Esther Díaz, Werner Herzog, Yatasto, Adele, Magnetic Fields, Paul McCartney.
Un programa para bajar. (19/02/2012) Clickear en los siguientes enlaces:
Primera parte del programa
Segunda parte del programa
Tercera parte del programa
por Oscar Cuervo
En la última emisión de La otra.-radio tuvimos la visita de Esther Díaz, esta vez no para hablar de Filosofía, sino para compartir nuestra pasión por el cine de Werner Herzog. Desde sus filmes tempranos, como Señales de vida o Fata Morgana, hasta sus últimos y sorprendentes Un maldito policía en Nueva Orleans o La cueva de los sueños olvidados, pasando por su amor-odio por Klaus Kinski, el lenguaje enloquecido de los subastadores de Pensilvania (How Much Wood Would a Woodchuck Chuck) y sus vaivenes entre el documental y la ficción (The Wild Blue Yonder o Fitzcarraldo, aunque en realidad casi toda su obra). Más allá de todos los recuerdos gozosos que sus películas nos brindan, nos preguntábamos también cuáles son las rasgos persistentes de una filmografía tan extensa como intensa. Hacia el final asomaron un par de nociones que pueden funcionar como claves de su autoría: lo irónico y los sublime, principios de procedencia romántica. Fue una conversación muy disfrutable, distante de lo académico y divertida. Escuchamos también varios temas musicales de sus bandas de sonido (Popol Vuh, Verdi, Ernst Reijseger). En la charla con Esther estuvimos Martín Farina, Maxi Diomedi y yo.
En el programa también escuchamos un par de adelantos de los nuevos discos de Paul McCartney y Magnetic Fields. Y tratamos de entender por qué Adele ganó tantos Grammys.
Un programa para bajar. (19/02/2012) Clickear en los siguientes enlaces:
Primera parte del programa
Segunda parte del programa
Tercera parte del programa
por Oscar Cuervo
En la última emisión de La otra.-radio tuvimos la visita de Esther Díaz, esta vez no para hablar de Filosofía, sino para compartir nuestra pasión por el cine de Werner Herzog. Desde sus filmes tempranos, como Señales de vida o Fata Morgana, hasta sus últimos y sorprendentes Un maldito policía en Nueva Orleans o La cueva de los sueños olvidados, pasando por su amor-odio por Klaus Kinski, el lenguaje enloquecido de los subastadores de Pensilvania (How Much Wood Would a Woodchuck Chuck) y sus vaivenes entre el documental y la ficción (The Wild Blue Yonder o Fitzcarraldo, aunque en realidad casi toda su obra). Más allá de todos los recuerdos gozosos que sus películas nos brindan, nos preguntábamos también cuáles son las rasgos persistentes de una filmografía tan extensa como intensa. Hacia el final asomaron un par de nociones que pueden funcionar como claves de su autoría: lo irónico y los sublime, principios de procedencia romántica. Fue una conversación muy disfrutable, distante de lo académico y divertida. Escuchamos también varios temas musicales de sus bandas de sonido (Popol Vuh, Verdi, Ernst Reijseger). En la charla con Esther estuvimos Martín Farina, Maxi Diomedi y yo.
También tuvimos un diálogo telefónico con Willy Villalobos (ausente con aviso) sobre la potencia política de Yatasto, seguramente lo mejor de la cartelera porteña actual. Willy está convencido de que la fuerza del documental de Hermes Paralluelo radica en que hace visible un mundo que, desde nuestra mirada pequeño-burguesa, solo aparece como un destino a esquivar: la pobreza extrema; pero que en la misma película muestra una vitalidad sin falta. Pasolini dijo en 1973 unas palabras que podrían dar una clave para pensar esta incomodidad que produce Yatasto:
“Hay -esta es la cuestión- una idea sincera o insinceramente común a todos: la idea de que el peor de los males del mundo es la pobreza y que por lo tanto la cultura de las clases pobres debe ser sustituida por la cultura de las clases dominantes. Nuestra culpa de padres consiste en creer que la historia no es ni puede ser más que la historia burguesa. Hemos aceptado la nueva forma de poder, el poder del consumismo, la última de las ruinas, la ruina de las ruinas”.
Yatasto nos sigue haciendo pensar mucho. A mí, más allá del entusiasmo de Willy y de la angustia que provocan en otros amigos estas imágenes de la pobreza, las sucesivas visiones de la película me permitieron apreciar su forma concisa, su elegancia narrativa y esa hazaña de la distancia justa, una clave donde se anudan estética y política. Es tan sobria la ejecución del plan que la película deja un hueco por el que el espectador reconoce en la pantalla lo que trae puesto. Yatasto no es una película sobre niños pobres sino sobre la distancia a la que nos colocamos de la pobreza.
“Hay -esta es la cuestión- una idea sincera o insinceramente común a todos: la idea de que el peor de los males del mundo es la pobreza y que por lo tanto la cultura de las clases pobres debe ser sustituida por la cultura de las clases dominantes. Nuestra culpa de padres consiste en creer que la historia no es ni puede ser más que la historia burguesa. Hemos aceptado la nueva forma de poder, el poder del consumismo, la última de las ruinas, la ruina de las ruinas”.
Yatasto nos sigue haciendo pensar mucho. A mí, más allá del entusiasmo de Willy y de la angustia que provocan en otros amigos estas imágenes de la pobreza, las sucesivas visiones de la película me permitieron apreciar su forma concisa, su elegancia narrativa y esa hazaña de la distancia justa, una clave donde se anudan estética y política. Es tan sobria la ejecución del plan que la película deja un hueco por el que el espectador reconoce en la pantalla lo que trae puesto. Yatasto no es una película sobre niños pobres sino sobre la distancia a la que nos colocamos de la pobreza.
5 comentarios:
Yatasto es una película luminosa y oscura, al mismo tiempo. Luminosa por la vitalidad de los pibes, que encuentran su manera de ser felices aún en medio de situaciones muy duras. Y oscura por la miseria en la que están envueltos.
Y es también una película sonora: algo dice ese sonido que insiste, cada vez más fuerte, ensordecedor. Acaso el ruido de una niñez que tiene derecho a las condiciones básicas de la existencia (alimentación, salud, educación), y que necesita que la escuchen.
Yatasto es una gran película (todavía tengo sus imágenes en mi cabeza) y creo que su apuesta es fuertemente política: a través de la sobriedad con que nos presenta un mundo parece afirmar que lo contrario de la miseria no es el consumismo (esa cultura de las clases dominantes a las que se refiere Pasolini), sino la dignidad de la pobreza, a la que estos chicos tienen derecho, y que la sociedad en la que viven intenta negárselo.
Liliana:
discrepo con la precisión de algunas palabras para describir lo que la película muestra. Y me parece que vale la pena señalarlo porque encuentro en Yatasto una precisión en el mostrar que requiere una correspondencia en las palabras. Quiero decir: entre las horas y horas filmadas en el barrio (no menos de 50) Hermes y Ezequiel han buscado algunas piedras preciosas para que veamos y en cambio se han abstenido de incurrir en ciertas facilidades. Hay dos cosas que en la película no aparecen para nada: miseria e indignidad. Podría parecer un prurito innecesario de mi parte, pero creo que es la única manera de hacerle justicia a la película. La mirada de Yatasto no se orienta a la busca de una pobreza genérica, sino a hacernos ver en la pobreza otras cosas. Lo que yo veo es amor. Hay amor de la abuela y de la hermana hacia Ricardo, así como de él hacia ellas. Hay mucho amor de Ricardo hacia el padre que no vemos. Hay amistad de los chicos y hay diversas formas de amor y cuidado y descuido hacia los caballos por parte de los chicos.
Creo que en la película hay mucha pobreza pero la miseria es otra cosa. La pobreza es una condición material, mientras la miseria me parece (me suena) a una condición espiritual. Y creo que la precisión de la película consiste en mostrarnos que estos pibes extremadamente pobres no viven vidas miserables. Algo parecido con la indignidad: la dignidad de los personajes no es un derecho, lo que los haría acreedores a la diginidad que nosotros les deberíamos, sino que ellos conquistan su dignidad que no depende de nuestra concesión.
Supongo que Hermes y Ezequiel podrían haber encontrado, si eso iban a buscar, situaciones humillantes, indignas, miserables. Quizás las hayan tenido a mano. En el caso de haberlas encontrado e incluido en su película, hoy estaríamos hablando de otra cosa: pero no es eso lo que en Yatasto se ve. Se ve que los pibes, desde muy chiquitos, salen a buscarse la vida. Ricardito respondió a una objeción de que la película era oscura diciendo que cómo no iba a ser oscura si ellos se levantan a las 5 de la mañana. La lógica del chico es implacable: a las 5 hay poca luz, no se trata de un mundo tenebroso sino de un barrio poco iluminado. En ese barrio vemos que los pibes hacen planes para el futuro, que son un poco difíciles de cumplir (como juntar plata, hacer un cuarto más, ponerle puertas y ventanas), pero no delirantes. Los chicos están preocupados por los padres, lo que nos puede preocupar a la vez, pero no está tan mal ser capaz de un acto espiritual como preocuparse por lo que uno ama. En eso Ricardito está íntegro.
Creo que la película es inquietante, no es una celebración de la pobreza extrema como si eso fuera lo natural. Nada es natural. La inquietud, a mi entender, se vincula más con la aparición de nuestra mirada: desde dónde mirar lo que hay (lo que hay son esos seres pobres y dignos). Ellos viven de lo que nosotros desechamos, literalmente. En ese sentido, la película es detallista en el sistema económico que sostiene todo el andamiaje, que es el mismo en el que estamos nosotros y ellos. Si hay miseria, en la película está fuera de campo.
Creo que estamos de acuerdo, Oscar, en el valor de esta película, inobjetable estética y políticamente. En realidad, mi concepto de miseria tiene que ver con “pobreza extrema”, que es una de sus acepciones. Y no encontré una palabra mejor para definir una situación en la que los chicos deban revolver la basura para encontrar los medios que le permitan sobrevivir, o depender del pan o las monedas que otros les dan, en una dádiva conmiserativa.
La inquietud surge con la aparición de nuestra mirada, es cierto, “desde dónde mirar lo que hay”: esos seres pobres y dignos, llenos de sueños y esperanzas (el aspecto luminoso de la película), pero insertos en un “sistema económico que sostiene todo el andamiaje, que es el mismo en el que estamos nosotros y ellos” y donde “ellos viven de lo que nosotros desechamos, literalmente.”, como tan bien lo definís. Y bienvenida la inquietud, porque creo que la fuerza política de esta película radica, justamente, en no dejarnos tranquilos ante una situación que no es natural, ya que ese sistema económico que los condena al margen, y del cual participamos, nos deja en deuda con ellos
Quizá la discrepancia entre nuestras miradas está en qué es lo específico de esta película. Yo creo que la noticia de que hay personas en situación pobreza extrema la sabemos desde hace años. Yatasto en ese sentido no agrega nada. Al verla, pensé que siempre en la ciudad nos cruzamos con personas muy pobres y que, con suerte los pensamos como "pobres". Lo distinto de Yatasto es que le da una imagen concreta a ese otro. Voy a recurrir a Serge Daney. El habla de la manera como el cine filma al "otro", refiriéndose a en su caso a los inmigrantes árabes. Dice que más allá de ese rostro visible del árabe, hay una incapacidad de contar la historia particular de uno de esos inmigrantes. "Faltan imágenes del otro donde sobra visualidad: cuando el otro falta, cada campo se reconcilia sobre su «visual»” concluía Daney. Esto lo podemos aplicar a Yatasto: personajes como Ricardito o su abuela rompen con nuestro "visual" de los "pobres", no porque sean muy pobres, como efectivamente lo son, ni porque nos hagan sentir culpa (los pobres siempre nos hacen sentir culpa cuando irrumpen en una conversación de café a pedirnos limosnas). En Yatasto, no por casualidad, a Ricardo y su abuela se los ve trabajando y no pidiendo limosna. Se los ve proyectando un futuro, como lo hace todo ser libre, y ese proyecto lo piensa desde sus posibilidades y no como evasión ilusoria (es un verdadero proyecto y no una fuga), se los ve preocupados por OTROS y no quejándose por sus vidas.
Esta singularidad, tan alejada del visual del "pobre", es lo que hace a Yatasto una película distinta. Por eso es que yo prefiero no usar palabras como "miseria" para referirme a ella.
besos.
Inconscientemente vamos por un camino, y concientemente
nos ponemos a buscar otro camino, en vez de hacer
conciente el camino por el que vamos.
(Vicente Luy 1961-2012 -De Caricatura de un enfermo de amor, 1991).
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