Liliana Herrero hoy a las 12 de la noche en La otra.-radio. FM 89,3, online aca.
Liliana y Fito: foto de Nora Lezano
En la primera entrevista que concedió a revista La otra en 2011, Liliana Herrero decía:
- Yo entiendo que la interpretación es desarmar algo ya hecho y ver si tiene alguna voz nueva para hablarnos. Las canciones dialogan con el mundo contemporáneo aún cuando no pertenezcan a él, aunque pertenezcan a un pasado muy remoto. Esas son las más fáciles de desarmar para mí. Es más complejo cuando te encontrás con canciones de autores contemporáneos que ya están muy arregladas, y entonces es difícil volver a intervenirlas. En general lo intento, a veces me sale y a veces no.
- ¿Y de qué modo lo intentás? - le pregunta Maxi Diomedi.
- Acá en casa con el piano o con los músicos con los que trabajo. Voy tratando de pensar algo que no estaba pedido. Las canciones a veces no piden nada, pueden ser cantadas como son o como han pasado a la historia. ¿Qué sabe uno cómo son o cómo es la forma estrictamente original de un tema? Pero sí puede armar y desarmar, es como exhalar e inhalar, es como una respiración que a veces tienen los temas. A veces se prestan más que otros para hacerlos estallar, a mí me parece que al hacerlos estallar, al intervenirlos, aparecen nuevas posibilidades. Lo cual no desmerece a la canción en su formato original, al contrario, una canción es poderosa cuando permite una nueva interpretación. Ya cada uno verá qué hace con la historia, con ese puñado de canciones que tiene la cultura musical de un país.
En la perspectiva que dan los ocho años transcurridos desde aquella conversación, puede advertirse que las inquietudes de Liliana son persistentes, que siempre se refieren a una interrogación sobre el propio ser de lo que ella hace: cantar. Pero también que con el correr de los años no esquiva riesgos. Acaba de publicar Canción sobre canción, el disco integrado por canciones compuestas por Fito Páez sobre las que ella obra de la manera descripta en la charla de 2011. No vamos a decir que se trata de "covers" sin desmoronar la línea de pensamiento que estamos intentando trazar. Liliana busca en esas canciones una hendija para hacer atravesar una respiración que ella aporta y que hablan del mundo contemporáneo. Pero lo hace esta vez con canciones de un pasado demasiado reciente, demasiado cercano a su constitución como intérprete: la obra de Fito, quizá el principal responsable de que ella se haya dedicado a cantar en público.
Si pudiera explicar
si pudiera explicar...
Lo hice para quebrar
Lo hice para quebrarme a mí.
La cercanía es obvia: Liliana empezó hace un poco más de 30 años una obra discográfica con dos discos producidos por Fito, en los que él aportaba sonoridades inauditas, muy propias de los años 80, a canciones del repertorio folclórico. Liliana entonces se entregaba a la voluntad de juego de Fito con esa tradición. Hoy Fito pertenece ya a la tradición de la música popular y a la propia tradición de Liliana y ahora ella hace un disco donde él juega el papel de compositor y ninguno más, dado que no interviene en absoluto en los arreglos ni en la producción artística de los temas. Es inevitable reconocer el dibujo de una inversión en el tiempo transcurrido entre aquel comienzo y este presente y, a la vez, esa inversión no desmiente su fidelidad a las preguntas básicas con las que ella se aproxima a pensar la música popular y su propia posición en ella.
Pero hay algo más: Liliana piensa el lugar del canto en el mundo. ¿Cómo es que el mundo espera las canciones o como las desespera? ¿Qué pueden aportar ellas a un mundo por momentos desesperante?
Liliana no solo piensa y canta en ello. También interviene en la época de otros modos, en cuanto ella se lo reclama. Se desvela por el momento que atraviesa nuestra comunidad y nuestro territorio y no quiere desligar su voz de estos dos fundamentos. Interviene, aunque sabe que existe una tensión permanente entre el nivel de la política y el de la música. Tensión que no es disociación sino lucha, encuentro y desaveniencias. El arte y la política son dos modos de ser en la época y más allá de ella, que se reclaman y a veces se recelan. Toda esta inquietud se oye en su canto.
Por eso ella tanto canta a Fito como visita a Milagro Sala, une las puntas de un mismo lazo, así como testimonia en un proceso judicial para denunciar un genocidio cultural del que fue testigo después de un llamado por el que estuvo esperando desde 1977 o imagina escenarios posibles para nuestro futuro inminente.
No pasa el tiempo
no pasan los años
Se pasa el año
se pasa volando
Ya no hay mas nadie
que pueda alcanzarnos.
Juega con las paradojas que propone una canción de otro de los compositores a los que se liga con fidelidad, porque en sus canciones encuentra el mismo tipo de temblor que a ella la conmueve.
De todo eso vamos a estar hablando hoy a las 12 de la noche en La otra.-radio, FM 89,3, RADIO GRÁFICA, online acá.
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