martes, 9 de noviembre de 2010

Elegía de abril


por Martha Silva

El libro del poeta Salvador Merlino que aparece en el film era el número 15, y fue el último de este autor. Estos libros han permanecido amontonados en el armario de la casa de Banfield, desde 1955. Llegaron envueltos en papel madera y atados con hilo sisal; así lo conervaron sus hijos Mary y Carlos Merlino, la madre y el tío de Gustavo Fontán, el realizador de esta película. Los libros presentes señalan una ausencia: la del poeta de los 50 que murió súbitamente por ese tiempo.

Este film es el segundo de una trilogía que se está preparando. El primero fue El árbol, referido al fin de las cosas inanimadas. En la banda de sonido se escuchaba el crepitar de ese árbol que había estado en la vereda y de este modo se señalaba esa ausencia. En Elegía de abril es otra la falta que el espectador tendrá que reconocer. El realizador aparece preocupado cuando su madre se niega a seguir actuando y decide reemplazarla. Gustavo no es otro que el nieto del poeta, y aparece recibiendo de algún modo el legado de la poesía para nuestro cine.

Podríamos decir que todo es mágico en el cine de Fontán.

En El árbol no era una persona la que moría, era sólo una acacia con cierta historia dentro de la familia. Y lo que sucedía era sentido como un fracaso de la vida, al menos por el padre del realizador, que co-protagonizaba la película.

En Elegía de abril es la madre la que toma la decisión de legar los libros de Merlino, decisión que desata una tensión con su hermano Carlos. El espectador asiste al desacuerdo y se conmueve, porque tal vez, en su interior, una herencia similar haya afectado su vida. Ya no es el director el dueño completo de la historia. Cada uno la vive como propia y esos libros pueden transformarse en otra cosa, algo distinto para cada existencia.

No todos habitamos una casa en Banfield, con cuadros y cortinados, con plantas y un gato que se desliza silenciosamente. Puede que no todos hayamos tenido un abuelo poeta, ni siquiera, como dijera el juglar “una casa solariega y blasonada/ y un retrato de un mi abuelo/ que ganara una batalla”. Pero todos pasamos por pérdidas, substituciones, permutas.

En todo esto hay una situación tragicómica que aprovecha el director. En determinado momento del film la madre se niega a seguir actuando. ¿Qué hacer entonces? El conflicto se diluye con la llegada de los actores: nada menos que Adriana Aizemberg y Lorenzo Quinteros, que cargarán con los recuerdos y, sin pesadumbre alguna, porque son profesionales, asumirán su tarea con verdadero oficio.

Una salida maravillosa.

Elegía de abril se proyecta en el cine Gaumont.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy sentida la nota, Martha. Y que buena la menciòn al poema de Leon Felipe( uno de mis favoritos). Aun no he visto la película -iré esta semana-, pero siempre me ha conmovido mucho el Fontán de "los fantasmas" que ya estaban en El árbol, hasta llegar a su apogeo cuasi abstracto en "La orilla que se abisma", y en ese documental maravilloso sobre Calvetti, El paisaje Invisible, y en sus primeros cortos como aquel sobre Fijman, "Canto del cisne".( Para cuando un programa de esos dos cortos en La Otra cine???) Me perdí "La madre", que algunos me dijeron que no funcionaba del todo, pero tendria que verla con mis propio ojos. Y si bien ahora no se si tengo ánimos de ver una película elegíaca, ire atravesando fantasmas propios y epocales . Porque bueno, como dije alguna vez vez: las elegias al fin de cuentas celebran que algo estuvo vivo alguna vez...

Liliana dijo...

Fontán es un director que pone en imágenes buena poesía. El homenaje a Juanele en "La orilla..." es inolvidable. Espero ver pronto el corto sobre Fijman.

Tu nota, Martha, es una muy buena invitación para la "Elegía". Gracias.

Martha dijo...

Ale: Todo empezó hace mucho, yo trabajaba en EL OJO ROJO , newsletter de cine que se editaba en España, denominación realmente pomposa para la modestia del medio. A OSCAR le gustó una entrevista que le hice a Fontán y la volvió a publicar en el nro.15, la de Yoko Ono y Clint Eastwood,junto con un trabajo de Chinaski.Aclarando que había sido publicada antes por el citado newsletter .!!! Después Fontán nos fue mandando libros de poesía y me pidió que lo comentara. Yo! La primera crítica de EL ARBOL salió en un diario de Balvanera.eN FIN, que no dejamos de ver sus documentales y tengo vista una primera película con De Gracia, bastante buena. Me falta la de Fijman.
Chau.beso.

Hola Liliana, gracias!
Martha

Anónimo dijo...

Hola Martha : Sí, lei ese reportaje´, muy bueno. A Fontán lo concocí justo cuando había terminado la pélicula esa con Julio de Grazia, a la que definí como una versión de La tregua de fin de siglo. Y como me gustó mucho esa película, -tanto como me habia gustado ese primer corto sobre Fijman- y Cuando cae el sol era un pelicula atipica para el panorama del debe ser del cine argento circa 2000) Yo la mandé al festival de Toulouse, donde tuvo una buena recepcion.
Después lo conocí como docente de amigos míos. Fue él que me pidio , años mas tarde qu escriba la reseña del catálogo del Bafici, sobre su pelicula El arbol, y que la presentara. Es una persona de una gran generosidad, amén de talento y perseverancia para seguir en una misma estética y profundizarla cada vez más.
saludos
Ale

Martha dijo...

Si, Ale: lo has definido bien. La película Cuando cae el sol era de Alfonso de Grazia eso sí y de veras tenía
toques de LA TREGUA.Cuando estrene la tercera parte de la trilogía, habría que organizar una retrospectiva. Con todos los documentales. Beso.Martha