todos estamos igual

sábado, 21 de noviembre de 2015

Lo que decidimos mañana


por Esther Díaz

Acuérdate de conservar una mente tranquila en la adversidad
y en la buena fortuna abstente de una alegría ostentosa.
(Horacio)

Era una especie de alcancía. Un recipiente con una pequeña apertura redondeada en la superficie superior. Los señores romanos la colocaban junto a sus lares en un lugar sagrado de sus hogares. Cuando sufrían una gran pena “marcaban” ese día depositando una piedrita negra en esa caja. Por el contrario, cuando disfrutaban una gran felicidad, depositaban una blanca. Para fin de año realizaban un ritual: se rompía esa caja y al contar el contenido se declaraba –de manera solemne- si había sido un buen año en el caso de que las piedras blancas superaban a las negras y viceversa. “Marcaré este día con una piedra blanca” dice el poeta Horacio festejando que su amor distante por fin le confesó que lo ama. El domingo 22 todos los argentinos depositaremos una piedra en nuestros imaginarios receptores de penas y alegrías. Pero hoy (20-11-15) todavía estamos luchando. Diré entonces qué condiciones tendrían que cumplirse para que pueda depositar mi piedra blanca.

He llegado al invierno de mi vida. Sufrí tantos golpes militares promocionados por las minorías económicamente pudientes de nuestro país que he perdido la cuenta. Aunque llevaré a la tumba, por supuesto, el recuerdo de la última y sangrienta dictadura militar, con los sufrimientos por todos conocidos: torturas, desaparición de personas, robo de bebés, violaciones y más. Cada golpe vino acompañado de inconmensurable deuda externa -que todavía estamos pagando o debiendo- y de miseria económica para el 95% de los argentinos. Sólo un 5% del país acumula poder y fortuna. Esta minoría privilegiada ya no tiene cuarteles poderosos para pedirles que volteen a los gobiernos que juegan en contra de sus intereses. Recurren entonces a los que son mucho más poderosos que ellos: los grandes capitalistas del corazón del imperio.

En los últimos años de democracia la balanza se ha volcado para el lado de los que menos tenemos. Veamos un par de ejemplos. Se ha luchado contra el terrateniente que cosecha soja (cuyo costo es mínimo) acumulando ganancias extraordinarias y se resiste salvajemente a que una mínima parte de esa ganancia sea retenida por el Estado para mejoras favorables al pueblo. Bien, la Alianza Cambiemos ha prometido quitarles esa retención a los millonarios mientras considera que los sueldos representan un gasto (no una inversión) y por lo tanto hay que recortarlos. Y, como tendrán que pagar los préstamos (por los que también ellos ganarán), quitarán los subsidios a los servicios públicos y nuestros ingresos se destruirán, así como también la enseñanza pública y gratuita (que ellos disfrutaron y ahora quieren negarnos), la soberanía sobre YPF, Aerolíneas Argentinas, la investigación científica y todo lo que hemos ido recuperando. La colosal entrega del país y la connivencia con el capitalismo global nos pondrá nuevamente de rodillas. Eso se tapa con asedio a las instituciones nacionales (BCRA, entre otros), acusaciones de corrupción, globos, buena onda y fiestas. Sepulcros blanqueados.

La otra alternativa es la del país. La que apuesta al fortalecimiento de la producción, no a la liberación desenfrenada del dólar con su chorrera de recortes en la economía de los que todos los días vamos al super de los chinos (y no a los shoppings de Miami). La alternativa que piensa en la mejora de las jubilaciones (no en entregar nuestros aportes al capital extranjero). La que aboga por las paritarias (el PRO dice que no son necesarias). En fin, la opción política que tiene en cuenta nuestra salud y provee medicamentos gratuitos para todas las enfermedades graves, la que en lugar de otorgar patentes a las multinacionales fabrica genéricos nacionales y subsidia los tratamientos de HIV, cáncer y otros padecimientos cruciales. Esta alternativa hoy la representa Scioli. Por este proyecto doy la cara y me juego.

Respeto obviamente la decisión de todo el electorado. Pero pienso en la serenidad que anhelaría para que lo que me quede por vivir, en el futuro de los jóvenes, en la educación garantizada por el Estado, en el bienestar de los que menos tienen, en la clase media que motoriza a este país, en las personas que trabajan en servicios domésticos y han logrado el reconocimiento del trabajo en blanco, en los jubilados, los obreros, los artistas, la gente de la cultura en general y todos lo que son ninguneados por la derecha neoliberal que ya se ha subido al carro triunfal, que nos ofende con sus actitudes soberbias, sus poses de teleteatro: la manito tomando a su pareja en entrevistas periodísticas, besos cinematográficos en cámara, sobrar al otro candidato canchereando ante millones de espectadores, mostrando ostensivamente sus dos manos para burlarse de la discapacidad del candidato oficialista, entre otras descalificaciones indignas de un futuro presidente. Pensando en esas y tantas otras cosas que considero beneficiosas para el país, votaré a Scioli y espero que los que apostamos por la patria y estamos en contra del recorte de los beneficios públicos podamos marcar el domingo con una piedra blanca.

1 comentario:

Tilo dijo...

Adhiero totalmente a lo manifestado por Esther Díaz.

Y una vez más se pone de manifiesto que la experiencia NO ES TRANSFERIBLE. Para colmo, con un período de 12 años en la misma dirección y el mismo sentido, algo absolutamente desconocido por toda la población argentina el 24 de mayo de 2003. Y mucho más desconocido si se aclara que esa docena virtuosa operó A FAVOR de los menos favorecidos, cosa jamás vista desde el 17 de setiembre de 1955.

Lo que me provoca un asombro indescriptible es la absoluta seguridad de la mayoría que votará EN CONTRA de este modelo (porque examinándolo con cierto detenimiento, NO VOTARÁN A FAVOR DE ALGO CONCRETO), de que muchas conquistas o reconquistas que hoy forman parte normal de nuestras vidas, NO SE PERDERÁN.

Lo que me aterra es la ignorancia supina de los efectos que tendrá la ausencia del estado en la protección de nuestra industria si se favorece la apertura de las importaciones. Sería una figurita repetida para los más viejos o los más memoriosos. ¿Recordás aquél video oficial de la silla argentina que se rompía cuando alguien se sentaba?

Lo que me asusta es la poca importancia que se le brinda a poder manejar nuestro destino, aún con escasez de divisas con culpables a la vista, en lugar de estar ese destino supeditado a las indicaciones de un FMI cuyos virreyes nos visitaban con tanta frecuencia para ver cómo marchaba la colonia. Sin importar que una enorme cantidad de los colonizados estaban sin laburo o directamente muertos de hambre.

Con un poco de MEMORIA, no habría duda alguna de la opción que debemos ejercer.

Saludos