miércoles, 11 de febrero de 2009

Catástrofe


por Oscar A. Cuervo

Gus Van Sant es uno de más los grandes cineastas de la actualidad. En el siglo XXI hizo una seguidilla de films prodigiosos (Gerry, Elephant, Last days, Paranoid Park) después de una década del 90 más bien opaca. No son tantos los directores capaces de mantener una producción de este nivel, haciendo un cine contemporáneo, comprometido con una cierta idea del arte, sin descansar en la coartada de los géneros ni refugiarse en una tradición agotada. El cine contemporáneo necesita autores así.

Por eso es que la última película de Van Sant, Milk, tiene olor a catástrofe. Allí donde la cámara de Van Sant nos ha permitido abrir los ojos a una realidad compleja, inquietante, imposible de reducir a un puñado de frases hechas (frases escritas en papeles), allí donde el mundo se revela diverso a nuestras nociones comunes, precisamente en ese allí es donde Milk representa un retroceso enorme: un cine sin misterio, sin espesor, sin fuera de campo. Un dechado de buenas intenciones trasmitidas mediante clisés fatigados. Frases explícitas ("le tienen miedo a un gay con poder") allí donde Van Sant no concedía explicaciones, porque no es explicar lo que el cine puede hacer. La excusa de que se trata de un hecho real es insostenible: también Gerry, Elephant y Last days se basaron en hechos reales. La univocidad de las imágenes, la pereza estética con que están arrumbadas, la previsibilidad de cada recurso, la bajada de línea de ideas pueriles acerca de la igualdad de derechos (¡como si alguna vez al cine de Van Sant le hubieran importado los derechos!), la raplonería de la oposición entre gays buenos y otros gays reprimidos malos serían esperables si se tratara de un film de, digamos, Oliver Stone. Pero probablemente Stone le habría puesto más garra, para que al menos Milk no fuera para colmo tan aburrida. No tiene Sean Penn ninguna culpa en este fracaso: él hace lo que sabe y no está tan mal. No está peor que, digamos, en Río místico.

Quizá eso sea lo que Van Sant tenga de bueno: que cuando no tiene el deseo puesto en su cámara se le note tanto, que no se permita poner "oficio" cuando una película no le importa. Quizá Milk sea el documental del proceso de producción de un film que a su director no le importa. Quizá por todo ello Milk reciba tantas nominaciones para el Oscar. Y hasta sería deseable que se los gane todos.

Y después quedarnos esperando a ver la película siguiente de Van Sant. Será interesante verla.

23 comentarios:

Anónimo dijo...

que se los gane todos.

Anónimo dijo...

hu con tu crítica ya dijiste todo

Oscar Cuervo dijo...

Fede:
esta crítica la lamento muchísimo, todos los años espero la dosis Van Sant de regocijo.

Anónimo dijo...

Oscar, yo no soy "cinéfila", ni mucho menos. Por eso te pregunto, si soy demasiado obvia te pido disculpas de antemano: ¿hay alguna "biopic" que sea buena? Alquilé "Milk" porque siempre me entusiasmo con este tipo de películas, y en este caso, insisto, no estoy en condiciones de comentar cine, pero me resultaba interminable. Interesante, por momentos, por la posibilidad de conocer a un personaje histórico, pero interminable. De a ratos me daba la impresión de que, por fin! iba a empezar la "verdadera Van Sant", en algunos momentos en que la imagen parecía "ralentizarse", pero se quedaba en algo como una cierta languidez y nada más. Bueno, creo que al final lo que termina mostrando es que el movimiento gay en USA, no se transformó en una verdadera revolución cultural, se quedó en el camino hacia el ghetto.

Oscar Cuervo dijo...

f e r:
tendría que hacer memoria, puede que haya alguna biopic buena, quizá algún otro pueda mencionarla. Ah, sí: no sé si I'm not there es una biopic, pero es buena.
saludos

Anónimo dijo...

Bueno, Young Mr Lincoln de Ford es un excelente biopic. Es de 1939.

Koba dijo...

Sí, Alcoyana-Alcoyana, al fin coincidimos, Milk, pesa a Jotafrisco, es regular para abajo.
Habrá que acostumbrarse con Van Sant, una buena, una mala...

Anónimo dijo...

CINE › MILK, LA NUEVA PELICULA DE GUS VAN SANT, CON OCHO NOMINACIONES AL OSCAR
Cuando la biografía es también cine político

El realizador de Elephant apela al notable trabajo de Sean Penn para retratar al primer político declaradamente homosexual de la historia estadounidense, trazando un paralelo con la reciente prohibición californiana al casamiento gay.

Por Horacio Bernades

Las fechas dibujan algo parecido a un círculo vicioso, de modo tan matemático que estremece. En noviembre de 1978, en Estados Unidos se votó la llamada Proposition 6, iniciativa tendiente a impedir a gays y lesbianas el ejercicio de la docencia en escuelas públicas del estado de California. Justo treinta años más tarde, el 4 de noviembre de 2008, en el mismo estado se votó la Proposition 8, dirigida a prohibir a gays y lesbianas el derecho al matrimonio civil. Los resultados fueron opuestos: la Proposition 6 fue rechazada; la Proposition 8, aprobada. Cerrando ese círculo y abriendo tal vez otro, días después de esta última votación se estrenó en Estados Unidos Milk, que narra la historia de aquel triunfo y anticipa, de modo sesgado, este fracaso. Una de las más firmes competidoras por el Oscar (reúne ocho candidaturas, entre ellas varias de las principales), el opus 13 de Gus Van Sant hace eje en Harvey Milk, motor esencial para el rechazo a la Proposition 6. Y en cuyo asesinato puede leerse el anticipo de lo que sobrevendría treinta años más tarde. Lo cual permite reubicar el film de Van Sant en el lugar que le corresponde: no el de película de época sino el de cine político, resuelto a intervenir en la más ardiente actualidad.

Tanto como para acentuar ese carácter, Van Sant introduce libremente fragmentos documentales, reduciendo las notaciones de época apenas a lo esencial. Interesado desde hace años en abordar la historia de Harvey Milk, el realizador de Elephant optó finalmente por un guión de Dustin Lance Black (guionista en jefe de la serie televisiva Big Love), que reconstruye los últimos ocho años de vida del primer político asumidamente gay en la historia de los Estados Unidos. Encarnado por Sean Penn a tanta distancia de la obviedad como del recato, el guión de Black arranca en Nueva York, cuando Milk, a los 40 años, toma, tal vez sin saberlo todavía del todo, la decisión de hacer algo por él mismo y por los demás. De allí a la política no hay más que un paso. Aunque el paso por la política, si se permite el juego de palabras, será tan breve como su vida.

Si hay una palabra que Milk repite a lo largo de la película, esa palabra es “movimiento”. Algo que casi no hay escena que no exprese, mostrándoselo siempre rodeado de amigos, asesores, pares, novios, colaboradores y amantes. Todos mezclados e indiscriminados, del mismo modo en que política y vida se mezclan e indiscriminan, para quien hace de su boliche de barrio su cuartel general. Su más famosa fórmula de campaña, “Harvey Milk vs. The Machine”, expresa, no de modo demagógico sino transparente, el carácter de “distinto”, de tipo ajeno al establishment, que de pronto decidió tomar la política por asalto. Con la misma naturalidad con que en la primera escena se levanta a un chico lindo en los pasillos del subte de Nueva York, recién mudado a San Francisco Milk desafía a sus vecinos más discriminatorios, besándose ostentosamente en la vereda con su novio, Scottie (James Franco). “We’re Open”, refrenda el cartel en la vidriera.

Hombre común para quien el acceso a la condición de supervisor comunal (cargo equivalente al de concejal) aparece como continuación natural de su militancia personal, el Milk de Van Sant & Black es algo así como Citizen Gay. Incluyendo alguna que otra artimaña populista que en algún momento el personaje tiene la astucia de incorporar. Aunque, desde ya, “El intendente de la calle Castro” (apodo que se le dio en vida) jamás haya contado con algo siquiera semejante al poder, el dinero y la falta de escrúpulos de Charles Foster Kane. Es esa misma condición de versión purificada la que, en su escasez de zonas grises, simplifica el retrato, le quita complejidad. No parece casual que todo el relato esté organizado como testimonio postrero del propio Milk, que sentado frente a un grabador y anticipando su propia muerte (o tal vez evocándola, como un fantasma) repasa los hitos de su vida. Milk es, así, la historia de Milk, tal como él mismo podría haberla narrado.

Desde ya que alguna sombra hay en la clásica oposición entre vida pública y vida privada, una siendo sacrificando en el altar de la otra, con alguna pareja que se harta de su entrega 24 x 7 a la política, y alguna otra que terminará la relación de modo algo más drástico y teatral (el personaje del mexicano Diego Luna). Las mayores objeciones que despierta Milk nacen en su evidente convencionalidad y previsibilidad, que no difieren demasiado de las de cualquier biopic hollywoodense, siempre protagonizadas por algún Quijote, enfrentado molinos de viento bien reales e indefectiblemente encaminado al martirologio. Aquí, los molinos llevan los nombres de John Briggs (inspirador de la Proposition 6) y Anita Bryant (fundamentalista de la discriminación), así como el martirologio queda a cargo del conservador Dan White (el últimamente omnipresente Josh Brolin), para cuya condición de némesis se sugiere aquí un posible componente de homosexualidad reprimida.

Más allá de la sobriedad general impuesta por Van Sant, de la infrecuente distancia desde la cual se observa más de una escena, Milk aparece como una brusca interrupción del discurso cinematográfico que el realizador venía llevando adelante a lo largo de esta década, con películas como Gerry, Elephant, Last Days y más recientemente Paranoid Park. Poco hay aquí de las experimentaciones con el tiempo, el espacio y el relato que Van Sant encaró en ellas, y es seguramente esa diferencia la que la Academia de Hollywood acaba de reconocer, por octuplicado y con Sean Penn en línea de largada.

6-MILK

EE.UU., 2008.

Dirección: Gus Van Sant.

Guión: Dustin Lance Black.

Fotografía: Harris Savides.

Música: Danny Elfman.

Intérpretes: Sean Penn, James Franco, Josh Brolin, Emile Hirsch, Diego Luna, Alison Pills y Victor Garber.

Anónimo dijo...

Con Horacio no siempre concordamos, pero esta crítica que ya había leído directamente en el diario esta mañana, me pareció que tenía una frase final sintética y muy irónica.
Por Gus Van Sant, espero que no conlleve " la verdad verdadera" y por otra parte , que tampoco sea una biopic porque me aburre eso de las intenciones hagiográficas.
martha

Oscar Cuervo dijo...

Koba:
coincidimos, sí: pero ojo: no es una buena y una mala; es cuatro extraordinarias y una mala.

Martha:
Lo único que rescato de Bernades es el párrafo final, todo lo anterior es blableta: sobre todo eso de Ciudadano Gay. Hay comparaciones que no puden hecerse y Citizen Kane debe ser la película que ha sido comparada de las formas más abusivas a lo largo de la historia del cine. Dejen a Kane tranquilo, que no habrá ninguno igual.

Rich y f e r:
¿Es Toro salvaje un biopic? Si lo fuera, es uno de los mejores de todos los tiempos. Pero ¿qué coño es un biopic? ¿Es simplemenmte la biografía explícitamente basada en un personaje real? ¿Tiene que abracar muchos años de la vida del personaje o puede centrarse en un solo momento? Por ejemplo ¿Gatica es un biopic? Ahí tenemos una buena.
El maestro de las marionetas, de Hou Hsiao Hsien: extraordinaria.
Bird: mediocre, pretenciosa y moralista.
Pero sí, parece que la tendencia es que las biopics son flojas.

Rich dijo...

Es buena la inquietud sobre Toro Salvaje, Cuervo. Si buscas en Wikipedia la definicion de Biopic sale esto

genéro cinematográfico que narra o adapta biografías de diversas personalidades universales.

Es obviamente muy pobre. Pero consulte el Diccionario del Cine de Russo y aporta algunas ideas muy interesantes para definir el genero. En principio dice que la condicion sine qua non para que un biopic se precie de tal consiste en que el personaje biografiado sea de amplio conocimiento publico y poseedor de una imagen previa en la audiencia, que la pelicula se encargara de apuntalar ( variante oficial) o demoler (variante iconocloasta).

Porque el biopic es sin dudas un genero politico y una fabrica de mitos que definen los valores de una epoca. No se si Raging Bull es un biopic porque el tipo no era una figura superconocida y la pelicula parece contar mas sobre la vida de Scorsese que sobre la de La Motta.

Oscar Cuervo dijo...

Rich:
tengo entendido que Jake LaMota es o era bastante famoso en los EEUU, de modo que las fronteras del biopic son bastante inciertas. Quizá Toro Salvaje lo sea, aunque preferimos pensar que no porque no cae en clisés habituales del género y además es una gran película. El elemento político es también indecidible, ya que uno puede encontrar politica en todas partes y en todas las películas.

Anónimo dijo...

Domingo, 8 de Febrero de 2009

CINE 2 > LA BIOGRAFIA DE HARVEY MILK POR GUS VAN SANT
El comandante del Castro

En 1978, Harvey Milk, el activista gay más importante de los Estados Unidos, fue asesinado en San Francisco junto al entonces alcalde George Moscone, y el crimen marcó y despertó a una generación. Ahora la importancia como militante por los derechos civiles del político llega por fin al cine comercial de la mano de Gus van Sant, el director de Mi mundo privado y Elephant, que en su regreso al cine mainstream lo eligió como protagonista de su film biográfico Milk, que compite por el Oscar a Mejor Película y cuenta con una enorme actuación de Sean Penn. Aquí reproducimos fragmentos de uno de los discursos más famosos de Harvey Milk, que se conoce como “Hope”, es decir, “Esperanza”, pronunciado poco antes de su muerte.

Por Harvey Milk

Mi nombre es Harvey Milk y vine a reclutarlos.

¿Por qué estamos aquí hoy? ¿Por qué están aquí tantos gays? ¿Qué está pasando?

Quiero explicarles por qué es importante que haya candidatos gays y que se elijan gays. Hay una razón y es muy importante, y creo que si mis amigos y votantes que no son gays la entienden, también van a entender por qué me presenté tantas veces, hasta llegar.

Hay una gran diferencia, una diferencia que sigue siendo vital, entre elegir a un amigo de los gays y elegir un gay. Los gays fuimos calumniados a nivel nacional. Nos emplumaron, nos acusaron de pornógrafos, de ser abusadores de menores. No alcanza con tener amigos en el poder, por más buenos amigos que sean.

La comunidad negra lo entendió hace tiempo: los mitos contra los negros sólo pueden ser contestados por líderes negros elegidos por el voto, para que la comunidad negra sea juzgada por esos líderes y no por sus criminales. Los hispanos no pueden ser juzgados por los mitos o los criminales. Los asiáticos no pueden ser juzgados por los mitos o los criminales. Y ya es hora de que los gays no seamos juzgados por los mitos o los criminales.

Como todos los demás grupos, tenemos que ser juzgados por nuestros líderes y por los que salieron del closet. Si somos invisibles, quedamos en el limbo, gente sin familia, sin padres, sin hermanos ni amigos, sin profesiones. Un buen porcentaje de esta nación queda así compuesta por estereotipos de potenciales abusadores de menores. La comunidad negra ya no es juzgada porque tenga amigos sino por sus legisladores y líderes. Tenemos que darle a la gente la oportunidad de vernos por nuestros legisladores y nuestros líderes. Un gay elegido puede marcar la agenda, ganarse el respeto del país en general y de los jóvenes en nuestra propia comunidad que necesitan ejemplos y esperanza.

Los primeros gays que elijamos tienen que ser fuertes. No se pueden conformar con sentarse en última fila. No pueden conformarse con que les den las sobras. Tienen que estar por encima de la trampa y la dádiva. Tienen que ser, por nuestro bien común, independientes e incorruptibles. La frustración que sentimos es porque no nos entienden, y los amigos no llegan a sentirla. Pueden verla en nosotros, pero no pueden sentirla. Porque un amigo nunca salió del closet. Yo me acuerdo cómo fue mi salida del closet y cómo me encontré con que no tenía modelos.

Y no puedo olvidarme de qué cara tiene alguien que perdió la esperanza. Sea gay, sea viejo, sea un negro buscando un empleo que no está, sea un latino tratando de hacerse entender en una lengua que le resulta extranjera. Y hablo en primera persona porque estoy orgulloso, orgulloso de estar aquí frente a mis hermanos y hermanas gays, orgulloso de ustedes. Es hora de que tengamos varios legisladores que sean gays y estén orgullosos de serlo, que no se queden en el closet. Creo que un gay no tiene que evadir sus responsabilidades y tener miedo de que lo saquen de su puesto.

Los gays de aquí y de todo el país, los jóvenes que están saliendo del closet y escuchan a la derecha religiosa por los medios, lo que necesitan es esperanza. Ustedes tienen que darles esperanza. Esperanza de un mundo mejor, un mañana mejor, un lugar adonde ir si las presiones en casa se hacen insoportables. No sólo para los gays sino también para los negros, los latinos, los viejos, los lisiados... Si ustedes ayudan a elegir más gays, les estarán mandando una clara señal a los que se sienten afuera, una señal de que es posible avanzar. Si un gay puede, las puertas están abiertas para todos.

Anónimo dijo...

Bueno, tal vez, en esta oportunidad, al cine de GVS le hayan importado los derechos...

Y no entiendo por qué alguien filmaría una película que no le importa... ¿A vos por qué te parece que la filmó?

Oscar Cuervo dijo...

Con respecto al discurso de Milk, es un discurso como tantos de líderes que defienden los derechos de un sector de la sociedad, una idea de igualdad que a esta altura del partido sólo los muy fachos rechazarían. Ese discurso es muy correcto. Pero un arte que se hace con lo que nos parece correcto, es supérfluo. El cine es necesario, sostengo, sólo cuando nos expone lo que de otro modo no podríamos comprender. Para asentir o disentir con el discurso de Milk basta con leerlo en la transcripción de acá arriba.

¿Por qué la hizo?
A mí me parece que la filmó por la guita. De todos modos no me interesa si es verdad mi parecer. La película está ahí y el resto de su filmografía también está ahí. Cinematográficamente hablando la diferencia es contundente con las 4 anteriores: se vuede constatar plano a plano un retroceso hacia el cine más rutinario. Y ojo: no se trata de que sea una narración clásica, porque tampoco es eso: es una ilustración de momentos de la vida de Milk con todos los lugares comunes que aparecenen películas de lideres sociales en ascenso. Esta narración no tiene siquiera alguna articulación que produzca sentidos nuevos, más allá del episodio que cada caso muestra: un episodio: Milk abre un local en un barrio de S. Francisco; un episodio: discute con un vecino homófobo; un episodio: se postula para x cargo; un episodio: pierde pero no se abate, dice frases acerca de los derechos de los gays, de que los gays hagan un boycot no comprando x producto.... y así durante 2 horas. Sería muy mediocre como telefilm, creo que cualquiera haría zapping a los 20 minutos. Pero resulta que ADEMÁS es la nueva película de uno de los cineastas más creativos del mundo, que ha filmado los últimos días de Cobain y la matanza de Columbine creando una forma nueva de tratar cinematográficamente esos temas, contra toda rutina.
Y ahora esto.

Anónimo dijo...

Ok. Te agradezco que te hayas explayado un poco más. Saludos.

Anónimo dijo...

Oscar, y "otreros": pensando en las biopics, me vinieron al recuerdo las de algunos músicos o cantantes, en las que aparece, casi invariablemente, la escena del racconto de titulares de diarios -sobretodo la imagen de tapas de diarios o revistas...girando!- ej.: "Ray", "La mome", pero ahora no me acuerdo si aparece en "The Doors". Bueno, justamente, será que nos acostumbramos a esas cosas, y entonces nos preguntamos si "Raging Bull" es una biopic, o si la del propio Van Sant sobre Cobain, en fin. Y sí, en un sentido estricto sí lo son, me parece, pero en realidad a quién se le ocurriría empezar una tesis, una crónica, una crítica sobre la película de Scorsese diciendo "Es un biopic"...? Digo, pareciera que tal cosa es poco meritoria. No sé, realmente lo planteo desde la ignorancia total. Bueno, disculpen si vuelvo a entrar aquí ya un poco tarde. Buen fin de semana.

Oscar Cuervo dijo...

Será que la biopic es un concepto de marketing? "Ahora vamos a hacer la de Bonavena protagonizada por Luciano Castro". En cambio uno no imagina a Scorsese antes del Toro salvaje pensando en esos términos. Es más: estoy convencido de que (puedo equivocarme) Van Sant se dijo "quiero investigar sobre lo que Cobain vivó en sus últimas horas, no me interesa nada que pueda haber salido en los diarios".
Y en cambio ahora un productor, quizá de algún lobby gay de Hollywood dijo: "che, qué les parece si hacemos que Sean Penn haga del concejal gay ese que mataron hace unos años... y a quién ponemos a dirigirla, a ver, directores gay, directores gay... ah, ya sé! Van Sant!".

En la Barcelona hay una frase buenísima: "Después de su fracaso como mogólico en I AM SAM, Sean Penn prueba si se gana un Oscar haciendo de trolo".

Y hablando de Oscars, tendremos que soportar la careteada de toda la farándula poniéndose de pie para aplaudir el Oscar post-mortem que Heath Ledger tendría que haber ganado por Secreto en la montaña. El Oscar al Guasón hay que dárselo a los diseñadores de maquillaje, de ellos es el mérito (si es que tal rubro existe).

Anónimo dijo...

SOY

Viernes, 13 de Febrero de 2009

ES MI MUNDO
El hombre detrás de Harvey Milk

El joven y apuesto guionista de Milk, Lance Black, se prestó con gracia y no mucho más a una sesión de fotos bajo la mirada del director del film, Gus Van Sant, para la revista Vogue Hommes International. Mientras muchos quedaron admirados por la conjunción de inteligencia y belleza, otros advierten que “tanta exposición” podría hacerle mucho mal a la recaudación de la película y a sus chances de llevarse el Oscar.

Un martir gay

Todos los políticos americanos, luego de Kennedy, luego de Lincoln, fantasean con la escena del asesinato, cuanto más demócratas aún más vívida la sangría. Y si en la agenda política (y de contactos) figuran minorías, los fantasmas de Martin Luther King y Malcolm X duplican la probabilidad. Por eso, la frase hoy célebre de uno de los primeros políticos abiertamente gays de la historia norteamericana, Harvey Milk, “Si la bala me llega al cerebro, dejen que la bala abra las puertas de todos los closet”, no es premonitoria ni tan solo romántica. Su latiguillo recogido por varios amigos, “¡no creo que me dejen llegar a los 50!” forma parte de esa concepción tan ridícula como universal de que cuando hay martirio, todo vale doble. Y así fue.

Las frases brillantes de Harvey Milk, tanto las de su testamento como las de sus discursos, ampliadas por la bala que efectivamente entró en el cráneo en el año 1978, cuando apenas tenía 38 años, consiguieron rescatar a algunas almas del infierno. Entre ellas, la del joven, norteamericano también y súper buen mozo, Lane Black, quien a tres décadas del asesinato de Milk se convierte en el guionista de la película que lleva su nombre, que dirige Gus Van Sant, protagoniza Sean Penn y que se acaba de estrenar en estas tierras.
Yo soy el niño aquel

Porque Lance Black, que nació tan solo un año antes de que a Milk lo asesinaran, supo muy pronto, alrededor de los siete años, que estaba condenado al infierno. Empezaba a sentirse atraído por los chicos y no por las chicas y, definitivamente, no podía cumplir con las estrictas expectativas de su padre mormón y de su madre recién convertida, viviendo todos en la inmensidad de un pueblito situado en la más profunda de las Américas. La infancia oscura de Black disimulando y tratando de demorar lo más posible el momento de las brasas es fácil de imaginar. También es fácil de comprender el impacto que tuvo en su temprana adolescencia el haber visto un documental donde Harvey Milk, luego de haber triunfado en las elecciones en San Francisco, declaraba: “En algún lugar, en Des Moines o en San Antonio, hay un chico escuchando esto, y ese chico tiene dos posibilidades. O se viene a San Francisco o se queda peleando donde está”.

Lance Black creció ocultando sus deseos pero convencido de que él y nadie más que él era ese chico del que hablaba Milk. El único, el único raro del pueblo. “Y seguí pensándolo así cuando llegué a San Francisco y empecé a estudiar teatro y empecé a conocer cada vez más sobre la vida de Milk, quien para entonces se había convertido en una especie de padre sustituto para mí.”

El proyecto de esta película que primero pasó por la cabeza de Oliver Stone y que casi pasa por la piel de Robin Williams terminó finalmente, “ahora que es tiempo”, en Gus Van Sant, quien eligió el guión de Black justamente por el recorte que hace de la vida de Milk. El guionista eligió deliberadamente concentrarse en los últimos años, el momento en que llega a San Francisco y emprende su carrera política, la muerte y el efecto que tiene en la gente le ganaron a la juventud de Milk, los proyectos previos, sus amores y sus desamores.
Un guionista demasiado desnudo

En plena semana de estrenos, la revista Vogue Hommes International invita a Gus Van Sant para una producción glamorosa y espectacular, quieren tomarle unas fotos. Pero el director responde con la loca idea de no ser él la figura esta vez, prefiere darle el lugar a una joven promesa, su guionista. El único guionista y mormón que ha trabajado para la HBO haciendo guiones con temática homosexual. Sin dudas, como se puede apreciar en las fotos que él mismo le tomó, el chico no merece permanecer en las sombras. Y en la nota el texto tiene letra grande, ocupa pocas páginas, muy poco diálogo, ya que lo más impactante aquí son las imágenes. Black, el rubio, aparece en varias situaciones bastante típicas: algo bucólico, saliendo del agua, en un paisaje, en su casa de entrecasa, serio mientras sostiene entre sus manos una foto de Harvey Milk, el verdadero, ningún Sean Penn. Este simpático modo de presentar a un escritor ha significado para algunos un paso en falso. Tanto es así que inmediatamente las fotos en cuestión fueron escaneadas y subidas a Internet para disfrute de los nuevos admiradores y tormento de quienes advierten que este gesto chabacano podría costarle el Oscar a Milk. Hay que ser gay pero no tanto. La era de la corrección política permite despertar monstruos dormidos, pero siempre y cuando haya somnífero a mano. Las fotos se parecen a las que se toman los modelos, pero no son. Las fotos pueden parecer una promesa de futuras tomas pornográficas o eróticas, pero no son más que eso. Lo que definitivamente no son son fotos de un guionista de cine. Y por lo visto, lo que no se admite es que alguien se corra del rol establecido, sea cual fuere. Han pasado treinta años sí, y muchas cosas, pero no estamos en el paraíso.

En esa nota, Lance Black habla muy poco de la película, pero rescata un momento de la filmación. “Lo mejor para mí fue cuando teníamos que hacer la escena de la noche en la que la gente sale con velas a la calle. No teníamos plata para pagar a los extras. Ver de pronto a 5000 personas vestidas con sus ropas de los ’70 caminado en el frío y haciendolo gratis, me hizo sentir una profunda gratitud y a su vez una sensación de que había toda una comunidad con nosotros.”

Sin duda ha pasado mucho desde los tiempos de Milk, pero aún quedan unos ropajes de los setenta y de la época victoriana incluso, que no son de utilería. Por eso, se ven tan lindas las fotos de Lance Black en la revista, tan suelto de cuerpo, tan suelto de ropas.

Anónimo dijo...

No sé. En la nota de RADAR, dice que GVS estaba "Interesado desde hace años en abordar la historia de Harvey Milk", lo cual desmiente que la película no le importaba. Y en la de SOY, LB dice que "No teníamos plata para pagar a los extras", lo cual desmiente que la haya hecho por la guita, a menos que toda la guita haya ido para el sueldo del director. Yo creo que la mejor opción es que la hizo porque sí le importan los derechos de los gays y porque él es gay.

Oscar Cuervo dijo...

Anónimo:
¿Quién es LB, que dijo que no tenían plata para pagar a los extras?
Bueno, más allá de eso, dije que pued equivocarme sobre las motivaciones de Van Sant. Quizá lo haya hecho por militancia, no sé. Quizá se haya propuesto ser claro y lineal para incluir a públicos masivos. Lo que es evidente es que se pueden describir los procedimientos cinematográficos empleados en este caso y que difieren notablemente de sus películas de los últimos años.
Milk es lineal y previsible, esquemática en el planteo de su división del mundo entre gays de buen corazón y un par de políticos homofóbicos que quieren impedirlo, llana en su ausencia de tensión, explicativa en sus diálogos, perezosa en su puesta de cámara: todas estas cosas llaman la atención porque son el abandono de lo que Van Sant venía explorando. No digo que tendría que haber repetido esas exploraciones, porque Gerry, Elephant, Last Days, Paranoid no son todas iguales, en cada una explora variaciones y no se trata de variaciones puramente formales: tienen que ver con desestabilizar la experiencia de ver cine, con hacerle preguntar al que mira cómo tiene que decodificar eso que está viendo, cómo interpretar las mirada, los movimientos, los motivos de los personajes, cómo poner en palabras lo que sucede, qué misterio se nos escapa en los actos de las personas, incluso en esos actos que aparecen en los diarios (Gerry, Elephant, Last days refier hechos que salieron en los diarios).
Uno de los rasgos más estimables de la experiencia que sus películas proponen es la de la ambivalencia: moral, sexual, social.
Mi impresión es que, de pronto, en Milk su cine perdió todo eso, quizá porque se propuso ganar públicos más amplios, ya sea por motivos comerciales o de militancia gay. El resultado es una película aburrida en términos de entretenimiento y dirigida a convencer a los que ya están convencidos (es decir: ineficaz) desde el punto de vista político.
En suma, no es tan importante determinar por qué motivos personales hizo Milk, sino por qué parece un director infinitamente menos interesante de lo que puede ser.

Anónimo dijo...

LB es Lance Black, el guionista de la peli. La frase la saqué de la nota que está copiada más arriba. Tu respuesta es buena. Saludos.

Oscar Cuervo dijo...

Bueno, ahí tenés un adiferencia importantísima: Milk es la primera película en muchos años en la que Van Sant no es el guionista. Saludos.