viernes, 9 de abril de 2010
BAFICIL
por oac
Ocio (Juan Villegas y Alejandro Lingenti, adaptación cinematográfica de una novela de Fabián Casas): Dieciocho años después de Rapado, el modelo "adolescente porteño ensimismado" parece irremediablemente agotado. El mutismo o la cortedad de palabra no pueden ya transformarse en sugestión y ni siquiera en evocación o parodia; sólo funcionan como clisé extenuado. Por más que el joven intepretado por Nahuel Viale deambule por los barrios de la zona sur de la ciudad, por más que el motivo de su cerrazón se vincule con la reciente muerte de la madre, o que escuche a Pescado Rabioso y Manal, en lugar de Mi pequeña muerte, Jaime sin Tierra o La Foca, nada de eso alcanza a quitar el gusto a deja vu. Obviamente que las variaciones podrían ser infinitas, los motivos por los que a estos personajes jóvenes les cuesta hablar, las bandas que curten o las calles que trotan: pero insuflarle vida a un artefacto previsible empieza a parecerse a una tarea vana. La ciudad invernal de tonos cenicientos está fotografiada de una manera seductora, pero en ese caso los personajes, con sus conflictos irrisorios, estarían de mas.
Una grave falla de Ocio se vincula a la falta de integración de algunas secuencias frondosamente habladas en medio de extensos silencios. Las parrafadas acerca del personaje de historietas de Billiken, el gordito de la terraza o el inmigrante ucraniano puede que funcionaran de otra manera en el contexto de la novela de origen firmada por Fabíán Casas; no lo sé: acá aparecen como injertos. Para colmo, cada una de estas escenas está jugada en un registro oral diferente, lo que acentúa su impertinencia.
Ocio es un lugar común demasiado codificado como para producir algún efecto distinto de la fatiga. Otra vez será.
The robber (Benjamin Heisenberg): este nuevo o, más que nuevo, novísimo cine alemán se suele caracterizar por una corrección aséptica. Basada en un hecho real, la película cuenta la historia de un maratonista ladrón y homicida y casi la mitad de su metraje está dedicada a una fuga maratónica, mientras es perseguido por un operativo conjunto de las fuerzas de seguridad. El montaje, la fotografía, el trabajo de cámara son de una pulcritud y un virtuosismo exasperantes y carentes de alma. El remate de cada secuencida se adivina cinco minutos antes y el entretenimiento consiste en constatar lo bien montada que está la escena. Overrated.
Hadewijch: Bruno Dumont se ha ido ganando la fama de personaje intratable y dueño de un estilo cinematográfico a la vez áspero y refinado. El link hacia el cine de Robert Bresson es materia de divulgación. Y Hadewijch venía anunciada como un film de madurez, intenso y polémico. La impresión que me causa es que Dumont maneja ciertos resortes expresivos con suma habilidad: Hadewijch contiene dos o tres escenas de sugestión notable. Pero, a medida que se desenvuelve este drama centrado en una adolescente inclinada al misticismo hasta sus variantes más extremas, todo empieza a sonar impostado, sobre-explicado. Ver Hadewijch implica añorar a Bresson, en todas y cada una de las mútiples referencias de las que Dumont abusa: a los paisajes invernales del Diario de un cura rural, el ambiente carcelario de El dinero, el misticismo monacal de Los ángeles del pecado, la santidad lindante con la demencia de El proceso de Juana de Arco, los jóvenes revoltosos de El diablo, probablemente y, por supuesto, las mil y una referencias a Mouchette. Invocar tantas veces a Bresson y poner en cada caso diálogos explicativos de los dilemas existenciales de sus personajes sólo puede ir en detrimento de Dumont. El final, con la apelación al más carnal amor al prójimo, sólo nos permite extrañar la concisión demoledora de la Rosetta dardeniana. Si necesitáramos discípulos bressonianos de real valía, ya los tenemos a los hermanos Dardenne.
En Hadewijch todo luce demasiado bonito como para trasmitir esa espiritualidad que Dumont declama en sus entrevistas. Al final de la proyección de Hadewijch en el Hoyts aparece Dumont a dialogar con el público. Alguien lo felicita por la belleza de los paisajes y él explica que el bosque "representa" el interior de la protagonista, dado que el interior propiamente dicho no puede filmarse. Alguien le dice a Dumont que le llama la atención la religiosidad de su película: él responde que no es creyente pero que cree en la espiritualidad del ser humano y que su religión es el cine. Suficiente chamuyo para denotar su impostura. Quizá se trata de la más sobrevalorada de todas las películas de este Bafici.
Yellow kid: el mejor modo de desintoxicarse de tanta pompa y circunstancia viene de la mano del jovencísimo Mariko Tetsuya. Pop japonés: esta etiqueta no debe llamar a engaño, ya hay muchas muestras de que lo que los japoneses entienden por "pop" goza de una energía, una libertad y un desenfado que al pop occidental le resultan totalmente desconocidos. Aquí el cineasta veinteañero cruza el lenguaje del comic (el "Yellow Kid" del título) con las vidas oscuras del creador de la historieta y la persona real en la que se inspira. El resultado sorprende continuamente. Y esa energía tan atractiva en algún momento se desboca y parece írsele de las manos a Tetsuya; y, aún así, sigue interesando, incluso en la sorpresiva escena posterior a los títulos del final.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
ME gustan estas reseñas de 5 renglones. Leo este y otros blogs sobre el tema bafici; en general todo acontece con una rapidez que exige afinar el poder de síntesis. y se trata de una destreza que pocos dominan. Me gusta tambien el entusiasmo con el que viven el festival; como un mundial para los futboleros o la feria del libro para los bibliofilos: el éxtasis por todo lo que esta ahí y que uno desea ver.
(hubiese apostado guita a que "Ocio" no te iba a gustar, y no te olvides que esperamos tus martillazos para la de Filipelli).
Saludos
César:
cuando vea el último opus del viejo maestro Filipelli en colaboración con el joven maestro Llinás y la vieja Sarlo te cuento.
Villegas y Lingenti son dos tipos que personalmente me caen muy bien, su película bien podría haberme gustado, pero considero que, a juzgar por sus resultados, nació fallida.
Y sí, el Bafici es una fiesta y los que lo critican de afuera lo hacen por la envidia de quedar afuera de una fiesta. Nada más.
voy a ver si aprovecho y me dan los horarios para Yellow Kid, es de las mías!
hoy vi una película sueca bellísima, The Girl, todo por alguien que la sugirió en el blog,
al mejor estilo de Criaturas de la noche.
Totalmente de acuerdo sobre Ocio, el ucraniano en la novela no está, pero eso no importa, el tema es que su manera de hablar es tan inverosímil que se nota mucho el artificio. Me duele, sí, la comparación con Acuña, que es muchísimo mejor. En Como un avión estrellado, por ejemplo, hay una interioridad que puja por salir, pero acá no hay nada.
¡ Alguien vió INVERNADERO de Gonzalo Castro? Yo vi, en años anteriores, Resfriada y Cocina, que eran interesantes.
Está en Competencia . Me interesó además, porque está en el reparto Graciela Goldschuk, que es una importante Investigadora de vida y obra de Manuel Puig, a la que se conoce mucho en ese aspecto, pero ella toma el aspecto literario y cinematográfico del escritor de Villegas. Martha.
Muy acertada tu reseña de "Ocio", me dio impresión de ser un boceto de película. No entiendo para enmarcarla en una época específica si el sujeto representado pareciera estar determinado por coordenadas de mitad de los '90... ¿un retro/revival de la languidez a vase de teléfonos viejos y zapatillas Topper de lona?
Tratá de no perderte "Using", tremendo documental chino sobre un yonqui que deja al espectador en una posición realmente muy incómoda. En un principio parece ser otra impúdica exhibición de la desgracia humana (sin mucha articulación con un discurso político), pero a medida que avanza el metraje un provocador acercamiento a la idea de "explotación" (que deviene recíproca) subvierte completamente la sensación inicial. Muy recomendable.
Del resto que vi, "Putty Hill" una maravilla y la de Eyal Sivan ("Jaffa, A Clockwork Orange"), muy aguda y rigurosa. En breve parto alegremente a verlo a Merritt y sus Magnetic Fields es pantalla grande y con super sonido... eso si que es un "hitazo".
Otra película para discutir mucho es "Zona Sur"... por momentos punzante retrado de clase que estimula tanto como ofende : por la irregularidad de su dramaturgia, por el abuso de sus empalagosas decisiones formales, por su final conciliador. Luego de ver películas así uno entiende por la sutileza de Lucrecia Martel hace la diferencia.
Ocio se parece poco y nada a Rapado, una película que casualmente volví a ver hace
unas semanas; no puede ser que cada vez que aparezca una película con un pibe que
habla poco nos remita a Rapado...
A mí me pareció una adaptación muy creativa de la novela, porque le agregó la
información sonora, una obviedad, pero hizo algo con esa información sonora,
tendiendo puentes entre distintas generaciones y escenas.
Estuve en una charla donde hablaron Casas y Lingenti y este último decía algo
interesante: hay un humor más básico, más barrial que en la literatura de Casas
puede funcionar pero que acá podía convertir a la película en una de Francella. Y la
forma que ellos encontraron de insuflarle un poco de humor a la película era con
esos personajes bizarros que rompen con el registro con el que la película arranca.
A mí esa convivencia entre el ridículo y el realismo barrial me pareció un hallazgo,
unaa cosa medio Kaurismaki.
Sufrí un poco los guitarrazos, pero también entiendo por qué están, sabiendo quiénes
hicieron la película. Y no veo por qué los registros orales diferentes acentúan la
impertinencia de los monólogos. Hay 12 millones de casos para contradecir esa
afirmación. Las parrafadas podrán ser impertinentes, pero lo del registro, ¿qué
tiene que ver?
Después me parece que la película se diluye un poco hacia el final, porque se
desmelanea mucho, se pone desprolija y menos rigurosa, eso sí. Pero es una película
desafiante, lo que a esta altura no es poco. Y yo le creí a Casas cuando dijo que
estaba feliz con la adaptación.
Está muy bueno este blog.
Saludos
Yo no encuentro el desafìo, y el supuesto humor no lo hallè, me pareciò solemne. Prescindiendo de toda relaciòn con la novela o con la opiniòn de Casas. En el cine argentino de los ùltimos 15 años hay decenas de pelìculas parecidas a Ocio, podès cambiarle la mùsica, el barrio y hacer a los personajes con un poco màs o un poco menos de guita.
Las parrafadas estàn fuera de la tonalidad de la pelìcula y difieren entre sì, no me molesta que distintos personajes hablen distinto, sì cuando con eso la pelìcula no puede armar ni un contrapunto, ni una disonancia ni nada y solo queda como un injerto.
saludos
Yo no encuentro el desafìo, y el supuesto humor no lo hallè, me pareciò solemne. Prescindiendo de toda relaciòn con la novela o con la opiniòn de Casas. En el cine argentino de los ùltimos 15 años hay decenas de pelìculas parecidas a Ocio, podès cambiarle la mùsica, el barrio y hacer a los personajes con un poco màs o un poco menos de guita.
Las parrafadas estàn fuera de la tonalidad de la pelìcula y difieren entre sì, no me molesta que distintos personajes hablen distinto, sì cuando con eso la pelìcula no puede armar ni un contrapunto, ni una disonancia ni nada y solo queda como un injerto.
saludos
Yo no encuentro el desafìo, y el supuesto humor no lo hallè, me pareciò solemne. Prescindiendo de toda relaciòn con la novela o con la opiniòn de Casas. En el cine argentino de los ùltimos 15 años hay decenas de pelìculas parecidas a Ocio, podès cambiarle la mùsica, el barrio y hacer a los personajes con un poco màs o un poco menos de guita.
Las parrafadas estàn fuera de la tonalidad de la pelìcula y difieren entre sì, no me molesta que distintos personajes hablen distinto, sì cuando con eso la pelìcula no puede armar ni un contrapunto, ni una disonancia ni nada y solo queda como un injerto.
saludos
ok, oscar, pero no lo digas 3 veces! ;)
en mi opinión, ocio irá decantando mejor con el paso del tiempo; veremos ...
Publicar un comentario