LA NECESIDAD DE UNIDAD, PERO ¿CON QUIÉN? ¿CON QUÉ PROGRAMA?: conversación con Leonardo Martín hoy a medianoche en La otra.-radio, FM 89,3, online acá
En un interesante post publicado en su blog, titulado "Asumiendo una derrota", hoy Abel Fernández escribe:
"El punto es que el 29 de abril el sindicalismo -para ser precisos, las cinco centrales que hoy reúnen la casi totalidad de los gremios- produjeron una movilización muy importante, que hizo visible la preocupación y la bronca conque una buena parte de los argentinos mira las políticas de este gobierno. Y mostró la capacidad de presión que tienen.
"La usaron de inmediato. Pidieron al Congreso, y obtuvieron, la sanción de una ley “antidespidos”. Un gesto simbólico -nunca se hizo claro cómo iba a proteger eficazmente los puestos de trabajo- pero que demostraba que una buena parte de los políticos con cargos legislativos estaban dispuestos a acompañar sus planteos. Por su parte, Cristina Kirchner había elogiado calurosamente la manifestación del 29.
"El Presidente Macri anunció por anticipado su decisión de vetar la ley. Y una vez aprobada, lo hizo. Frente a esta demostración que el Ejecutivo estaba dispuesto a utilizar todas sus herramientas para imponer su voluntad, la dirigencia sindical nacional… se la comió doblada, dirían en mi barrio. Para peor, las declaraciones de Moyano y Caló sobre el punto fueron lamentables.
"Entendamos: era claro, para los que conocían las realidades internas de los sindicatos más poderosos, que no estaban interesados, por ahora, en decidir un paro nacional, ni en romper negociaciones con el gobierno. Lo desconcertante, lo que permite calificarlo como una derrota, es que aparecieron impulsando una presión que no estaban dispuestos a sostener. Los motivos… son irrelevantes. Lo que importa, son las consecuencias".
Las consecuencias son muy negativas para el campo popular (evito decir "para el peronismo", porque en el actual contexto semejante categoría suena viscosa y porque en la multitudinaria movilización del 29 de abril no se movilizaron solo peronistas). El arrugue de los capangas de las CGTs es quizás el dato político más relevante de la semana, porque deja a la intemperie a un enorme sector social del país que por un momento percibió que iba a ser conducido por los burócratas en su lucha en defensa del empleo y el salario. Esa ilusión estaba expresada -y a la vez interrogada- por el notable discurso que dio en abril la senadora por Misiones Sandra González:
"La actitud con la que ustedes asumen la responsabilidad de venir a pedirnos a nosotros una Ley para declarar la Emergencia Ocupacional tiene que ver también con la responsabilidad que tuvieron ustedes -y se hacen cargo, por lo visto- de llevar a la presidencia a Mauricio Macri. Y [tienen que] hacerse cargo de reconocer que se equivocaron, porque estas medidas no son producto de la casualidad ni de una economía desmadrada que no tiene conducción. Son producto de decisiones políticas que toma el presidente de la República, el ingeniero mauricio macri, al que hay que pedirle los cambios, desde los mismos movimientos políticos que le ayudaron a llegar a ese lugar".
Por lo visto, los secretarios generales de las CGTs nunca se hicieron cargo de la responsabilidad de llevar a macri al gobierno y solo hicieron la movida de reclamar una declaración de emergencia ocupacional para posicionarse mejor en la defensa de sus prebendas tradicionales: cobertura judicial frente a sus actos de corrupción, manejo del dinero de las obras sociales, perpetuidad de los cargos en los que se hallan encaramados desde hace décadas sin pisar jamás un lugar de trabajo. El retroceso en chancletas de Moyano, Caló y Barrionuevo (hay que dejar afuera de esta caracterización a Micheli y Yasky) es un regreso a sus posiciones habituales (si Caló estuvo en los últimos años entre el sindicalismo que apoyaba al gobierno de Cristina parece que fue por los mismos motivos por los que hoy se pliega al eje Moyano/Barrionuevo/Benegas: oportunismo). Lo que pasa es que este paso en falso desde la combatividad de abril hasta la claudicación de hoy se nota más por la brusquedad de la maniobra y la ausencia de un discurso articulado para sostenerla: los capangas salieron a los medios balbucenado incoherencias, porque no tienen nada que puedan decir claramente (lo único coherente que podrían decir es "somos corruptos y formamos parte de la clase social que le chupa la sangre a los trabajadores"). El impacto lo sienten mucho más quienes hace un mes pensaron que tenían quiénes los condujeran en su lucha.
Lo que reclama repensarse es la caracterización que hace Abel de esta defección. Abel lo llama "derrota", palabra que supone una delimitación de campos en pugna y la idea de que los burócratas están del lado del pueblo y contra la derecha ajustadora. Pero si no es así, si desde hace décadas los burócratas son la garrapata enemiga prendida en el cogote del movimiento obrero, lo de esta semana no se trata de una derrota sino de la exposición de una verdad. Una explicitación de lo que los capangas son y qué intereses representan. Es un tema espinoso, porque muchos compañeros reaccionan ante esta posibilidad con un acto reflejo: cualquier crítica al desempeño histórico de las cúpulas sindicales es vista como el ataque pequeño-burgués que, por razones de clase, repudia a los líderes sindicales. Esta respuesta es falaz: Primero porque los secretarios sindicales de las CGTs no pertenecen a la clase trabajadora sino a la clase explotadora. Segundo porque esa pequeñoburguesía "progre" a la que se ataca está hoy sufriendo el mismo ajuste brutal que todo el pueblo (esto no incluye a los burócratas). Asumir que las confederaciones sindicales autodenominadas CGT están desde la época de Vandor en el campo adversario y que constituyen un obstáculo para la profundización de cualquier avance popular es doloroso, porque la idea del Movimiento Obrero Organizado, con el "negro Moyano" a la cabeza es un mito que sostiene una visión amable y tranquilizadora de la integridad del peronismo. Es decir: que se empeña en aferrarse a un mito y cerrar los ojos a una realidad mucho más difícil y contradictoria.
Además el problema es complicado porque hay una evidente fractura entre las cúpulas sindicales y las líneas medias del gremialismo. Hablar de la corrupción del "sindicalismo" entonces también es injusto. Una muestra de eso la encontramos en la nota de Leonardo Martín sobre el Plenario Sindical Federal realizado la semana pasada en Villa Constitución. Hay bronca en las bases y en los cuadro medios del sindicalismo, incluso en amplios sectores de gremios como el metalúrgico que en Antonio Caló solo pueden encontrar un reflejo degradado de su realidad.
"Diferentes secretarios generales y referentes sindicales expresaron su preocupación, trazaron un análisis de la coyuntura política económica y sobre todo pensaron los lineamientos, la base imprescindible, desde la cual debe trabajar el Movimiento Obrero. El lema del plenario fue “En defensa del trabajo y la producción nacional”. Todo transcurrió en la misma jornada en la cual Mauricio Macri con un gran cinismo vetaba desde Cresta Roja a la ley de Emergencia Ocupacional.
"En ese sentido Héctor Amichetti (Federación Gráfica Bonaerense), que dió uno de los discursos centrales, expresó “Estamos ante un proyecto que ignora al trabajo, a la producción nacional y a los trabajadores”. Abel Furlán (UOM Zárate-Campana) y diputado nacional) fue muy claro: “El proyecto actual viene a recortarnos nuestros sueldos, a desindustrializar el país, a que sea un país solo agroexportador. No quieren a un Movimiento Obrero que sea protagonista en la construcción del país, quieren un Movimiento Obrero sometido con un 19 /20 % de desocupación”.
"Furlán expresó la preocupación y la necesidad de una acción rápida: “Quieren poner de rodillas a la industria y con ello a las organizaciones gremiales. Si no reaccionamos rápidamente contra estos despidos cuando nos demos cuenta no vamos a tener la fuerza para detener esas políticas”.
El compromiso, la necesidad de lucha, de unidad fueron conceptos comunes en casi los 17 discursos que hubo a lo largo del Plenario. Walter Correa (Curtidores) fue contundente al respecto: “No podemos mirar al costado aquellos que vivimos los noventa. Ningún dirigente gremial puede escapar a esa realidad que nos tocó vivir, que se hagan cargo. Nosotros nos vamos a hacer cargo, vamos a dejar de titubear y analizar y vamos a comenzar a luchar. No hay otra opción que enfrentar a esta derecha berreta”.
Amichetti también fue en esa dirección: “Hay que fortalecer desde los trabajadores el frente, con eso estamos trabajando desde la Corriente Político Sindical Federal y el Núcleo del MTA. Estamos convencidos que hay que persuadir a que otros compañeros estén en la misma vereda y en el mismo camino. No ceder, no aflojar, no claudicar”. “El pueblo ya está movilizado, ya está saliendo. Si nosotros tenemos la convicción de orientar esa movilización popular el camino será menos tortuoso. Acortaremos el dolor de muchísimas familias argentinas. En la familia que este proyecto no encuentre resistencia va a seguir provocando dolor y tristeza”.
Pablo Reguera (Aceiteros San Lorenzo) con sencillez y claridad dijo “No le tenemos miedo a lo que se viene pero sí sabemos que tenemos que tener la trinchera y nos vamos a preparar. Tenemos que prepararnos para luchar no solo por nosotros, también por los compañeros”. Sonia Alesso de CTERA también dio su visión:” Vienen por todo, no hay una sola manera de resistir. Lo estamos haciendo aunque traten de invisibilizarnos”.
Victoria Paulón, histórico dirigente de la UOM, justamente desde la seccional de Villa Constitución, expresó “vamos a entrar en un proceso creciente de lucha callejera y movilización pero también espacios de reflexión”."
En el párrafo siguiente de su nota, Leonardo Martín titula "LA NECESIDAD DE UNIDAD, PERO ¿CON QUIÉN? ¿CON QUÉ PROGRAMA?", anticipándose a las reservas que los propios gremialistas reunidos en Villa Constitución expresan ante el proyecto de unidad:
"Héctor Amichetti no dio lugar a la confusión ni a la ambiguedad: “Queremos la unidad con aquellos compañeros que tienen en claro que este es un proyecto que necesita ser combatido para que pueda ser derrotado. No se puede negociar con este proyecto. Hay que combatirlo como siempre lo hemos combatido a lo largo de la historia que se apoyó en los golpes militares, en los fusilamientos, en el secuestro y la desaparición de miles de compañeros. Vamos a llamar a la unidad, pero a la unidad convencida de que no le podemos dar un minuto de tregua a este proyecto que viene a destruir el trabajo y la producción de los argentinos”."
Es que la molesta constatación de que los secretarios generales de las CGTs solo trabajan en pos de sus propios intereses no es bien recibida en medio de un proceso en el que se negocia la unidad de las tres "CGT". El pueblo necesita de esa unidad, pero quienes están llevándola a cabo son estas garrapatas.
Esta noche conversamos este espinoso asunto con Leonardo Martín, periodista de Radio Gráfica y participante de la Corriente Política Sindical Federal. FM 89,3. Online acá.
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