Sólo un sueño

Por Oscar A. Cuervo



A pedido de Estrella:

Cine concebido desde el papel, Sólo un sueño (Revolutionary Road) de Sam Mendes.

Se adivina el cálculo del proyecto: hagamos una donde la pareja más taquillera de la historia (Leonardo Di Caprio, Kate Winslet, los de Titanic), en lugar de haberse separado en la noche del naufragio... (summum del amor romántico, la escena de ellos bajo la noche estrellada hasta que Leo no aguanta más el frío y se hunde en las profunidades del mar es la razón de ser del último blockbuster que, además de ser una película grande, supo ser una gran película). Ahora hagamos, imagino que habrán dicho, como si hubieran formalizado matrimonio. Veamos a Kate y Leo casados, hartos ya el uno del otro en la segunda escena del film. Veamos a Di Caprio oficinista y a Winslet ama de casa, la parte que siempre queda afuera en las películas que terminan "bien".

Esa es la idea de arranque de Sólo un sueño, la curiosidad de mostrar a dos super-estrellas viviendo un embole fenomenal, algo parecido a lo que puedan sentir las masas que van a ver el estreno de la semana. Después de la idea de arranque, hay que decirlo: nada más.

Sólo un sueño es el claro síntoma de una industria exhausta. Sam Mendes es fiel a su modo al asunto que le toca en suerte, filma su guión con el mismo aburrimiento con que viven sus criaturas. Así es como Hollywood concibe hoy los films adultos: es decir: los films sin efectos digitales. Películas con diálogo frondoso y explícito, para convocar al cine a los padres de los chicos que van a ver Batman, el caballero de la noche. Di Caprio con pantalones de tiro largo, temas controversiales como ser el aborto, casting de actores secundarios con cara de gente de los años 50.

¿Dónde está el problema? En que la fórmula que se detecta en los primeros minutos se desenvuelve previsiblemente. Una vez más: mientras ve una película traslúcida (porque no hay nada que ver en ella) uno lee el guión.

(Atenti que acá la cuento) En esta escena se van a ilusionar con un viaje a París, ahora renace algo de pasión en ellos. Aquí llega Katy Bathes con su marido y su hijo loco, ese muchacho les va a dar un disgusto (este loquito es más carismático que el de la semana pasada, el de El sustituto); el loquito es el único que se anima a decir la verdad, los locos, los borrachos y los niños no mienten. Ahora está por pasar algo que va a complicar los planes. En esta escena seguro que ellos terminan peleándose, hay que filmarla cámara en mano. Ahora ella se va, harta. Pero aquí está ella de nuevo: volvió y en los próximos cinco minutos es una buena mujercita que le prepara el desayuno a su maridito. Pero, ¡atención!, a pesar de que sonríe, la veo tensa, algo malo le pasa. Esto no termina bien. Ella sale a despedir a su amorcito, desde el palier Kate sonríe pero en el fondo llora, se ve que esta es la última vez que se van a ver. Pobrecita, ella quería ir a París y mirala cómo terminó.

Así es el film: no hay tiempo para que algo acontezca, sólo hay tiempo para filmar páginas de un guión. Al principio de cada escena se entiende todo lo que aún no pasó, los actores lo van anticipando porque el director se los contó. Si esta escena es feliz pero se avecinan problemas, la orquesta lo anuncia unos diez segundos antes. La cara de Di Caprio indica que está feliz pero que en cualquier momento va a estar preocupado. Nosotros, los actores, la cámara, la orquesta, todos sabemos lo que les va a pasar... Y efectivamente pasa: el viaje a París se suspende, él le mete los cuernos, luego ella le mete los cuernos. E inmediatamente los personajes lo dicen: explican lo que les está pasando unos cinco segundos después de que uno ya se había dado cuenta por la orquesta.

Al final, las parejas que fueron a ver la película salen comentando: “lo que pasa es que ella...”.

Tiene que poder hacerse aún un melodrama aceptable, esto debe ser sólo una mala racha: la semana pasada El sustituto y ahora Sólo un sueño. Lo que pasa es que en enero y febrero se estrenan las películas adultas, se acerca el Oscar y recién a partir de abril vienen los tanques. ¿Este año qué tenemos? ¿Narnia IV? ¿El hombre elástico? ¿La mujer maravilla? ¿La versión digital de La guerra de las galaxias? ¿Rin Tin Tin? ¿Hombres de negro VII? ¿Este año no nos toca Batman? Hmmm....

Una observación al margen. En Titanic yo no entendía cómo un muchachito apuesto como Leonardo podía fijar su atención en una regordeta como Kate. Bueno: la tortilla se dio vuelta. Acá Kate es un minón y no resulta posible comprender cómo pudo casarse con un tipo tan blandengue. ¿Cómo hace Di Caprio, este baby face lampiño y paliducho, para llegar a los 40 y dejar de hacer postadolescentes para encarnar roles adultos? Era un chico bonito a la altura de What's Eating Gilbert Grape?. Y ahora todavía no encontró su punto de cocción, está como un poquito crudo.

Problema para productores: cómo sigue la carrera de Leo. Me gustaría encontrar la respuesta y, si se me ocurre algo, le mando un mail.