viernes, 26 de septiembre de 2008

Crónicas de un comediante

Por Martha Silva

Aparece un personaje solo, en medio del escenario, después de haberse desplegado ante nuestra vista un telón casi inexistente, con proyecciones y transparencias que cumplen la función de ir contando la Historia del Mundo y la Historia del Arte. Nada menos.

El hombre luce un atuendo en el que conviven la gestualidad de cómicos que han transitado la historia del teatro argentino, y también otros que emergen del cine y la televisión: desde Chaplin hasta Olmedo, pasando por Tato Bores y los latiguillos de Marrone.

La obra, dirigida e interpretada por Manuel Santos Iñurrieta, recupera la estrategia del distanciamiento de Bertolt Brecht, en la que el actor nunca llega a transformarse del todo en su personaje: lo muestra y debe mostrar que lo muestra*.

“La razón empuja a la emoción –nos dice posteriormente Santos Iñurrieta-. Queríamos ir hacia la contemporaneidad, hacia el Otro”.

Este planteo teórico no es obstáculo para que la obra alcance picos de comicidad, como también ocurría con Brecht. Uno de ellos se logra cuando utiliza esa suerte de lenguaje arcaico, propio del actor épico brechtiano, para describir a su mujer ideal:

Rubia, de contextura generosa
Y poco reproche


Esa frase casi doliniana expresa la fantasía masculina de que la mujer tenga todo pero que no moleste en absoluto.

El actor está solo en medio del escenario pero esa circunstancia no es advertida por la cantidad de elementos que va desplegando y por la presencia intangible de los integrantes de EL BACHIN, grupo que Manuel dirige. Ellos no aparecen, pero están entre bambalinas.

Por lo demás, se pone en juego una teatralidad arrolladora, fascinante, que constituye todo lo que esta gente de El Bachín saca de sus alforjas. Entender el mundo y sus complicaciones y, sin embargo, poder maravillarse. Lo decía precisamente Bertolt Brecht en su Breviario de Estética Teatral: “La única cosa importante para los espectadores de estos teatros es poder cambiar un mundo contradictorio por un mundo armonioso, ese mundo que se conoce bastante mal por un mundo que se puede soñar”.

(Sala Raúl González Tuñón. Sábados 23 hs. $ 20. CC de la Cooperación.)

* Walter Benjamin, Qu'est-ce que le théatre épique, Gallimard , 2006.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lástima que siendo buena la den sólo un día de la semana...Pero voy a tratar de ir. El planteo es interesante y si está el plus del humor...mejor.Felisa

Anónimo dijo...

Es que la gente joven- manuel tiene 31 años- produce teatro en abundancia, en este momento. Los teatros no dan abasto para presentar estas obras. Si te fijás en la cartelera de los diarios vas a ver obras una sola vez por semana, que comienzan a las 23,30.Martha

Anónimo dijo...

Muy Bien, Martha, coincido con tu crìtica, me gustó lo de dolineano (creo que a Manuel también le gustarà)
Saludos
Silvia

Anónimo dijo...

Gracias Silvia:
Es que están todos los humoristas.Eso es un festín. Quizás la vea de nuevo. Vino a la EEBA y tuve ocasión de hablar con él. El fué por supuesto, el que habló de que se habían basado en Brecht. El grupo, resimpáticos. Marthe