V8 o Sui
en La otra nº 23
por José Miccio
En un encuentro de presentación de bandas nuevas - La Torre, Los Encargados, Gigoló y V8 – publicado por la revista Humor en febrero de 1983, Ricardo Iorio reniega de las propuestas optimistas, baja todo a la tierra y predica, primero, una bronca de obrero no calificado y después, un imperativo testimonial, privativo según él del heavy metal, que sus letras, de acá en adelante - pero sobre todo en adelante, con Hermética y Almafuerte - perseguirán, con formas realistas o alucinadas. Dice por un lado: “Nosotros estamos en contra de los tarados que, sin darse cuenta de que los hippones estuvieron quince años tratando de cambiar la vida con paz, y no llegaron a nada, la sociedad los absorbió, les hizo pito catalán. Y acá estamos todavía más atrasados… No sé qué están esperando… Yo llegué a un momento en que dije ‘basta’. Yo no podía estar escuchando a Robin Williamson si tengo a un patrón que me está gritando, que en un día me hacía acomodar cuatro sillas y antes acomodaba tres, y ahora me da cinco más… y encima me siguen exigiendo, y no tengo nada, y estoy sin nada”. Y por el otro: “Creo que lo que nos influye más que nada es el presente. Para gente como nosotros, nuestra música es la música del presente (…) Si querés acordarte de cuando tu abuela te llevaba a la plaza, o de cuando tu mamá te contaba un cuento, podés escuchar a Nito Mestre. O si querés imaginarte que andando por la calle vas a encontrar una doncella azul en un caballo desbocado, escuchá Peperina. Pero si querés vivir la realidad, conectarte con el presente y darte cuenta de que en el colectivo estás mal, que no tenés plata para comprarte unas zapatillas o tomarte una cerveza, tenés que escuchar heavy metal”.
Este es el ánimo de Iorio a los 20 años. Con él y sus tres compañeros graba en 1983, en pocas horas de estudio y para una compañía sin historia, un disco que a la larga sería tan influyente como Wadu Wadu o Clics modernos. Era el tiempo en que Judas Priest sonaba con su cuero sadomaso y el heavy gozaba de las burlas casi generales del periodismo argentino. Como los primeros discos de Virus y el debut de Los Violadores, Luchando por el metal reniega de una tradición que considera dominante y zombie y pretende desenmascarar falsos profetas. Es un disco declamatorio y gritón, breve y agresivo, con ecos punk en algunas letras y en la voz de Zamarbide, nada virtuosa. La acción que compromete a la banda se dice en el título y tiene su continuidad lógica en el del segundo disco, Un paso más en la batalla. Como es común en los manifiestos, todo se organiza en dos pares de opuestos: ayer / hoy y nosotros / ellos. El pasado y los otros se dicen en la palabra hippie y en otras a ella asociadas; blando y paz, fundamentalmente. Sus antónimos señalan el lugar y el tiempo propios: todo el léxico belicista en lugar de paz, duro o pesado en lugar de blando y metálico en lugar de hippie.
“Brigadas metálicas” se llama, justamente, la canción que expresa esta antipatía con mayor claridad. En su primera estrofa define a los soldados de la nueva fe y en la segunda, los convoca contra los actores del pasado: “Los que están podridos de aguantar / el llanto de los que quieren paz / los que están hartos de ver / las caras que marcan el ayer. // Vengan todos / acá hay un lugar / junto a las brigadas del metal / gente de mente (demente) que no es igual / a la hipponada / de acá”.
El resto de la letra fortalece esta demarcación. De un lado, se amontonan los signos de la paz, el morral, el llanto y las caretas; del otro, se reúnen el grito, el hartazgo y la música verdadera, cuya urgencia se expresa en una cadena de apelaciones: “Sáquense ya la careta / rompan las ruedas de carreta / y sin demora ni sospecha / consuman todo el heavy metal”. Hay dos episodios de continuidad firme en estas frases. El primero es el de la revelación, que incluye el desenmascaramiento y la destrucción del ídolo viejo; el segundo es el de la reintegración, que exige una fe ciega y cuya experiencia se dice, curiosamente, con un verbo de connotación mercantil.
Ineludible para entender toda una tradición que se funda entonces, “Brigadas metálicas” es al heavy lo que “Bienvenidos al tren” al ideario rocker de las dos décadas previas.
(Fragmento de "Notas sobre rock argentino en democracia - Quinta parte", publicada en revista La otra nº 23, ahora en los quioscos).
9 comentarios:
Es interesante el análisis en general. Pero no me parece que V8 haya iniciado una tradición. Hay diferencias entre Brigadas Metálicas, En las calles de Liniers (Hermética), y el Pibe tigre (Almafuerte), por poner tres ejemplos.
Si leemos Jedbangers va a costar encontrar rastros de V8 (por más que le hayan dedicado un número a Hermética y otro a Almafuerte).
Sobre las metáforas belicosas afirmo que atraviesan a toda la sociedad, y esto incluye las bandas heavys, claro.
Y como dijo alguien...
Menos mal que nos queda el metal.
Mmmm...
A mí el metal no me queda.
La violencia de la sociedad se puede procesar artísitcamente de diversos modos, una cosa es Rambo, otra Elephant, para poner dos ejemplos bien distantes.
Antes que el resentimiento populista de un Iorio prefiero la cumbia, que es tanto política como artísticamente más genuina y no tan jodida.
Claro que es posible hablar de V8 o del Heavy Metal sin analizarlo artísticamente. Creo que José siempre tiene una mirada muy aguda, en este caso da para analizar la sociología de V8. ¿Alguien se anima a anlizar su música?
Escucho propuestas.
No confundir guitarra distorsionada con fuerza.
No confundir grito con fuerza.
El disco Instituciones de Sui Generis está a años luz, en música, poética, ideología, ambivalencia del alma humana,del metal argento.
¿Porqué creen que si gritan más fuerte y hacen la parodia del macho, el universo los reclama como héroes?
Hay más transgresión en el alcoholismo hasta el coma de Nito Mestre, con su voz afeminada y melancólica. Charly no necesita defensa.
Las canciones, la música, no cambian el mundo, son un tímido, desfasado,impreciso soundtrack de lo que pasa.
El chabon confunde arte con panfleto.
¿acaso en Mozart se escucha el reclamo de aumento para los pajes de las carretas?
La vida, el arte, la política, es infinitamente más compleja de lo que este muchacho plantea.....
uy! musicalmente...un sonido absolutamente único y ligado a unas tardes de domingo en Gerli, deambulando por casas con olor a humedad y particulares 30, a cielos nublados, a los tiempos largos e increíblemente presentes de nuestras almitas de 16, y a la risa de nariz fruncida de mi amigo Santi Rossi QEPD
Hola a todos y gracias por leer. Me gustaría comentar un par de cosas.
Fred. La tradición que, según propongo en la nota, se funda entonces, con el primer disco de V8, baña todo el discurso lumpenproletario del heavy y el hard rock (y el punk) que sigue, sobre todo en los 90. En la nota de la que Oscar toma este fragmento me intereso sobre todo por la aparición, en "Muy cansado estoy", de una figura nueva (al menos hasta donde yo alcanzo a entender): el callejero. No sé si leíste la nota, pero tal vez la palabra "tradición" resulte confusa sin su contexto: no la uso para señalar la reiteración zombie de lo mismo sino, por el contrario, para señalar la persistencia y la recreación permanente de algunos motivos que el rock o una parte del rock consideran especialmente significativos.
Oscar. Yo creo que lo interesante de V8 y de Iorio en general es que saca de ese resentimiento bilis verde y bilis negra. Como señalo en la nota, es posible ver en V8 un filofascismo, sobre todo a la luz del derrotero posterior de Iorio, pero también el apocalipsis de "Destrucción" y la beligerancia de "Brigadas metálicas" son un fin de era, un antiacuario al que V8 presta la nota más agresiva pero que caracteriza a buena parte de las bandas que surgen en los años 80, de Virus a Soda Stereo, de Sumo a Los Violadores. En cuanto a la música y la sociología, creo que algo que vale la pena tener en cuenta es la relación que Iorio establece entre una y otra: su bronca - dice - no se canta con guitarras acústicas, como la de Cantilo, sino con guitarras de heavy metal. Por lo tanto, su música es también su sociología, y no hay una sin otra. Así, las virtudes, defectos o naderías de sus discos no surgirían solamente de una descripción de sus acordes, sus letras y arreglos sino de criterios que incluyen estos aspectos pero que no los dejan sueltos, porque si fuese de esa manera deberíamos asumir que hay un patrón estable y trascendental de evaluación y creo que ninguno estaría dispuesto a ello. Ahora, si me preguntás cuáles son esos criterios se me arma (al fin de cuentas, de armarlos se trata). Por lo pronto, a mí me interesan las formas y los contextos, las canciones y sus circunstancias, las artes y la historia social. Es complicado ese barro, pero también apasionante.
Música audiovisual. Yo no sé si Nito Mestre borracho está cerca de Mozart, aunque sospecho que la cantidad de alcohol en sangre no es un indicador muy confiable. Fuera de esto, tu enojo con este muchacho – supongo que Iorio – es comprensible, así como para mí es comprensible el enojo de Iorio con Porchetto o Miguel Cantilo o el mismo Mestre. Lo que las notas tratan – no sé si lo logran – es describir un momento histórico – el rock argentino entre 1981 y 1984 muy grosso modo – que a mi entender es decisivo en los ya largos años de música rock argentina. Me interesan las polémicas más allá de mi opinión sobre los argumentos en juego o mi preferencias por una u otra banda (para mí no es V8 o Sui sino V8 y Sui). En el caso de V8 hay un discurso ambiguo, desaforado, agresivo y decididamente inelegante que accede a la disputa por primera vez: ya sabíamos de los blandos y los pesados, pero no en estos términos, y no con el impulso casi inarticulado con que nos llegan ahora palabras de una marginalidad que no es ya la del bohemio, la del loco lindo, la del librepensador, la del que abre las puertas de la percepción. Esto también es Argentina. (Los chicos buenos se tomarían revancha años después, acusando a los negros de encenderse a sí mismos. ¿Y qué habría del alma humana entonces? )
Bernabó. Encantadora tu evocación. Si yo te siguiera no encontraría a V8 en Gerli sino a Charly García en una pieza que daba a la Avenida Colón, cuando el rock tomó el lugar de la pelota y la plaza Mitre. "Vos también estabas verde" es la canción que ilustra mejor esto que digo.
Por último, aprovecho para hacer publicidad. La nota de la que Oscar toma estos párrafos tiene 5 páginas, y está en continuidad con otras 20 o 25 (páginas) que La Otra publicó en ediciones anteriores. Algunas cosas que trato de resumir acá, a las apuradas, están allá, espero que mejor dichas.
Saludos a todos.
Oscar, me arriesgaría a pensar que muchos pueden analizar la música de V8 sólo que no sé si visitan el blog (¿habrá otro lector de Jedbangers y La Otra por ahí?). Yo de esa paso, por dos motivos: muy a mi pesar estoy lejos de la crítica musical; y porque aprecio más a Hermética que a V8 y Almafuerte.
¿Rambo? Sí hay algo de eso en el música pesada. Pero si aceptamos eso tal vez terminemos aceptando que hay algo de Rambo en Lautréamont. No es mala combinación: Los Cantos de Maldoror y Symphony of destruction, de Megadeth.
Sobre el resentimiento populista: durante el Mundial en conferencia de prensa el dt de España digo sobre Maradona: "es un tipo pesao...". De Iorio yo diría lo mismo. Lo esuché mucho cuando empezó con Almafuerte pero ya no.
Por último aprovecho para decir algo sobre la revista La Otra: al leerla extrañaba cierta virulencia de la Parte de Guerra, pero luego de leer a José Miccio y Dante Palma noté que La Otra cobraba un carácter singular e interesante, al que no sabría ahora cómo definir mejor. Por otra parte luego de visitar el sitio de El Interpretador y notar que no publican en papel, valoro mucho más que la revista vaya a los kioscos.
saludos a todos
http://www.youtube.com/watch?v=HO14tW4Ad0U
José: vale la aclaración, entendí que de la idea de una tradición en el metal argentino a pensar en Iorio-patriarca hay apenas un paso, y me interesaba señalar que eso no es así. Ejemplo clásico, Logos: el ex-cantante de V8, evangelista. Se podría pensar que siguió con la prédica pero en otro sentido. Me parece que eso pasa porque en el género hay una preocupación por «el mensaje» y algo así pasa también en el punk, y así a veces se cae en el panfleto. Son formas...
Figura del callejero: todos recordamos el célebre dictum stone, de una de sus mejores canciones, de uno de los mejores discos del rock:
weel, then what can poor boy do
except to sing for a rock n roll band
Siguiento tu pensamiento aparece un callejero nuevo, con menos swing, más destructividad, y más pasiones negativas.
Por último, confesión: puede que esté algo alienado de mi deseo, porque he comprado Jedbangers y La Otra, ambas me gustaron mucho, pero todavía no leí sus últimos números. Repararé esta falta.
saludos
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