jueves, 8 de enero de 2009

Conflicto palestino-israelí


Por Daniel Cholakian

No me parece que este espacio sea para contar los muertos. Podemos alejarnos un poco de la inmediatez, de la magnitud, de las caras y los llantos. Y no porque no importen, sino porque tal vez otros puedan contar eso mejor que nosotros.

Lo que me parece interesante es intentar un pensamiento sobre determinados datos objetivables y sobre determinados saberes comunes, demasiado comunes.

Me propongo dejar en claro algunos puntos:

Este conflicto no lleva 2000 años.
No hay allí una lucha permanente por esos territorios. Incluso me atrevo a pensar las identidades puestas en conflicto: israelíes y palestinos. ¿Cuánto tiempo de vida tienen tales identidades? No más de un siglo, suponiendo que los palestinos se identificaban como tales (y no como árabes) ya en la época del Mandato británico. El estado de Israel se fundó en 1948. Así que evitemos repetir “lo que pasa que estos tipos se vienen matando desde hace 2000 años”. Y si incluso quieren utilizar identidades más difusas y complejas como judíos y árabes, tampoco se verifica tal continuidad guerrera.

Este conflicto no tiene un origen religioso.
Hace unos años, los israelíes asediaron sin dejar salir de su refugio a Yasser Arafat, en Ramalah (Cisjordania). Arafat nunca en su vida fue un líder religioso. Es más, en la organización que presidió durante años, brillaron destacados palestinos cristianos, como el inolvidable Edward Said, que renunció a la OLP disgustado con los acuerdos de Oslo de 1993, donde a su criterio Arafat había cedido todo a cambio de nada.¿Dónde se funda entonces la existencia de una pauta religiosa para definir este conflicto? Propongo una respuesta posible: Al estado de Israel le conviene esta forma de plantearlo pues en ese orden serán vistos como judíos y no como israelíes. Como judíos tienen un pasado de persecuciones reales (y no en Asia especialmente) y siglos de maltrato y discriminación. Como judíos entonces, tienen un aura positiva y una consideración de la opinión pública occidental y moderna entre respetuosa y culpable. Como israelíes se convierten en parte de un estado nacional moderno, laico, que está cargado con un fuerte “pathos militar” (esta definición le pertenece a Scholomo Ben Ami, ex canciller del gobierno de Edhud Barak, actual ministro de defensa). Por otra parte, si del otro lado del conflicto hay palestinos, hablamos de ciudadanos, con derecho a una identidad nacional y política. Sujetos diferenciados. Siendo musulmanes, se suman a esa masa indiferenciada que tanto puede ser llamada musulmán, árabe, terrorista, fundamentalista. ¿Cuántos musulmanes habitan los territorios ocupados? Pensado esto, está claro que proponer un par amigo – enemigo, la dupla “judío / árabe” en lugar de “israelí – palestino”, es fuertemente conveniente para los fines del estado de Israel.

Este conflicto tiene solución.
De los dos falsos saberes anteriores se desprende un tercero: “Este conflicto no tiene solución”. Al no tener origen, o tenerlo tan lejos en el tiempo que no puede distinguirse, es imposible actuar sobre las causas. Al tener un origen del orden de la fe, parecería no poderse actuar sobre el mismo con las herramientas de la razón. Siendo falsas ambas premisas, es falsa la conclusión.
Hay cuatro temas centrales para discutir en la agenda de la paz: Refugiados, Territorios, Jerusalém y Agua. Vamos a tratar de explicarlos y pensar cuales son las distintas formas en que han sido tratados.

No es verdad que Hamas no reconozca el estado Israelí. Lo mismo decían años atrás de la OLP y estaba claro que Arafat lo ha hecho desde la década del ’70 cuando habló ante las Naciones Unidas. Un par de años atrás, en una carta bastante difundida, los líderes presos en Israel, de ambos partidos políticos, Al Fatah (OLP) y Hamas, firmaron una declaración donde hablaban explícitamente de la solución de los dos estados. Obviamente estaban hablando de Israel y Palestina. ¿No es eso acaso un reconocimiento?

A Israel le asiste el derecho de defensa.
Israel no es atacado por un Estado. Es atacado por un grupo político que actua en la resistencia de un territorio ocupado. La llamada “desconexión” llevada a cabo por Ariel Sharon no fue liberar a los palestinos. Eso es falso. Pues los palestinos siguen sin tener acceso a recursos propios; sin tener documentos de identidad que los identifique, los mismos son emitidos, discrecionalmente, por el estado de Israel; no pueden circular libremente por su territorio. Para colmo desde 2006, Israel y sus aliados occidentales han decidido no reconocer al gobierno surgido de elecciones limpias (reconocidas como tales por veedores internacionales), pues el ganador fue Hamas. Entonces bloquearon las cuentas de la Autoridad Nacional Palestina, el acceso de los medicamentos y alimentos. Con Egipto como aliado inhumano para tal acción. Para ese entonces también los Israelíes invadieron el Líbano con la excusa de que el Hezbollá estaba atacando con cohetes el norte del país. ¿No deberíamos pensar al revés, y afirmar que al pueblo palestino le asiste el derecho a la resistencia?

Sería bueno que charlemos de estos temas globales y otros puntuales, más coyunturales algunos, más filosóficos otros. La importancia de las elecciones en Israel, el rol de Al Fatah (OLP), el Hezbollá y otros aliados del Hamas. La participación de EEUU, su viejo gobierno y su nuevo gobierno viejo. El momento político en Irak y la demonización de Irán ¿tienen alguna importancia en la ocasión? Los palestinos como otredad negada.

De todo esto estaremos conversando el domingo a la medianoche en La otra.-radio. FM La Tribu. 88,7. www.fmlatribu.com

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡BASTA DE BARBARIE! ¡ PAZ EN MEDIO ORIENTE! (Para editar como solicitada)

En tanto la muerte sigue avanzando sobre la castigada tierra de Gaza y se renuevan las imágenes de cuerpos sangrantes entre los escombros, resulta intolerable la impasibilidad o la resignación con que parte de la sociedad, aquí y en todo el mundo, asiste al recrudecimiento del horror.



Como mujeres y hombres de la cultura, comprometidos con los valores de una democracia auténtica y profunda, rechazamos categóricamente la doctrina de la muerte, según la cual la masacre de cientos de seres humanos – incluidos niños y mujeres – pueda ser la solución de un conflicto. La historia demuestra que la guerra es un crimen y su continuidad en el tiempo atenta contra la existencia misma de la especie humana, la cual continuará amenazada en tanto subsistan tales concepciones, avaladas tácita o explícitamente por la hipocresía de las grandes potencias y sus dirigentes.

Estamos a favor de la vida y nos duelen profundamente las muertes en ambas franjas del Medio Oriente. Repudiamos que se arrojen cohetes contra poblaciones civiles, pero con igual convicción sostenemos que no es mediante una respuesta desmesurada que se logrará la paz en la región. El incremento de la violencia bélica sólo provocará la continuidad del conflicto, con su secuela de destrucción y un altísimo costo para los pueblos.

No es posible detener la espiral de violencia cuando los primeros en atentar contra la vida y los más impunes son los más poderosos, con sus armas ultramodernas, sus enormes recursos económicos y el silencio que más se parece a un grito de las grandes potencias. Se impone, para bien de todos, parar la matanza, y el primer paso, ineludible para lograrlo, es la retirada de las tropas y el cese de los bombardeos por parte del Estado de Israel.

URGE LOGRAR LA PAZ Y UNA SOLUCION DEFINITIVA AL CONFLICTO, BASADA EN EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA CONVIVENCIA ENTRE LOS PUEBLOS Y LA EXISTENCIA DE DOS ESTADOS SOBERANOS.

FIRMAS:

Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”, Juan Gelman, Eduardo "Tato" Pavlovsky, Osvaldo Bayer, León Ferrari, Carlos Heller, Abelardo Castillo, Leonor Manso, Luis Felipe Noé, Horacio Verbitsky, Patricio Contreras, Ingrid Pelicori, Federico Andahazi, Liliana Heker, Vicente Battista, Jorge Boccanera, Juan Falú, Ricardo Bartis, Daniel Freidemberg, Patricia Díaz Bialet, Juano Villafañe, Lorenzo Quinteros, Alberto Szpunberg, Leopoldo Brizuela, Alfredo Grande, Silvia Sánchez Urite, Alejandro Kaufman, Mary Sánchez, Luis Ziembrowski, Mónica Scapparone, Diego Kogan, Gabriel Lerman, Escuela de Psicología Social Quilmas, Alejandro Horowicz, Amancay Espíndola y siguen las firmas

Enviar las adhesiones a: Juano Villafañe arte@centrocultural.coop

Oscar Cuervo dijo...

Veo en un acto de dirigentes de entidades judías en la AMIA al presidente de la Organización sionista argentina diciendo que se solidariza con los palestinos, víctimas de HAMAS, proclamando el anhelo de paz de todos los sionistas. El discurso termina con una declaración de solidaridad incondicional con todo lo que haga el estado de Israel.
Después sube a hablar el embajador de Israel en Argentina, reitera el deseo de paz. Agrega que HAMAS quiere fundar un estado musulman en Israel para luego, desde allí ¡dominar al mundo!

Me quedo pensativo.

Pienso en los nazis y en los antijudíos del mundo actual. Me da la impresión de que deben estar felices. Nadie debe haber hecho más por fomentar el antijudaísmo en estas últimas semanas que los dirigentes sionistas y proisraelíes.

Anónimo dijo...

Es interesante cómo este post desmonta las trampas discursivas,y cómo los falsos saberes sirven a intereses que justifican una masacre.

Es inconcebible que el pueblo judío, que ha sufrido el holocausto, pueda avalar métodos similares a la "solución final"...Por suerte, no todos los israelíes piensan igual: hay varias voces, en el Estado de Israel, que se oponen a esta matanza,según un mail de H. Schiller que me ha llegado.

Anónimo dijo...

Gracias por el texto; es excelente. De paso, dejo constancia de mi perplejdad reciente. En el programa de Nelson Castro, luego de la entrevista a Macri, estuvieron los embajadores de Israel y Palestina. La TV es así; bajo el concepto de actualidad se amontonan los temas y cinco minutos son el tiempo que requiere un periodista para creer y hacernos creer que ha informado y permitido un democrático debate; el cierre, a cargo del anfitrión, es de género: se dedica a la solicitud de un alto el fuego y se cifra la paz en el buen comportamiento que dos diplomáticos mostraron en su mesa. En ciertas películas, escenas así -como la del diálogo de dos supuestos enemigos - pueden cargarse de un dramatismo humanista convincente, pero en la pantalla chica no hay personajes ni narración ni informalidad. Lo más llamativo fue, a mi entender, la distancia algo irónica que el israelí mostró en sus intervenciones, sobre todo en la del final. Fue más o menos así. En su exposición, el palestino desplegó dos o tres argumentos que ponían a Israel en un lugar semejante al del nazismo y a los palestinos en un lugar semejante al de los judíos de entonces. Como Godard en su autorretrato, por ejemplo. En el cierre, Castro preguntó si la paz era posible. El embajador de Palestina dijo que sí, siempre y cuando Israel respetara el derecho internacional. Cuando le tocó el turno al israelí, contestó también afermativamente, y agregó: "a pesar de que somos nazis".

Anónimo dijo...

josé, es cierto que fue muy impresionante la posición del embajador israelí. Pero a mi criterio lo más significativo fue con afirmó que "Israel no necesita de nadie en la comunidad internacional que de legalidad a su estado, pues como pueblo se merece un estado". Esto fue en referencia a que Israel no respeta las fronteras definidas por la resolución 181 de la ONU de 1947, donde se definen las fronteras del país. Lo que dijo el embajador palestino fue, más o menos, "si no respetan las fronteras originales delimitadas por el derecho internacional, han dejado de tener legalidad como estado".
O sea Israel, por su derecho ¿sagrado? como pueblo a un estado, puede despreocuparse del derecho internacional.