Dice José Miccio en un fragmento de la nota X de Notas sobre el rock argentino en democracia:
..las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que se han interpretado, no sin razón, como el otoño alfonsinista, señalan en realidad solo el primer acto de un drama de descubrimiento cuya duración se extiende al menos por quince años (los indultos de principios de los años 90 constituyen el segundo y la crisis neoliberal de 2001 el último). Recién entonces se tomarían en serio los comentarios que las ruinas de la izquierda hacían durante los felices años de la joven democracia. Eran esas voces anacrónicas y desautorizadas, que insistían en denunciar la dependencia de los organismos internacionales de crédito y el persistente imperio de la última dictadura militar en la vida de los argentinos. Visto así, la sospecha de que había continuidad entre el país de los últimos años del menemato y el de la dictadura contrasta de manera notable con esa experiencia de lejanía que el fervor eleccionario suscitó cuando el tiempo posmalvinas parecía representar el definitivo arribo del país a la tan ansiada madurez social. Patria o muerte es tal vez el único disco de rock que inscribió en su sonido un nivel de malestar que nada tenía que ver con los juegos románticos y decadentistas que llevaban adelante los grupos que habían descubierto hacía poco a The Cure y a Siouxie, a Bauhaus y a Talking Heads, a Joy Division y a Echo and the Bunnymen. Don Cornelio contestaba entonces a su álbum anterior, de mezcla clara y distinta, y a su contexto social inmediato, de pascuas tristes y endebles, con un título que no por azar reponía, en forma desviada, una lexía de los años 70. Pero entonces todo esto era literalmente inescuchable. Como si Patria o muerte no hubiese sido parte de una década que, sin embargo, tuvo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario