domingo, 21 de julio de 2013

A mí pedime lo que quieras cuando quieras



Un arco temporal de 40 años une Muerte en la catedral -el disco que Litto Nebbia editó en 1973, principio de una fértil colaboración de Litto con el bajista Jorge González y el baterista Néstor Astarita, que signaría el sonido de su obra musical posterior- con los recientemente aparecidos La nube mágica (fruto de un colectivo numeroso encabezado por Juanito el Cantor) y El lugar del puñal (primer disco solista de Leopo, uno de los integrantes del dúo CLDSCP). Mucha agua corrida bajo el puente.

Muerte en la catedral quizá sea el clásico menos escuchado de la historia del rock nacional. Nebbia había sido hasta entonces el rey del beat argentino, artífice de canciones inoxidables como La balsa, Ayer nomás, Viento, dile a la lluvia, Sueña y corre, Soy de cualquier lugar, Rosemary... una prodigiosa cosecha de hits juveniles. Pero a los 25 años se disponía a dar un paso trascendente en su vida y en su obra: iba a alcanzar su voz adulta, la que aparece con evidencia en una canción genial como El otro cambio, los que se fueron, la que lo pone en el podio de los grandes músicos populares argentinos de todos los tiempos. Es absolutamente sorprendente que un tipo de 25 años pueda escribir esa canción de tal densidad existencial. Hoy Página 12 lanzó una edición remasterizada de Muerte en la catedral, que repone además el notable arte de tapa de Pérez Celis y un booklet rebosante de concepto, especie de manifiesto ético-éstético que tiene todas las claves de la obra futura de Nebbia.

No podemos saber si en el momento de editarse Muerte en la catedral alguien vislumbró su estatura de clásico. Es que 1973 era un año agitado en la música y en la sociedad y había que manejar demasiada información para separar lo urgente de lo decisivo. Y el disco de Litto se iría ubicando a la larga en el terreno de lo decisivo.

Como están recién salidos, tampoco me siento capaz de decir qué importancia le atribuirá el futuro a La nube mágica El lugar del puñal. Discos en los que Juanito y Leopo parecen iniciar la búsqueda de una entonación adulta.





Leopo, "Desde tus ojos": escuchar acá.

Por querer deshacer
tu dolor me encontré.

Tal vez no estar más así,
deba ser.
Tal vez llorando hasta el fin,
pueda verme a los ojos desde tus ojos.

Por el sol te busqué.
Con mi voz, otra vez.

Tantos incendios prendí,
sin querer.
Tal vez llorando hasta el fin,
pueda verme a los ojos desde tus ojos.

Como esa flor que te di,
al volver.
Se despertó frente a mí,
para verme a los ojos desde tus ojos.

Tal vez cantando aprendí a renacer.