sábado, 2 de septiembre de 2017

El macrismo, abrumado por la contundencia de la marcha, salió a pudrirla con un grupo de provocadores para justificar represión y show


"Maldonado ya es una crisis política" resume con impecable precisión la mejor columna que Ignacio Fidanza debe haber escrito en su vida. Está en La Política Online, un medio no precisamente inclinado por el apego a los derechos humanos, más bien apegado al cinismo imperante. Pero con una reserva de inteligencia que parece ir perdiendo el resto del bloque oficialista.

El hecho que constituye un salto cualitativo de esta crisis autoprovocada por "la derecha moderna y democrática" es la impresionante marcha a Plaza de Mayo realizada a un mes de la desaparición forzada de Santiago Maldonado. El inicio de la crisis fue la brutal represión de hace un mes en Chubut, la última vez que se vio a Santiago en manos de la Gendarmería. Desde ese primer error, el oficialismo no hizo más que fogonear esta crisis que la sociedad argentina no va a asimilar. El costo político ya se hace sentir y lo va a pagar entero el macrismo, tarde o temprano. La lógica a la que responde esta sorprendente seguidilla de desastres se explica por el autoconsumo de las operaciones constantes a las que el régimen somete a la población: se están tomando la merca que venden.

La derecha hace política con muertos. Eso lo sabíamos, lo dijimos muchas veces y lo lamentamos siempre. Desde el campo popular tenemos recursos para sostener nuestro proyecto sin apelar a este insumo macabro. Los muertos no son bienes transables, el daño causado por cada muerte es irrecuperable, ensancha la grieta, impulsa el conflicto en una dirección irreversible, imposibilita toda conciliación. No habrá olvido ni perdón para los responsables de que Santiago permanezca desaparecido por ya más de un mes. 

Hace apenas 31 días los que nos oponemos al proyecto gobernante no sabíamos que la cara de Santiago iba a transformarse en signo de un sistema inviable. No lo es en Argentina. "Si pasa, pasa", no va a pasar.

Poniendo algunas ideas en limpio: el oficialismo no se bancó la enorme movilización de esta tarde y preparó un show televisivo para el final, a la medida de Magnetto y con el respaldo de la manipulación de las redes sociales de Marcos Peña. Esto es bastante más grave que el bailecito del escrutinio provisorio, que ya era muy grave. Y la reacción represiva posterior a la marcha, con los services pudriendo una manifestación potente y democrática (esta vez sí, Natanson: esto es democracia), parece indicar que, contra toda apariencia, el proyecto político de la derecha está políticamente débil. Un gobierno fuerte no alimenta una marcha de repudio tan inmensa y pacífica ni produce las imágenes violentas que los sérvices prepararon para el final. 

La única pregunta grave es ¿el régimen quiere todavía más muertos? Porque su fracaso inexorable está fuera de duda, pero cada vida perdida es irreparable.

Sorprende. Como dice Fidanza, en principio se trataba de separar, castigar, someter a juicio a los gendarmes que se llevaron a Santiago. Salvo que la ingeniería del crimen saliera desde el corazón mismo del poder. Es decir: que no haya sido un error ni un exceso, sino una directiva emanada desde la propia Casa Rosada. Esto también debe quedar claro: Bullrich y Nocetti podrían aún funcionar como fusibles, pero la autoría del camino de violencia, psicopateadas y ofensas transitados desde el 1 de agosto hasta hoy tiene el sello de autor de macri. 

¿Se trató de preservar a la Gendarmería para otra tarea sucia, necesaria para la campaña electoral? ¿Para una postergadísima "pericia"? ¿Para una escalada represiva posterior a las elecciones, cualquiera sea el resultado? ¿Se decidió construir, otra vez, el enemigo interno que ponga en marcha el terror estatal? ¿Se quiere dar una señal de autoridad dirigida al núcleo duro de la derecha permanente o al poder trasnacional? Cualquiera de las respuestas habla del fracaso político del macrismo.

Santiago Maldonado, su tremenda mirada imposible de olvidar, no admite ser leído en términos de una grieta K/ antiK. Santiago es un signo de las consecuencias del macrismo puro. Lo cual significa que ninguna lectura que el oficialismo quiera hacer en términos de "herencia recibida" pueda ya aplicarse hoy. Hasta antes del 1 de agosto a macri le resultaba posible diseñar un sistema político basado en la proscripción del kirchnerismo, con la complicidad del opoficialismo, que por estos días está implosionando. La avenida del medio quedó clausurada, las chicanas de Comodoro Py no pueden desatar este nudo. Una legión de trolls impulsando un hashtag todo el tiempo no lograrán disiparlo. Santiago Maldonado es irreductible a ese jueguito. Se acabó, se acabó este juego, se acabó. El régimen no parece advertirlo.

¿No saben cómo salir? ¿Están dispuestos a pasar de las fiestas de globos a las masacres callejeras? ¿A los operativos nocturnos? Nadie en el elenco gobernante se muestra capaz de parar este desastre.



Mariana Fabbiani ayer a la tarde ya sabía que iba a haber "incidentes".

3 comentarios:

Norberto dijo...

Si compañero, tidavía faltan lós francotiradores matando gente como en Caracas o Kiev, y no tenga dudas que los van a usar.
Nunca menos y abrazos

jfc dijo...

https://radiocut.fm/audiocut/esta-en-marcha-un-mecanismo-de-persecucion/#f=radio&l=related

jfc dijo...

https://radiocut.fm/audiocut/carlos-raimundi-con-pablo-caruso-y-luis-pablo-giniger-en-ique-vuelvan-las-ideas/#f=search&l=result