La Pivellina (Tizza Covi y Rainer Frimmel, 2009)
Cine y pensamiento - Red Colegiales - Alvarez Thomas 1093 - Sábado 19:30 PUNTUAL
Tizza Covi y Rainer Frimmel son un matrimonio de cineastas austríacos con fuertes vínculos con la cultura italiana, que en 2005 empezaron su filmografía haciendo un documental, Babooska, en el que retrataban el mundo del circo.
El párrafo anterior solo alcanza a dar una serie de datos que dejan afuera el estímulo para pensar que su cine produce. Pero siempre hay que empezar por alguna parte.
Ellos empezaron por algo que convenimos en llamar documental y dirigieron su mirada hacia un mundo que tiene algo de ficticio o simplemente de anacrónico. ¿Ficticio por anacrónico? ¿acaso la sincronía de los sucesos históricos son la fuente de lo real? ¿o está nuestra realidad atravesada de ficciones que ni siquiera advertimos?
Primer problema, que raramente nos asalta: ¿qué es una ficción? Es algo tan raro en la economía de las especies vivas -y en el mundo inorgánico, ni te digo- que solo nuestra ancestral familiaridad con las ficciones nos permite esquivar esa extrañeza. ¿Para qué hacen falta las ficciones entre los entes del universo? ¿No sería más liviano, más conciso, un universo donde nada fuera ficción? ¿No sería acaso perfectamente razonable un mundo sin ficciones? Pero, ¿cuál es la medida de lo razonable?
...Ya ni nos llama la atención nuestra necesidad de ficción. Pero, dado que el cine existe, la ficción es labrada por lo real. ¿O era al revés?
Covi y Frimmel no se detuvieron en esta serie de perplejidades, ya que en la segunda película hicieron una ficción. O algo así. Es precisamente de la que se trata en este caso
En La Pivellina (2009) a ellos se les ocurrió inscribir una ficción sobre vidas reales, una vez más, con gente de circo. Con una retórica cercana al documental, con personas haciendo de sí mismas haciendo cosas que los directores/autores les indicaban. Vidas ligeramente ficcionalizadas.
Este pequeño movimiento desde lo que usualmente se entiende por documental hacia algo que ya no lo es tanto es otro indicio de que el cine tiende siempre a ir más allá de sí. De ahí la inclusión de esta película, por otra parte tan fresca, en un ciclo de cine extremo.
Una de las tensiones del cine contemporáneo para ir más allá de sí es correr la línea que separa el elemento documental -el registro de lo que simplemente se presenta en el mundo- y su componente ficcional -es plus que no sabemos de dónde sale: ¿de los sueños? Descartes hace tiempo nos mostró que no es tan fácil separar el mundo del sueño.
En la época clásica, las reglas del mercado y la exigencia del público requerían definir de antemano si lo que se iba a ver era un documental o una ficción; o incluso ese híbrido tan sospechoso, "basado en hechos reales", esa advertencia que parece pedir disculpas por vaya a saber qué.
El cine no reposa en sí sino movido hacia su límite: siempre es extremo: siempre empujado desde sí hacia más allá: ni afuera ni adentro.
La Pivellina desecha las etiquetas: confía en la verdad que exhalan las imágenes más que en los certificados de rigor. ¿Qué es la verdad, en términos cinematográficos?
La presencia que suscita muchas preguntas acerca de la fricción de la ficción y el documental es una nena de dos años. Una nena de dos años es la Pivellina. Es decir: alguien que actúa sin tener conciencia del concepto de ficción. ¿Qué corriente de lo real se abre cuando el centro de una ficción es una nena que desconoce -al menos conceptualmente- lo que es fingir?
Solo quiero agregar que esta perplejidad que puede despertar La Pivellina no está para nada reñida con la evidencia de ser una película amable y encantadora.
Este sábado en Red Colegiales en nuestro ciclo que busca los extremos del cine vamos a ver y a pensar La Pivellina. Y como para irnos del otro lado, agregamos dos cortos de David Lynch, anteriores a Eraserhead.
No hay comentarios:
Publicar un comentario