El macrismo escaló del negacionismo y los presos políticos a la desaparición forzada de personas
La noticia es muy grave. No necesita una opinión adicional. Desde hace 6 días está desaparecido Santiago Maldonado, de la Comunidad Lof de Cushamen. El rastrillaje de las fuerzas de seguridad oficiales comenzó recién el sábado, cinco días después de su desaparición. Hasta hace pocas horas el gobierno no había emitido ninguna declaración al respecto. Hay varios testigos que afirman haber visto cómo el martes pasado Santiago Maldonado fue llevado por la Gendarmería Nacional, la fuerza a la que insólitamente el gobierno nacional encomendó la búsqueda de su paradero. Solo en las últimas horas Gendramería fue apartada de la investigación.
Tardíamente, la ministra de seguridad de la Nación Patricia Bullrich, declaró: "Hablamos con cada uno de los efectivos de Gendarmería que participaron del operativo, y ninguno dijo que estuviera vinculado con este caso", dándole estero crédito a las fuerzas denunciadas sin que medie ninguna investihgación seria.
Tardíamente, la ministra de seguridad de la Nación Patricia Bullrich, declaró: "Hablamos con cada uno de los efectivos de Gendarmería que participaron del operativo, y ninguno dijo que estuviera vinculado con este caso", dándole estero crédito a las fuerzas denunciadas sin que medie ninguna investihgación seria.
Sintomáticamente (siniestramente) anoche el programa de Jorge Lanata en Clarín salió a "denunciar" la existencia de una "guerrilla terrorista mapuche", como si cualquier especulación al respecto habilitara la legitimidad de reanudar el terrorismo de estado mediante la desaparición forzada de personas.
Sin entrar en esa repugnante y peligrosa lucha en el barro que repetiría el esquema represivo de la última dictadura, solo cabe exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado, para que se emprenda una rigurosa investigación sobre su ya demasiado extendida desaparición.
TIENE QUE APARECER
por Sergio Maldonado,
hermano de Santiago, desaparecido en democracia.
Hace casi una semana, tras la represión a los manifestantes en la comunidad Lof de Cushamen, la vida de toda mi familia cambió por completo: no vivimos, no podemos, no tenemos noticias de mi hermano, ni respuestas de las Fuerzas que apaleaban, disparaban y arrastraban todo lo que tenían enfrente, mujeres, niños... Y Santiago.
De visita en Chubut, se había quedado a dormir en el acampe para expresar su apoyo a los mapuches, que estaban exigiendo la liberación de su dirigente Facundo Jones Huala, preso político. Pero no, rectificando algo que muchos medios informaron, mi hermano no forma parte de ninguna agrupación de pueblos originarios, aunque siempre se muestre dispuesto a colaborar con distintas causas, frente a la ausencia del Estado. O sus abruptas irrupciones. Pues el martes, cuando la Gendarmería Nacional detonó un desalojo violento, muchas familias se resguardaron detrás de unos sauces, al costado del río que cruza los Andes. Allí, algunos intentaron salvarse de las balas, cruzando ese caudal de agua, entre la dificultad de las ramas. Santi no cruzó. Y el rastrillaje de la Prefectura ya lo confirmó.
Los gendarmes lo rodearon, lo golpearon y lo subieron a una camioneta.
No sabemos nada más.
El viernes presentamos un hábeas corpus en Bariloche, Esquel y El Bolsón. Recién entonces, el juez Otranto empezó la búsqueda, después de 84 horas sin hacer nada de nada. Y sí, se pueden lavar las manos diciendo que no se lo han llevado, pero la Gendarmería será responsable de lo que haya pasado. Santiago no se perdió, ni se esfumó por arte de magia. No se trata de una persona extraviada. Se trata de una desaparición forzada. Pero no vamos a esperarlo de brazos cruzados. Mañana [por hoy], desde todos los rincones del país, marcharemos para exigir que nos digan dónde está, mientras lo buscamos nosotros mismos, sin descansar ni un minuto. Sólo para eso escribo estas líneas, para pedirles con este grito desesperado que, por favor, nos acompañen en cada ruta, en cada plaza, en cada avenida: tiene que aparecer mi hermano.
Y tiene que aparecer con vida.
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