todos estamos igual

lunes, 19 de agosto de 2019

¿Qué podemos aprender de este desastre? La máquina de mentir está reseteándose

La otra.-radio del domingo después, para escuchar clickeando acá 


En la página 74 de Cambiemos o la banalidad del bien, el breve ensayo que Hernán Sassi escribió en  el último año y medio y publicó hace pocas semanas, se lee:

"Schmucler escribió que 'el mal [...] se esconde en la eficacia; es esa eficacia. Está en la afirmación de la naturaleza incondicionada de ciertas normas'. Está en mandatos como el que guía a Cambiemos a 'hacer lo que hay que hacer'. En este mandato piensa G. Varela cuando los define como 'máquinas de ejecución' y como 'el bisturí impiadoso del capitalismo'. Un capitalismo que, como repite una y mil veces M. Macri, 'es el único camino'.

[,,,] "Son 'la espada sin cabeza' del capitalismo 3.0. Sueñan como en Blade Runner con ovejas mecánicas, lo cual, traducido por ese hombre que trabaja como pocos en la única superficie que hoy cuenta, H. Rodríguez Larreta, equivale a soñar con 'cerrar oficinas del Estado'."



Y en nota al pie, Sassi, refiriéndose a Rodríguez Larreta, agrega: "Este hombre de doble apellido (¿cuántos había entre nosotros, ¿no?) trabaja bien y en superficie. Recuérdese la pileta dibujada en el piso de una plaza a metros de la Ex-ESMA. Es la contracara, o mejor dicho la versión virtual de la pileta contante y sonante de La Salada. Agréguese que la 'urbanización' de villas, incluida la 31, amén de evidenciar un trabajo en territorio que hemos subestimado, responde también a un trabajo en superficie. Como la pileta, la urbanización es una lavada de cara del barrio: literalmente es pintarlo, ponerlo lindo. Exactamente lo opuesto al chalecito californiano del peronismo".

Leyendo las 78 páginas del texto de Sassi, llama la atención cuánto se escribió sobre el macrismo. Muchas veces nos gusta pensarlo como una política afásica, pero sin embargo estimuló una bibliografía profusa, tanto de parte de quienes intentaron comprenderlo o aunque más no sea describirlo, como de los voceros que quisieron fundar un discurso cambiemita.

Muchos libros de o sobre el macrismo, y en todos se percibe una tensión entre la presunta transparencia y sencillez, incluso rusticidad, de sus enunciados y una enunciación tortuosa. Esta tensión a menudo queremos pensarla a través de preguntas como: ¿son o se hacen? ¿fueron tremendamente ineptos o brutalmente eficaces? (Habría que pensar en la palabra "eficacia"). Parece pronto todavía para terminar de resolverlo, incluso ahora que los que lo apoyaron huyen en estampida, pero hubo quienes se inclinaron por una u otra posibilidad. José Natanson merecerá ser recordado por décadas gracias al notable subtítulo de uno de sus libros: La rápida agonía de la Argentina kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha. Así, de un tirón, Natanson produjo un sintagma inolvidable y ridículo.

"Eficacia" es una palabra que al macrismo se le ha adjudicado y también -sobre todo desde hace una semana- negado. Pese a su torpeza verbal nunca dejó de producir resultados económicos en una única  dirección: la de la concentración del poder económico, proporcional a la drástica pérdida de la soberanía nacional y popular. El macrismo es una invitación a la perplejidad: ¿cómo es posible que una pandilla de cretinos haya conquistado, al menos por un período, la confianza popular? Ahí hubo una eficacia, aunque sea temporaria: la de una tecnología dirigida a diseñar agresivamente una percepción de la realidad que tapara a la verdad.

Hoy asistimos al velorio del macrismo. Esta tecnología de la percepción acaba de sufrir un estruendoso fracaso. Quizás lo hicieron mal, puede que hayan sido tan ambiciosos como chapuceros, o tal vez la memoria histórica inscripta en nuestros cuerpos ofreció resistencias inesperadas, sorprendentes incluso para nosotros. Pero, si esa eficacia técnica en el diseño de la percepción colectiva funcionó durante un tiempo suficiente como para causar los estragos que causó en nuestro tejido social, hay que estar alertas incluso cuando la figura de macri, hoy desprovista de esa protección, se haya vuelto risible para casi todos. La máquina de mentir está reseteándose.

Anoche estuvo Hernán Sassi en La otra.-radio y conversamos desde un momento diferente del que su libro fue escrito. Pero resuena esa sospecha con la que el texto termina: No fue por azar tampoco que estamos llenos de esta mierda. 

También estuvimos en contacto con el periodista brasileño Henrique Judice, colaborador habitual de La otra, que observó la debacle macrista desde una perspectiva regional, considerando especialmente el proceso de degradación que vive Brasil.

La semana después de nuestra victoria política en las PASO pensamos lo que está pasando y lo que viene. Lo pueden escuchar clickeando acá.

2 comentarios:

Norberto dijo...

No Oscar, fueron eficaces en lo quisieron hacer, que es saquear el país en su beneficio, pero encontraron la resistencia de una memoria colectiva y de un núcleo duro que no existe en la mayoría de los países del mundo, ese mismo que entre la primera vuelta del 2015 y el ballotage acortó las diferencias, y no sabemos si no es que no hemos vencido porque el Correo e Indra no son garantías de nada. Ese mismo núcleo siguió militando a pesar de todo, incluyendo el waiver de los votantes del 2017, y con más fuerza que nunca en estos últimos días donde ya notábamos síntomas alentadores.
En las últimas manifestaciones por la educación en Brasil se coreaba que había que resistir como un argentino, eso da dimensión, y lo confirma nuestro mejor periodista, el Perro, que dice que muchas cosas que hubieran deseado hacer aquí, no las pudieron hacer por esa resiliencia social que vemos en pocos lugares del mundo, aquí no hay resignación como en Chile, Perú, Brasil o Colombia, donde el recuerdo de épocas mejores son muy débiles y los alcances de las mismas mucho menos profundos que aquí. Hemos sufrido muchos embates liberales y neoliberales, y les conocemos muchas de sus mañas, pueden triunfar por momentos, pero la victoria final es tan difícil para ellos como para nosotros, a pesar de la diferencia de medios, como dicen hay un empate hegemónico.
Stop Fly pasajeros Bondi Arbus para pasajeros y equipajes de la lowcost
Nunca menos y abrazos

Unknown dijo...

¿No es momento de incorporar, en los análisis del triunfo macrista, ese espantoso componente racial y/o de odio de clase que ostenta nuestra sociedad desde la colonia a la fecha? ¿Cuántas (miles) de veces escuchamos a un morochito hablar de "los negros de mierda"? ¿No está, acaso, identificado el peronismo con esa masa de piel oscura, pobre y con parentela en Bolivia o Paraguay y a quienes nuestra clase media desprecia? La movilidad social ascendente siempre fue, también, la "morbilidad racista" ascendente. El ideal de nuestras clases media y alta sigue siendo el rubio de ojos celestes y París. Algo similar ocurre en los demás países de América Latina. Toda la sanata de la "meritocracia" remite, también a ese imaginario inconfesable de la identificación "morochito-vago-ladrón". Eva Perón no ayudó mucho cuando hablaba de sus "grasitas". Sobre ese trasfondo trabajó el macrismo... y no tuvo que esforzarse mucho. Efectivamente: "No fue por azar que estamos llenos de la mierda" macrista, porque estamos llenos de la mierda racista. ¿A qué atribuir, si no, ese 30% de votos que SIEMPRE tuvo la derecha?, ¿a que hay un 30% de "ricos y famosos" en el país? El asqueroso que le espetó en Alto Palermo a un "morochito": "Udes. no pueden entrar acá" es el paradigma de ese 30% de cabezas colonizadas que se ilusionan con parecerse a "Mauri" si votan a Macri. El triunfo de F-F es similar al "piquete y cacerola": una unión transitoria porque la mishiadura es mucha y Mauri los jodió... pero, no duden, están esperando al próximo rubio de ojos celestes que les devuelva la esperanza de un país donde los "grasitas" ocupen el lugar que les corresponde: servir a los blancos y no joder.