamaba a nadie.

De “El suicida” de Joaquín O. Gianuzzi



Solo bastaría

¿Cómo filmar la ausencia?

¿Cómo filmarla todo el tiempo?

¿Cómo filmar la materialidad de la ausencia?

¿Cómo hacerla concisa, como una máquina de herrumbre?

¿Cómo filmar las (¿sin?) razones de una ausencia elegida?

¿Cómo hacerlas visibles desde su invisibilidad, sin renunciar a ella, sin ilustrar?

¿Cómo filmar un paisaje abierto como si fuera una cárcel,

-como respondiendo a esa frase de Jean Genet

que decía que “los desiertos también están cerrados y no comunican con el infinito”?

¿Cómo filmar lo que queda de los muertos ( jóvenes, además) detrás de un nombre y una fecha ,casi sin rostros de evocación, apenas marcas, grafittis, restos, y hacer con ellos un gran rostro colectivo

¿Será, tal vez, el nuestro? ¿el de los espectadores deudos? ¿ el de tantos jóvenes

“suicidados por la sociedad”, por la soledad?

A todas estás preguntas intenta más que responder, ahondar en ellas, la contundentemente ascética opera prima en solitario de Leandro Listorti.

(Digo opera rima en solitario porque este año ha estrenado en el Malba y en el CC de la Cooperación, tan solo en un par de funciones, un documental sobre el poeta sanjuanino Leonidas Escudero, Oro nestas piedras, codirigido junto a Cristian Costantini y Claudia Prado. Listorti, además ha realizado varios cortometrajes, ha sido asistente de dirección de los dos primeros largometrajes de Ezequiel Acuña, y desde hace años es uno de los más rigurosos programadores del Bafici.)



Para ahondar basta con saber mirar. Mirar qué. Lo que queda. Lo que no está en lo que está. Eso que solo puede hacer el cine, cuando vibra en su máxima intensidad. Un cine de poesía gianuzziana. Donde no hay que agregar nada. Solo saber dónde mirar. Dónde dejar respirar el tempo de una imagen.

Pura rigurosidad hecha cine, posada sobre la imagen como un puñado de polvo del sur en suspensión.

Pura religiosidad agnóstica -si esto fuera posible. Pura pregunta metafísica anclada en la materia, en el paisaje, en los pocos testimonios.

Pregunta erosionada en las imágenes. Imágenes, que si no fuera un lugar común de alguna crítica, uno estaría tentado de calificar de “desolada belleza”.

Porque las de Los jóvenes muertos son imágenes desoladas. Sí.

Y son bellas, como solo algunas imágenes verdaderamente desoladas pueden serlo. Y dije: “pueden”; no buscan deliberadamente serlo.

El peso de las muertes de los chicos suicidas de ese pueblo de Las Heras sopla en todas ellas, como todo el viento del sur. Infatigable. Eterno. Monótono. Y uno comprende. Y casi ni se necesita de los pocos, escuetos, testimonios que se escuchan en off; tan solo conjeturas, uno o dos caso puntuales apenas mencionados, porque huir del testimonio obsceno que ejerce el periodismo pretendidamente documental, que ejerce la televisión y el documental bien pensante y manipulador, huir de la crónica incluso, huir del periodismo en general- esa peste-, huir de la manipulación emocional es la consigna que Listorti cumple a rajatabla. Como si él mismo se fuera con los suicidas, como si el mayor homenaje fuera no explicarlos, ni convertirlos en pancartas, ni siquiera en rostros (apenas el de uno ellos se vislumbra en una foto, sobre una repisa) sino en ese hueco en el paisaje, en los bancos de una escuela, en el vacío de un gimnasio, en la rama de un árbol donde se escribe un nombre. En enigma. También hay sí, para quien sabe leerlo, el comentario social, la descripción de una sociedad que aún no se recupera del golpe neoliberal de los 90. Pero reducir el film a esa sola lectura es tan mezquino como reducirlo a mera tesis.

No hay tesis. No hay explicación, y eso es lo inquietante. Lo que angustia de esos planos vaciados de toda presencia humana, pero poblados de fantasmas. De fantasmas entre las cosas. En las cosas mismas (un pozo de petróleo, un conteiner, una hamaca) vueltas “fantasma material” que es el film entero. Un paisaje ballardiano.



No sé cuántos de esos planos vacíos hay en Los jóvenes muertos, interrumpidos por planos en negro con una fecha, un nombre y la edad de cada muerto. Planos sin gente pero con peso físico. Casi sin voces en off. No se cuánto dura la película. Y ni cuánto podría durar. Diez minutos menos, dijo alguien en la privada, visiblemente angustiado a la salida, pero también podría haber dicho dos horas más.

¿Cuánto tiempo se necesita para conjurar la ausencia? Y filmarla. Que esa ausencia sea un peso en la imagen y sin embargo deje a su vez aire al ojo para interrogarla. El delicado equilibrio entre lo leve y lo grave. Como un silencio de silicio flotando en el aire. ¿Cómo hacer para extraer del paisaje una respuesta que solo parece contestada por el viento? Que no la contesta. Por eso la duración del film podría seguir y seguir. Otro film se arma en los ojos del espectador. Esos y otros duelos. Esos y otros enigmas.

Con la tenacidad del que interroga a un objeto hasta la abstracción, como uno de esos tremendos poemas mal llamados objetivistas de Gianuzzi, como el que abre esta nota, Leandro Listorti ha conseguido realizar el film más material sobre lo insoldable jamás filmado en estas tierras. El que extrae de los sonidos de las cosas oxidadas, muertas, las voces, susurros, de los fantasmas.

De todos los fantasmas. Incluidos los propios.

8 comentarios:

Martha dijo...

Un trabajo excelente y original., Alejandro-,Quizás en la revista permanezca más , te convendría reproducirlo, no sé. Es una opinión. Martha

Liliana dijo...

"Para ahondar hay que saber mirar"

"los desiertos también están cerrados y no comunican con el infinito"

"Nunca tan cerca arremetió lo lejos"
(!)

Texto de poesía para un cine de poesía.

Gracias, Alejandro.

César dijo...

¿ya se puede ver? ¿dónde?

Anónimo dijo...

Geacias Liliana. Gracias Martha. Sí, tal vez sea una buena idea que se incluya en la revista, pero creo que se trata de quem en todo caso el blog se alimente de partes de la revista y no al revés. Pero tambiñen puede haber excepciones
¿no? jejeje.
Por caso mandé al último nmero de la revista un texto pensado, en principio para el blog. Pero como era un homenaje doble, pense que quería la materialida del papel. Pregunta metafísica: ¿ Que durará más, el escrito en soporte virtual o en soporte material? ¿ Qué guardará mejor " su fantasma", para seguir con las metáforas del film? Tendrái que pregunatarle a Listorti, que por lo visto y mostrado sabe de estas cosas...

respuesta a la segunda pregunta: LOS JOVENES MUERTOS va los todos viernes y domingos de septiembre y el primer viernes y el primer domingo de octubre a las 22 en el MALBA. Esperemos que como pasó con otras pelis que tuvieron mucha aceptación quede otro mes más.

Martha dijo...

Decía simplemente por una cuestión meramente practica. Porque en los blogs en que se escribe mucho, enseguida la nota pasa de largo y hay gente que no tiene tiempo de leerla. No se alcanzan a enterar y a veces es una pena.
En la revista he notado que la leen despacio, se toman tiempo y a veces te comentan algo al mes, cuando pueden leerla.
Claro, a mi la cosa fugaz me angustia un poco, por ahí es algo personal.

Lilián dijo...

Ya venía ensimismada con la nota de la fuerza de las arpas dolientes y ahora Ale R. nos obsequia otro texto para perderse en esos lugares que la poesía encuentra, "entre lo leve y lo grave", la belleza de lo terrible y el silencio que puede mucho más que la certeza y las explicaciones.

Lukas dijo...

Impacta tu nota Alejandro. Tiene razón Martha sobre lo fugaz...
Hace tres años estuve por Las Heras...el viento , las bolsas plasticas hechas trizas por el viento y enganchadas en los alambrados me generaron una sensación horrible. De lejos parecian simpaticas, de cerca tremendas huellas inhumanas de lo humano?. Paramos a cargar nafta y algo me hizo Huir pronto de allí. Despues de un tiempo me enteré de esa historia de los suicidios... Esta semana volvió a estar en mi cabeza Las heras. Cristina inauguró un gran polideportivo y creo un plan de viviendas..habrá visto la película? La patagonia profunda..no for export.

Martha dijo...

Hola Lukas: Qué tontuela , tenía una nota sobre Listorti en Página/12 y me la saltee, donde el muchacho - creí que era un tipo mayor- explica su conocimiento de Las Heras y ese hecho que narra en la película. Me impresiona esa asociación entre el viento- si conoceré ese viento del Sur!!- y lo que queda después.Y esa diferencia a favor del cine en poder pìntar la ausencia y el vacío. Si un tema hay que me apasiona ultimamente...es ése.