El pueblo empoderado, esa sí que es la pesada herencia
Como fuimos aprendiendo en todos estos años de gente, para comprender la dimensión y la calidad de marchas populares como la de ayer hay que estar ahí (por eso pongo tantas fotos en estos posts, para agarrar un cacho de ese aroma). Es por los cuerpos, las pieles, las sonrisas, las ropas, los colores, los bailes, los cánticos. No se trata solo de contar cuántas cuadras ocupaban las columnas ni entrar en cálculos renales de personas por metro cuadrado. Cien mil, doscientos mil, etc. Las marchas tienen su lenguaje y su poética. La de ayer acentuó una característica que venían mostrando las de los últimos años: un florecimiento de mil flores que se resiste a ser rápidamente codificado.
La columna más linda y alegre fue la de ATE Jujuy, que media hora después de terminado el notable discurso de Hugo Yasky seguía bailando al ritmo de una sección de vientos y tambores de siete u ocho pibes norteños que portaban aires de naciones antiguas y hermosamente presentes. El acto no terminó con la marcha peronista: eso no quiere decir que no hubiera muchos peronistas, sino que había pueblo de muchas identidades. Sonaron aires del altiplano, Banderas en mi corazón, el Himno de mi corazón y podrán pasar mil años, verás muchos caer, pero si nos juntamos, no nos van a detener. No es que el pueblo se haya desperonizado, es que las liturgias se refrescan y recogen experiencias de generaciones mucho más nuevas o mucho más viejas. Mi General Cuánto Valés suena un poco autoparódico cantado por Claudia Rucci y Chiche Duhalde, que ayer no estaban. Tampoco estaban ni podrían estar Massa, Pichetto, Bossio. No les cabió. Algo habrán hecho para no poder estar.
La columna más linda y alegre fue la de ATE Jujuy, que media hora después de terminado el notable discurso de Hugo Yasky seguía bailando al ritmo de una sección de vientos y tambores de siete u ocho pibes norteños que portaban aires de naciones antiguas y hermosamente presentes. El acto no terminó con la marcha peronista: eso no quiere decir que no hubiera muchos peronistas, sino que había pueblo de muchas identidades. Sonaron aires del altiplano, Banderas en mi corazón, el Himno de mi corazón y podrán pasar mil años, verás muchos caer, pero si nos juntamos, no nos van a detener. No es que el pueblo se haya desperonizado, es que las liturgias se refrescan y recogen experiencias de generaciones mucho más nuevas o mucho más viejas. Mi General Cuánto Valés suena un poco autoparódico cantado por Claudia Rucci y Chiche Duhalde, que ayer no estaban. Tampoco estaban ni podrían estar Massa, Pichetto, Bossio. No les cabió. Algo habrán hecho para no poder estar.
Lo mejor, la hazaña política, una de las peores noticias que puede recibir el régimen hoy, se debe atribuir en primer término a la corazonada de Yasky y Micheli, que se pusieron la Marcha Federal al hombro y le llenaron la Plaza a un macrismo flojo de piernas. Yasky y Micheli se apuntaron un poroto grande. Una nueva camada de sindicalistas más cercanos al trabajo que a los despachos está asomando y me parece que ayer puede haber sido su día de bautismo. Pero la hazaña hazaña la lograron los miles que vinieron de todas partes a la histórica Plaza sin dejarse Fantinear.
El discurso de Yasky es una pieza impecable para congregar a la más inteligente unidad popular en la acción contra un gobierno represivo y ajustador. Un gran salto de calidad en los palcos trabajadores.
El discurso de Yasky es una pieza impecable para congregar a la más inteligente unidad popular en la acción contra un gobierno represivo y ajustador. Un gran salto de calidad en los palcos trabajadores.
"Solamente es posible este hermoso acto con esta unidad de los trabajadores. La unidad que marca un momento nuevo, distinto en la confluencia del movimiento sindical y de los movimientos sociales. La unidad en la convergencia con el movimiento estudiantil, con los organismos de derechos humanos. La unidad con los pequeños productores de las PYMES, los pequeños productores del agro y de la agricultura familiar, la unidad con los trabajadores informales, la CNCT, la CTEP, las empresas recuperadas, la Federación Tierra y Vivienda, el Frente Transversal, muchas más. Unidad con las organizaciones de izquierda, con las organizaciones que representan al sector agrario. Unidad con los cooperativizados: esa unidad es el mapa del campo popular que el neoliberalismo quiere dividido, quiere roto, quiere que cada pedacito no encastre con el otro. Si ellos nos logran dividir, van a lograr dominarnos. Si nosotros construimos la unidad con la convicción de que esa unidad es para la lucha, por la liberación, por la emancipación, por la justicia social, si esa unidad la construimos, somos invencibles. Hoy casi sin darnos cuenta, casi sin ser conscientes, la historia nos pone en un punto en el que somos protagonistas de un cambio profundo, de una nueva historia. Y hoy es el día en que la historia nos dice: "la Argentina va a cambiar porque este pueblo no se arrodilla ante el poder económico ni ante la represión". Para nosotros no es lo mismo que no hubiesen estado acá los compañeros del Sindicato de Camioneros y el compañero Pablo Moyano de la CGT. No es lo mismo si no hubiese estado acá el compañero Sergio Palazzo, el compañero Gillini, el Gringo Amichetti y el resto de los compañeros de la Corriente Federal, no hubiese sido lo mismo si no hubiera tantos compañeros y compañeras de sindicatos de la CGT. Ahí por abajo, la unidad entre la CGT y la CTA crece, se hace fuerte, y esa unidad por abajo es la que nos permite decir que estamos en camino de la construcción del sujeto colectivo que va a poner en este país la agenda social que el gobierno se niega a discutir".
Lo dijo Yasky. Es el discurso estratégico más inteligente que yo haya escuchado en boca de cualquier dirigente social en mucho tiempo y también un enorme salto de calidad comparado con los chatos discursos de los jerarcas de las centrales sindicales que nos tuvimos que fumar en muchos, muchos años. Palabras claras e inteligentes que estaban en sintonía con el pueblo ahí congregado y con la magnitud de la movilización. Suenan lindas esas palabras justas porque lograron movilizar a tanto pueblo, cosa que no siempre pasa. La construcción de un sujeto colectivo como prioridad. Los más de cien mil que escuchaban no estaban pensando en rosquear para las listas de las elecciones del año que viene.
"El peronismo es el partido del poder" es una sentencia que le debemos a Jorge Asís, que les encanta repetir a los troscos, a los poetas muertos y a Carlos Pagni, pero ayer lo que se dirimía en la Plaza era otra cosa seguro que más trascendente. En la semana en que Brasil nos dio malas noticias, Argentina le vuelve a marcar la cancha al neoliberalismo que pensó que era fácil disciplinarnos con un monigote afásico en la Rosada.
"El peronismo es el partido del poder" es una sentencia que le debemos a Jorge Asís, que les encanta repetir a los troscos, a los poetas muertos y a Carlos Pagni, pero ayer lo que se dirimía en la Plaza era otra cosa seguro que más trascendente. En la semana en que Brasil nos dio malas noticias, Argentina le vuelve a marcar la cancha al neoliberalismo que pensó que era fácil disciplinarnos con un monigote afásico en la Rosada.
A lo que está tejiéndose en las calles llamale H, J o K. Yo lo llamo pueblo.
Postdata 1: mensaje a los inversores: lean los blogs argentinos, no se queden con las columnas de Majul y Fernández Díaz porque se les complica.
Postdata 2: gobierno, dejá de Fantinear la realidad, ya no da.
Postdata 3: mi amigo Willy, recién llegado de Polonio, está editando una bocha de fotos que hacen apreciar la mirada microscópica de la hermosa marcha, esa que permite entender mejor de qué se trata. Las publicaremos en cualquier momento.
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