Una conversación con María Pía López sobre historia, relatos, simulacros y operaciones. La otra.-radio para escuchar acá
por Oscar Cuervo
La visita de María Pía López a La otra.-radio nos permitió anoche explorar algunas cuestiones que su propia novela, Teatro de operaciones, plantea: cruces entre ficción y política, relatos operando sobre la historia, la historia metiéndose en la literatura, la literatura prefigurando la historia, relatos que buscan un cierre y la historia que nunca cierra.
Casi al final del programa pregunté una cosa:
- Pregunto una cosa que se me ocurre ahora: ¿hay gente que, respecto de la lucha política, en un momento dijo "bueno, esto se terminó, no se sostuvo, fue un delirio, demos por cerrado este capítulo..." y que, después, cuando en los últimos años aparece el kirchnerismo y reintroduce un poco de movimiento en la historia, le da bronca porque se reaviva eso que se dio por muerto?
- Me parece que sí -me responde María Pía López-: vos nombraste al principio del programa el caso Caparrós. Caparrós había escrito con Anguita La voluntad. Ese libro es la mayor recopilación de testimonios respecto de las luchas de los 70. Él antes había escrito una novela, una hermosa novela que se llama No velas a tus muertos, que trata también sobre la militancia de los 70 y sus tragedias. Y de algún modo se arroga ser el que puede dar la última palabra sobre esos acontecimientos, el último relator del final trágico de esos hechos. Por lo tanto, cuando aparece el kirchnerismo lo siente como un arrebato a sus propios temas. Después vuelve sobre esos temas en la novela A quien corresponda, en la que ficcionaliza la idea de que se trata de militantes corrompidos, quebrados por un orden empresarial político, que sobreviven a los años 70, pero mal sobreviven, solo para corromper la memoria de los militantes del pasado...
- ...Ahí Caparrós recoge -digo- la idea de "El simulacro" de Borges...: "¿Qué suerte de hombre (me pregunto) ideó y ejecutó esa fúnebre farsa? ¿Un fanático, un triste, un alucinado o un impostor y un cínico? -cito a Borges.
- Caparrós recoge eso, pero también tiene la idea de que alguien le sacó la última palabra que él tenía el derecho de decir -dice María Pía.
- Claro, porque yo supongo -supongo yo- que hay un enorme esfuerzo en la empresa de construir el gran relato de la derrota montonera a través de miles de páginas, una obra monumental, para que después la historia continúe... No que continúen los montoneros, sino la historia, porque en realidad la historia no terminó, la historia sigue.
- La historia sigue... -sigue María Pía-. Hay otra polémica que por ahí es interesante reponer en ese plano, que transcurre más o menos en los mismos años en que Caparrós edita Ante quien corresponda. Un debate que surge a partir de la carta de Oscar del Barco, "No matarás", que es otra cosa, me parece. Porque Oscar del Barco interviene de otro modo, él va a decir: "tenemos que hacernos cargo de hasta qué punto fuimos agentes sacrificiales también los que estábamos del lado de las víctimas". En Caparrós la resolución de este dilema, de quién tiene derecho a hablar de los muertos, se resuelv por medio de una razón cínica, en ese libro toma una distancia cínica con la política.
- Esto me hace acordar -se acuerda Willy- a esa frase de Fassbinder: cuando somos infelices cualquier persona feliz nos parece indecente... Tiene que ver con eso, el que no acepta la posibilidad de volver a enamorarse, ¿no?
- Sí, hay muchos enojados con el kirchnerismo con eso, no solamente ex-montoneros, también hay radicales como Esteban Schmidt -acoto yo-, que es una persona que tuvo su propia derrota histórica y generacional con Franja Morada, y que odia el kirchnerismo por esta razón, porque ¿cómo puede ser que haya pendejos (que él los llama "cabezas de termo") que crean en esta boludez de la política y el simulacro kirchnerista... Y eso enoja mucho desde cierta perspectiva generacional, donde vos ya a los 40 o a los 50 decís "yo ya acomodé mi vida de otra manera, no me vengan a hinchar de vuelta con la militancia, de vuelta con la Plaza.
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