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domingo, 22 de septiembre de 2013

Existir sin vos

Una noche con Charly García
Existir sin vos: una noche con Charly García.


Ecce Homo: hubo un tiempo en que Charly llegó a ser el que era el que era: el verano del 94. Había sido el más diestro orfebre de canciones del país, había grabado decenas de discos asombrosamente perfectos, había nutrido el repertorio de la canción popular de gemas indelebles. Había entrado ya en la historia, siendo un tipo aún inconcluso. Pero llegó el tiempo. Víctima de libertad, víctima de un sol extraño:

cuando todos van a ver 
cuando va a nacer
todo va a caer
tengo que salir, volver
desaparecer
y alguien va a caer

Salir, volver, desaparecer: Charly anunciaba al comienzo de La hija de la lágrima el viaje que iba a emprender. Tardaríamos en entender la mutación que empezaba. Después aparecería en público con el pelo platinado (una tarde de otoño en el hall del Teatro San Martín) y todos iban a prestar atención al color del pelo.

Al final de Existir sin vos. Una noche con Charly García (el documental de Alejandro Chomsky que se conoció ayer en la función de cierre del FIDBA en Vorterix) él ya tiene el pelo platinado: la mutación empezó. Le dice al cameraman que le pida una canción: "La máquina de hacer pájaros", dice el otro. "La máquina son tres discos" retruca Charly. El camarógrafo empieza a entonar "Alto en la torre" y Charly lo sigue. Y de ahí a "There's a place", la canción fundante del lirismo beatle, la que lo había desplazado de su órbitamucho antes, siendo aún un niño. Charly sonriendo, en estado de confiada felicidad, coincidente consigo mismo, todos los Charlys juntos.

Pero de ahí en adelante ya no le será bastante hacer canciones perfectas.

Charly durante la noche filmada por Chomsky compone una canción, "Existir sin vos", una gran canción que todavía permanece inédita. Esa noche están Alejandro Medina (y la canción en su inicio suena familiarmente Manal), María Gabriela Epumer, el Zorrito Von Quintiero y Fernado Samalea. La canción va cobrando forma a fuerza de funk: aparece un riff que va a terminar siendo el final de "Intraterreno" y un estribillo que va a ir a parar a "No sugar": 

pero no quiero
existir con vos
ya no puedo
existir con vos
existir sin
existir...

Tracks 19 y 20 de La hija de la lágrima. Un punto de inflexión en su obra, el momento de la disolución de las canciones. Charly artista romántico, a punto de conquistar su forma decisiva. A partir de ahí él mismo va a ser su propia obra. Constant concept.

La noche que filma Chomsky es serenamente confiada. El artista performático aún en el comando de su vida. De un momento a otro perdería el comando (tengo que salir, volver, desaparecer, y algo va a caer) y empezaría su etapa más turbulenta la más ardida y espeluznante: ir a verlo cada una de las noches de presentación de La hija de la lágrima (meses después de esta noche documentada por Existir sin vos) se volvería una excursión al abismo:dispuesto a dispendiar su arte en un solo gesto, incinerarse en público, volverse grafía o desaparecer en el aire. O que lo tragara la tierra. Nunca tuvimos tanto miedo en un show. El vértigo se ahondaría al año siguiente, en las caóticas presentaciones de Say No More en el Opera. Charly, el ídolo de nuestras juventudes, el flaco de las canciones, se estaba volviendo un zombie, afantasmándose. Queríamos reconocerlo y nos costaba.

"Yo no estoy loco, ¿te parece que un loco puede hacer estos discos?"

Loco no. Pero solo atravesando por estas aguas turbulentas se puede hacer La hija de la lágrima, Say no more. Chomsky filmó una noche en la sala de ensayo de la calle Fitz Roy, justo antes de que la mutación empezara. La noche termina una vez que la canción -aún inédita- ya está lista, una vez que se tiró a la pileta  (una pileta chica al fondo de la sala, años antes de la otra pileta) y salió, una vez que se bañó y puso a sonar La hija de la lágrima, el disco, y a cantar sobre la grabación (me hace acordar al Príncipe en La cocina). 

Lo que más me llama la atención es que esa noche, justo antes de lo que ya sabemos, a Charly se lo ve confiado. 

La película de Chomsky, un registro urgente, está contagiado de la energía, la soltura y la crudeza del genio en plena víspera.

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