LA PALABRA ROSADA
«Una mañana de verano de 1941 yo estaba en el balconcito exterior de madera de la casa de mi madre. El sol dulce y fuerte del Friuli caía sobre todo aquel querido material rústico. En mi cabeza de beatnik adolescente de los años cuarenta; en la madera carcomida de la escalera y del balconcito apoyados a la pared granulosa que iba del patio al granero; en la enorme habitación. El patio, a pesar de la profunda intimidad de su sol, era una especie de camino privado, porque, desde los años anteriores a mi nacimiento, tenía derecho de paso la familia de los Petrón, cuyo caserío estaba allí, iluminado por su sol, un poco más misterioso, detrás de una verja de madera más carcomida y augusta que la del balconcito: y se adivinaban, siempre en medio de aquel sol ajeno, los montones de estiércol, la artesa, las bellas malashierbas que rodeaban los huertos: y lejos, al fondo, estirando el cuello, como en un cuadro de Bellini, aún intactos y azules, los Prealpes. ¿De qué se hablaba antes de la guerra, es decir, antes de que sucediera todo, y la vida se presentara como lo que es? No lo sé. Eran conversaciones sobre el tiempo, de pura e inocente fabulación. La gente, antes de ser lo que realmente es, era igualmente, a pesar de todo, como en los sueños. En cualquier caso, lo cierto es que yo estaba en aquel balconcito, dibujando (con tinta verde, o con el tubito de ocre de los colores al óleo sobre papel celofán), o escribiendo versos. Cuando resonó la palabra “rosada”.
«El que hablaba era Livio, un hijo de los vecinos que vivían al otro lado del camino, los Socolari. Un chico alto de huesos grandes... Exactamente un aldeano de aquellos lugares... Pero amable y tímido como lo son algunos hijos de familias ricas, lleno de delicadeza. Pues ya se sabe, lo dice Lenin, que los campesinos son unos pequeños-burgueses. Sin embargo, Livio estaba hablando de cosas sencillas e inocentes. La palabra “rosada”, pronunciada en aquella mañana de sol, no era más que una minucia expresiva de su vivacidad oral.
«Evidentemente aquella palabra, utilizada durante siglos en el Friuli que se extiende por esta parte del Tagliamento, nunca había sido escrita. Había sido siempre, y solamente, un sonido.
«Cualquier cosa que estuviera haciendo aquella mañana, pintando o escribiendo, la interrumpí enseguida: esto forma parte del recuerdo alucinatorio. Y escribí enseguida unos versos, en aquella habla friulana de la orilla derecha del Tagliamento, que hasta aquel momento sólo había sido un conjunto de sonidos: lo primero que hice fue hacer gráfica la palabra “rosada”».
Este hermoso pasaje, en el que Pasolini recuerda la génesis del poema O Me Donzel, contiene la clave de su obra. Aquí está todo Pasolini: el muchacho de oído alerta, capaz de escuchar esas minucias expresivas de la oralidad de otros muchachos, palabras dichas durante siglos y nunca escritas. Este "recuerdo alucinatorio" tiene entonces el germen no sólo de sus poesías en friulano, sino también las voces romanescas de Ragazzi di vita, el amor por las palabras antiguas, los muchachos, la corporeidad de la poesía, el biancor del sol de mediodía, el cine como lengua escrita de la realidad...
O ME DONZEL *
O me donzel!
Jo i nas
ta l’odour che la ploja
a suspira tai pras
di erba viva... I nas
tal spieli da la roja.
In chel spieli Ciasarsa
- coma i pras di rosada –
di timp antic a trima.
Là sot, jo i vif di dòul,
lontàn frut peciadour,
ta un ridi scunfuartàt.
O me donzel!, serena
la sera a tens la ombrena
tai vecius murs: ta sèil
la lus a imbarlumìs.
OH, YO JOVENCITO
¡Oh, yo jovencito!
Nazco
Nazco
en el olor que la lluvia
suspira en los prados
de hierba viva... Nazco
en el espejo de los charcos.
En ese espejo Casarsa
-como los prados de rocío-
de tiempo antiguo tiembla.
Allá abajo vivo de piedad,
Lejano muchacho pecador,
con una risa desconsolada.
¡Oh, yo jovencito!, serena
la tarde tiñe la sombra
sobre los viejos muros: en el cielo
la luz ciega.
*versión publicada en La Meglio Gioventú, 1941-1943, 1961-1964.
O ME DONZEL
I volevi essi me mari
ch’a mi amava, ma
i no volevi amà me stes.
E alora i fevi fenta da
essi un zovin puarèt.
No podevi convínsimi
che encia ta un borghèis
a era alc da amà:
chel ch’a amava me mari
in me, pur e dispressàt.
No è cambiàt nuja:
mi jot enciamò coma puarèt
e zòvin; e i ami doma
chej coma me. I borghèis
a àn un cuàrp maledèt.
OH, YO JOVENCITO
Yo quería ser mi madre
que me amaba, pero
no quería amarme a mí mismo.
Y entonces hacía de cuenta
que era un joven pobre.
No podía convencerme
de que hasta en un burgués
había algo que amar:
lo que amaba mi madre
en mí, puro y despreciado.
No ha cambiado nada:
me veo todavía pobre
y joven; y amo sólo a aquellos
como yo. Los burgueses
tienen un cuerpo maldito.
*versión publicada en Nuova forma di LA MEGLIO GIOVENTÚ, 1974.
Esta semana, ciclo Pier Paolo Pasolini en la Televisión Pública. Programa FILMOTECA, de lunes a viernes a la medianoche:
Lunes 26: Accatone (1961) de Pier Paolo Pasolini, con Franco Citti.
Martes 27: Pajarracos y pajaritos (1966) de Pier Paolo Pasolini.
Miércoles 28: Edipo Rey (1967) de Pier Paolo Pasolini, con Franco Citti, Silvana Mangano y Alida Valli, basado en la tragedia de Sófocles.
Jueves 29: Medea (1969) de Pier Paolo Pasolini, con Maria Callas, basado en al tragedia de Euripides.
Viernes 30: La pasión según San Mateo (1964) de Pier Paolo Pasolini, con José Irazoqui.
(continuara)
4 comentarios:
No me las pierdo,a pesar de la hora.
Es un verdadero festín.
Gracias ,Oscar.
Martha
Un groso Passolini, y unos grosos los de los ciclos de canal 7.
Qué rostro maravilloso, profundo. Anoche dieron Edipo rey en el canal público. Extraordinaria. Filmada en Marruecos, Bolonia y la Toscana, con música folklórica rumana, japonesa y marroquí. Un uso del sonido no como mero duplicador de la diégesis, sino como verdadero plus de sentidos.
saludos
ema
Publicar un comentario