por Carmen Cuervo
En la sala Alfonsina Storni, el jueves último a las 18:30 hs. se presentaron cuatro nuevos libros de la colección Pensamientos Locales, editados por Quadrata en coproducción con la Biblioteca Nacional. Los libros: Nietzsche por Gustavo Varela, Heidegger por Dina Picotti, Freud de Diego Zerba y Kierkegaard. Escuchar una voz de Oscar Cuervo.
La colección está dirigida por Ariel Pennisi y Adrián Cangi. Las primeras palabras de Cangi explicaron que se trata de introducir a los grandes pensadores contemporáneos, pero con la perspectiva de estos escritores locales: "imaginamos una colección popular de filosofía en la tradición del ensayo. Confiamos en el pensamiento local de autor que, ocupándose de otros pensamientos al parecer lejanos, crea de improviso un giro en la lengua, un silencio capaz de provocar tempestades". La presentación de Cangi fue simpática y no académica. Esta impresión se confirma cuando Pennisi hizo la única pregunta dirigida a los autores allí presentes: no pregunta por la cantidad de libros publicados sobre el tema, ni sobre la especialización que cada uno de ellos, sino que interroga cómo estos grandes autores han atravesado la vida de los escritores nacionales, al punto de decidirse a hacer un libro sobre ellos.
De izquierda a derecha, los cuatro autores tuvieron sus respuestas, teñidas por el humor, la locura, la dulzura, la gracia y la inteligencia.
Dina Picotti es una mujer dulce y tranquila, que en su juventud conoció en persona a Martín Heidegger. Siendo estudiante viajó a Alemania para encontrarse con el filósofo, quien la recibió muy amablemente, compartiendo con ella una copa de licor de cereza de la Selva Negra e interesándose por conocer detalles sobre la Argentina. Dina, reconociendo su ingenuidad de entonces, capaz de interrogar por una cuestión ardua que no es posible responderse en pocas palabras, le dijo a Heidegger: "yo quisiera saber qué es para usted lo sagrado". Y él respondió escuetamente que es uno de los ámbitos del ser, aquel que la filosofía no es capaz de abarcar.
Gustavo Varela dijo que su vida está atravesada por la música y que cree que quienes se dedican a la filosofía en realidad hubieran querido ser músicos. Dijo que ama tanto la filosofía como el tango y que se habla de la verdad cuando no se es capaz de hacer música. Confesó que encaró la escritura de su libro sobre Nietzsche como una composición musical. También dijo que se asombró cuando en una película titulada Nietzsche en Turín vio a Nietzsche en persona, vio que movía su mano y se dio cuenta de que era un simple hombre. Varela dijo que escribir el libro sobre Nietzsche le permitió exorcizarlo y luego de ello lo dejó de leer completamente.
Diego Zerba, el autor de Freud, nos contó dos historias interesantes. La primera, de su infancia. De chico tenía pesadillas y sus padres, cuando se despertaba asustado, le decían que se quedara tranquilo, que "ya pasó". Este fue un momento muy personal para mí, la infancia, las pesadillas, la vida real. Lo otro que contó Zerba es que según la hipótesis de su libro -que no quería revelar del todo- probablemente Freud haya muerto en Buenos Aires.
Oscar tomó la palabra para ironizar acerca de la posibilidad de que Freud haya muerto en algún manicomio argentino. Dijo que se había alegrado de participar en una mesa en la que, de algún modo, estarían presentes Heidegger y Nietzsche. Afirmó, algo temerariamente, que él se habría animado a escribir un libro sobre esos dos autores si se lo hubieran propuesto, ya que estaba muy familiarizado con ellos, aunque por supuesto no garantizaba que esos libros fueran buenos. Pasando a lo que le concernía, habló sobre Kierkegaard, dijo que él no se sentía capaz de dedicar su vida entera a la obra de un único autor, y menos aún a Kierkegaard, ya que si bien lo considera un viejo amigo, cree que en un punto se vuelve insoportable. Eso lo lleva hacia Nietzsche, y Nietzsche, que también es insoportable, es abandonado para pasar a Heidegger. Oscar afirmó que hay todavía un autor al que considera amigo y al que acude cuando ya no soporta a los otros tres: es Pasolini. Dijo que Kierkegaard le sirve para no tomarse muy en serio el alardeado anticristianismo de Nietzsche y que recurre a Nietzsche para burlarse de Kierkegaard cuando se parece demasiado a un pastor.
Kierkegaard, afirmó Oscar, pensaba desde la grieta, como quizá todo pensador lo haga. Pero mientras la mayoría de los filósofos, una vez impulsados a pensar por la experiencia de una grieta, terminaban tratando de taparla con revoque y fratacho, Kierkegaard elegía dejarla expuesta. Y quizá el conjunto de los seudónimos creados por el danés sólo fueran voces que salían de las grietas. Cuando Adrián Cangi estaba diciendo que probablemente Oscar Cuervo fuera uno de los seudónimos de Kierkegaard, se cayó con silla y todo de la tarima. Cuando todos vimos que, como Nietzsche en Turín, Cangi aún se movía, comprendimos que la presentación de los libros había terminado.
5 comentarios:
Buenísima la cronica! Y el final no se si digno de Freud, Kierkegaard o Heidegger, pero al menos de Copi!
Escribí más seguido en el blog, Carmen.
1) Entonces hubo sillazos, pero en otra clave.
2) El video de Nietzche es estremecedor.
3) ¿Es posible dejar de leer a Nietszche, como dijo Varela?
3) Me gusta como escribis, Carmen.
Gracias por este texto, Carmen.
Lo que dijo Oscar, sobre los escapes de lo insoportable en el ámbito del pensamiento, me deja mucho más tranquilo.
Pasar de filósofos como quien pasa de acordes, así se forma la canción. Música y filosofía.
saludos!
Claro César: yo venía pensando lo mismo: los protagonistas de esta Feria fueron las sillas, y no precisamente las de Ionesco.
Las sillas contundentes que sirven para sentarse...presumiblemente.Qué divertido!
Martha
Disculpen la demora agradecerles a aquellos que elogiaron mi texto. Casi me hicieron caer de la silla, pero creo que la gracia del texto etaba en la propia presentación de la colección. Saludos . Carmen
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