por Daniel Cholakian
He leído algunas de las muchísimas páginas que ha escrito Almudena Grandes. Tiene trabajos tan disímiles como su primer novela, la erótica Las edades de Lulú (ganadora del premio Sonrisa vertical) y El corazón helado, tal vez su obra consagratoria, y mi sensación personal es que ella hace un trabajo impecable, y por momentos imperceptible, por la develación de improntas huidizas que el pasado español ha dejado por montones en el presente de los españoles (tanto los locales como los que partieron al exilio). Lo que siento, para hacerlo simple, es que ella en su trabajo hace evidente las leves o intangibles o inconscientes huellas del pasado franquista en el presente de su sociedad.
Su última novela Inés y la alegría, publicada en septiembre de 2010, forma parte de una serie de relatos sobre la historia más silenciada, menos recordada de los tiempos de la larga guerra civil española. Aquí podemos encontrarnos con otra clave de lectura de su literatura: la guerra civil es mucho más que el período que concluyó con el ingreso de Franco a Madrid y el desmantelamiento del gobierno popular. La guerra civil continuó en las luchas internas que no concluyeron sino hasta mucho después, y continuó en los exilios, en la militancia de la resistencia en el exterior, en la lucha política de las agrupaciones en Francia, México, Rusia, en la reconstrucción de la identidad de aquellos españoles resistentes expatriados. La ruptura de la periodización tradicional es importante para revisar desde otros lugares los relatos sobre la historia, especialmente una historia que tiene tanto sentido de presente en la España moderna.
Así como construye lazos, puentes, costuras, entre el pasado y el presente, entre lo personal y lo político, abre la puerta a la emergencia de lo femenino con un sentido global, militante, deseante, sexuado. Este lugar de lo femenino en la historia española, que no es en absoluto exclusivo de su obra pero si central en ella, se articula con la idea de su escritura como develadora. Pues aquella dictadura se encargó seriamente de construir y cristalizar un sentido de género socialmente aceptado, cuya simbología continua en el presente. Sobre la recuperación de aquel deseo, de aquella intervención erótica en el mundo de las mujeres libertarias, se encarga de trabajar Grandes con su literatura.
Inés y la alegría – Episodios de una guerra interminable está basado en la historia de la invasión del Valle de Arán, llevado a cabo por un regimiento de militantes comunistas provenientes de Francia, donde exiliados habían formado parte de la resistencia en ese país:
“Inés y la alegría -dice Grande- es la primera entrega de un proyecto narrativo integrado por seis novelas independientes que comparten un espíritu y una denominación común. (…) No se trata, eso sí, de grandes batallas como Trafalgar o Bailén. Los episodios que he podido contar son igual de heroicos pero mucho más pequeños, momentos significativos de la resistencia antifranquista, que integran una epopeya modesta en apariencia, gigantesca si se relaciona con la duración, y con las condiciones en que se desarrolló. Porque abarcan desde perspectivas muy distintas casi cuarenta años de lucha ininterrumpida, un ejercicio permanente de rabia y de coraje en el contexto de una feroz represión”. (Inés y la alegría, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2010, p. 719 / 720).
Los personajes que cuentan y son contados en esta historia, reales y ficticios, provienen de lugares diversos y ocuparon distintos lugares en la resistencia. Carmen de Pedro, delegada inesperada a cargo del PCE en Francia cuando Dolores Ibarruri “la Pasionaria” decidió ir a la URSS a instalar la conducción del partido en el exilio; la propia secretaria general del partido y líder recordada por la izquierda internacional; Jesús Monzón, hombre oscuro que enamoró a Carmen y logró construir una política nueva para el comunismo español, a espaldas de la conducción oficial; Galán, el jefe militar que luchó en España, en la resistencia francesa y fue uno de los miembros del estado mayor de la columna que reingresó a su país para enfrentar al franquismo; e Inés, la joven de familia falangista que viviendo sola en Madrid construyó su propio lugar en el mundo político y se incorporó a la resistencia.
En el cruce entre ficción y realidad, Grandes pone su mirada intensa sobre saberes comunes y compartidos en la tradición española, abre la mirada sobre la narración oficial del comunismo español sobre sus conducciones, permitiéndose dar una vida carnal a la intocable Pasionaria. Una frase reiterada a lo largo de la novela, como un mantra, nos resume como considera el modo en que la historia se construye, lejos de toda predeterminación o linealidad: “La Historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales”, idea que ciertamente puede acompañar otras obras de la autora.
A lo largo de 40 años los relatos de Inés, Galán y la propia narradora desgranan el tiempo y la historia de esos cuerpos, de sus luchas y amores, y de cómo ponerse grande con profunda naturalidad, con una sinceridad notable:
“No tuvieron tiempo de experimentar esa extraña ternura del cuerpo conocido que se va arruinando al ritmo de la ruina del propio cuerpo, ese cuerpo que siempre parece el mismo al abrazarlo en la cama, por las noches, pero que no lo es, porque ha cambiado, y su perfil es distinto al de antes, es distinta la textura de la piel, la progresiva blandura de la carne, el volumen que ocupa entre las sábanas, y sin embargo sigue siendo el mismo, porque conserva la memoria de la cintura fina, las caderas redondas, las piernas esbeltas, el vientre liso, los pechos firmes que el propio cuerpo también ha ido perdiendo sin darse cuenta”.
Con ese talento particular que tiene, repite aquí, como en alguna de sus otras voluminosas novelas, un relato que se inscribe en la novela clásica moderna, con estructura similar a las sagas y a las mini series de la TVE, pero que jamás llega al tono cursi, exageradamente melodramático que tienen aquellas. Ese talento particular que le permite caminar por el filo de una literatura popular con una escritura bella, trabajada minuciosamente, apasionante para la lectura e inteligente para abrir puertas a cruces con la historia, sin solemnidad ni prescripciones interpretativas.
Militante por los derechos humanos en la España actual, Almudena Grandes es una de las principales impulsoras de los movimientos de intelectuales en la lucha por la apertura a la apertura de fosas por los asesinatos del franquismo y en defensa del juez Baltasar Garzón. Nacida en 1960, ha publicado las siguientes obras: Las edades de Lulú (1989) - XI Premio La Sonrisa Vertical -, Te llamaré Viernes (1991), Malena es un nombre de tango (1994), Modelos de mujer (1996) – relatos -, Atlas de geografía humana (1998), Los aires difíciles (2002), Castillos de cartón (2004), Estaciones de paso (2005) – relatos -, El corazón helado (2007) e Inés y la Alegría (2010).
1 comentario:
Será cuestión de romper el chanchito...Cómo escribe esta mujer! Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Castillos de cartón, El corazón helado (gracias MTC!).Inmensa.Las edades...no la leí...
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