En el fin de semana del mundial siguió la política

por oac

No todo es fútbol en el universo, tampoco en Argentina. Los fines de semana, con la publicación de las columnas políticas semanales de los diarios, son una buena oportunidad de pasar en limpio el estado de situación. Este domingo encontré algunas cosas curiosas e interesantes.

- En Perfil de ayer se publican una serie de encuestas que, como es costumbre en ese periódico, carecen de precisiones. El título de Perfil es:

ENCUESTA EN PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Kirchner a presidente, De Narváez a gobernador

La encuesta la hizo Management & Fit "esta semana". Hay un dato llamativo y que en la nota se desliza al pasar, pero no es destacado en el título ni en el copete: "El 48,5 por ciento de los encuestados desaprueba la gestión de Cristina de Kirchner. Pero no muy lejos, el 42,7 la aprueba. Aunque no está instalada como candidata, su imagen positiva es del 40,4 por ciento, no tan lejos de Alfonsín, y para regocijo del oficialismo, un poco por encima de Cobos, con 34,6 por ciento (puesto número ocho)". Textual.



Si Perfil y Management & Fit no mienten, se trata de un cambio notable respecto de los índices que se publicaban hace un año, cuando la imagen del vicepresidente triplicaba a la de la presidenta. Se machacó muchas veces con que Cristina había tocado un piso de 18% de imagen positiva y Cleto tenía en ese entonces más del 60%. Si diéramos crédito a Perfil (yo tiendo a no creer nunca en Fontevecchia, es uno de los más grandes embusteros del país), la consideración popular de Cristina y de Cobos habría sufrido un cambio drástico de un año a esta parte. La idea de que la imagen de Cristina está por el piso ha sido instalada sistemáticamente por los grandes medios desde el conflicto con los agrogarcas y Expoagro; y es la premisa a partir de la cual, aún hoy, se analizan las relaciones de las fuerzas políticas y sus posibilidades. Ahora, de pronto, Cristina aparece con el doble de aprobación que el año pasado y Cobos aparece con la mitad de lo que tenía. Primera pregunta: ¿este cambio se produjo repentinamente en los últimos días? Segunda: ¿no es para los editores de Perfil una noticia al menos tan relevante como los bajos índices de aprobación que Cristina merecía, según ellos mismos, hace pocos meses?

Pero la frase de la semana, la más divertida, la escribe Horacio Verbitsky y quizá permita entender estas discrepancias entre los títulos y el desarrollo de las notas:

"Pero en los primeros seis meses de 2010 la runfla de columnistas dedicados a la demolición del gobierno ha pasado del triunfalismo a la desazón, al comprobar que el oso que no cazaron se niega a entregarles la piel que ya vendieron varias veces".

En este blog hemos hecho un seguimiento tan continuo de todas las profecías acerca del postkirchnerismo, las dificultades que tendría Cristina para terminar su mandato, las aspas del helicóptero que se llevaría puesto a su gobierno con el segundo cacerolazo, que resulta imposible hacer en este párrafo un link que lleve hacias esas múltiples expresiones de deseos que no llegaron a plasmarse. Hay medios y comunicadores que pretenden jugar dos juegos a la vez: instalar agendas de discusión que respondan a sus intereses & negocios y a la vez ser creíbles. El problema es que para instalar agenda muchas veces es preciso mentir, manipular datos, ocultar. Pero si se les va la mano con la distorsión, después pueden quedar descolocados ante la realidad: un ejemplo reciente es la pifiada de Lanata al predecir que los festejos del Bicentenario no podían interesarles a nadie. No me enteré de si el fundador (y fundidor) del último diario de papel, después de la concentración popular más grande de las últimas décadas, hizo un ajuste respecto de sus fallidas corazonadas. Lanata deseaba que con el Bicentenario no pasara nada y hubiera sido muy honesto si así lo hubiera comunicado. Pero él habló en nombre de "la gente" y entonces quedó pagando. No parece tener vigencia una ética de la comunicación que lleve a estos figurones a rendir cuentas a sus consumidores frente a sus yerros más notorios. El establishment periodístico podría sacar alguna enseñanza de esta pifiada (el programa de Lanata no merece la atención que hoy despierta 678, por ejemplo, y pasó bastante desapercibido, pero justamente por eso podría ser una oportunidad para ir acomodando el discurso ante nuevos escenarios).

- Por último, vi parte de un debate entre Beatriz Sarlo y Horacio González en TN, conducido por la sufrida María Laura Santillán. Ante todo estoy preocupado por el rictus de María Laura, su cara se ha ido torciendo en los últimos dos años y a esta altura parece afectada de una parálisis facial, como si ella también hubiera visto algo que no le gustó. Me acuerdo cuando bailaba Capullito de alelí con Julio Bocca: ¿no podrán ponerle algún bolero y llevarle a Julio o a otro bailarín para ayudarla a relajarse? ¿o se tratará de un daño irreversible?

Pero lo que me llamó más la atención no es la fea cara de MLS, sino un par de cosas que dijo nuestra gran Beatriz Sarlo, la autora del magnífico guión de Secuestro y muerte. Dijo que en el Bicentenario "no pasó nada"; y para reafirmar su tesis, al menos curiosa, señaló que este año se inauguró una sola estación de subterráneos en Buenos Aires. ¿Sería el Bicentenario la ocasión impostergable para inaugurar estaciones de subtes? ¿el grado de trascendencia histórica se mide en función de estas inauguraciones? ¿Una movilización de millones de personas, imprevisible hasta días antes de que sucediera, no es en sí mismo un acontecimiento enormemente más digno de pensar que la inauguración de una estación? Además Sarlo se quejó de que para planear los festejos no se hubiera convocado a historiadores tan reputados como Luis Alberto Romero; también se mostró sarcástica acerca de que la presidenta hubiera participado en el diseño de los festejos del Bicentenario: "que yo sepa, la presidenta no es historiadora, todavía".

Pensándolo bien, si la Secretaría de Cultura hubiera convocado a gente tan calificada como la propia Beatriz, habríamos tenido oportunidad de admirar una carroza temática con el secuestro de Aramburu, con los chicos de la FUC haciendo de Montoneros. Pucha, la que nos perdimos.